Son islas volcánicas, y de un verdor increíble, que nos recuerda a nuestra tierra.
Conocemos en persona a Leo, del Atlántide, que navega con su amiga Amparo y con su amigo Pelu. A este último, en la maniobra de atraque, llegando a la marina de Horta, un mal salto al pantalán desde el barco (un catamarán Catana de 52 pies), le produce una fisura importante en el hueso del talón, con lo que el pobre debe volverse a Madrid para pasar por quirófano.
Salimos a cenar con ellos varias veces, para compartir experiencias. Leo ha cruzado más de veinte veces el Atlántico, en las primeras, no existían partes meteorológicos " Grib", ni Rueda de los Navegantes, ni nada. Después de cenar,cada noche, vamos al Peter's Bar, un lugar mítico en Horta, abarrotado de navegantes de todas las nacionalidades, ciertamente un ambientazo de locos compartiendo la misma locura: el mar.
Pendientes de la meteo, vemos que "la ventana" comienza el viernes 19 de mayo. No es una meteo óptima, en cuanto a que escaseará el viento, pero al menos no lo tendremos de proa y ni rastro de tormentas. Y es lo que buscamos, navegar tranquilamente hasta casa.
Así que, lavandería, pertrecho, gasoil al depósito, trámites de salida y el viernes, a las doce de la mañana, estamos saliendo de Horta rumbo a Vigo. Julio, el fiel Ron y yo. Tenemos una ligera brisa a 150 grados por estribor, largamos el génova atangonado y la mesana con una retenida, avanzamos a seis nuevos con rumbo de 50 grados norte. Cuando libremos las islas pondremos rumbo directo a Vigo.
Al doblar la isla Graciosa se entabla el viento entre los 16-18 nudos, ponemos rumbo a 80 grados, yendo así al través a 6/8 nudos de velocidad, vamos mejor de lo esperado, sin tener que recurrir al motor de momento. Por la noche cae el viento, pero nos mantenemos siempre por encima de los cinco nudos.
A las 22 UTC nos conectamos por radio con La Rueda de los Navegantes, de Rafael del Castillo, un radioaficionado de las Palmas, histórico para los navegantes transoceánicos españoles, siempre dispuesto a facilitarnos la meteo y a compartir anécdotas. Coincidimos con Fernando, del Siesta, al que conocimos hace doce años, en nuestro anterior cruce del Atlántico. Por supuesto, también Leo, del Atlántide, que salió a la misma hora que nosotros y se dirige a Gibraltar, para luego volver a su puerto base en Mallorca.
A las tres de la madrugada el viento se anima. De forma que a las 12 UTC del día siguiente, llevábamos recorridas 180 millas en veinticuatro horas.
La navegación transcurre sin mayor novedad, la mar está muy tranquila y es muy placentera.
El domingo conseguimos pescar un precioso bonito de unos cinco kilos, lo desangramos, limpiamos y al congelador.
Un error en el izado del Ballooner hace que preparemos maniobra para que Julio suba a tope de palo a recuperar la driza del mismo, pero decidimos esperar a que baje el mar un poco más. El viento empieza a escasear y motoveleamos. Aprovechamos para reparar el carro de la baluma en la botavara de la mesana.
Todas las noches nos conectamos a la Rueda de los Navegantes.
El lunes completamos la operación de subir al palo a recuperar la riza con éxito, aunque el palo se mueve bastante allá arriba y Julio tiene, prácticamente, que encaramarse con manos y pies al mismo.
Poco viento, el mar se va calmando y la navegación, aunque a ratos con el ruido del motor, se hace maravillosa. Parece que el mar quiere dejarnos un buen sabor de boca....quiere que volvamos!
El jueves 25/5, a las 23 horas, estamos a la altura de Cabo Silleiro, estas últimas horas se hacen larguísimas... pero pronto entramos por la bocana Sur de la ría de Vigo, pasamos cerquita de las islas Cíes, reconociendo cada luz, cada contorno, a pesar de que es noche. Las luces de nuestra ciudad se nos ofrecen como las velas en un pastel de cumpleaños.
Es imposible transmitiros la alegría, el orgullo que sentimos de estar de vuelta en casa, sanos y salvos, y con el Alba Plena de una pieza.
En Barra nos esperan Manuel, Mónica y Pedro , del Sonora Dos, con Julia (por fin!) a bordo. Nos abarloamos; abrazos, lágrimas, emoción indescriptible...y champán y empanada, cortesía de nuestros queridos amigos.
Esa noche será histórica porque caen miles de rayos en la Ría de Vigo, nosotros ni nos enteramos, la felicidad y la tranquilidad de estar en casa (y sin tener que hacer guardias) hace que durmamos como piedras, literalmente.
Al día siguiente, después de comer, el Sonora se va y nosotros, Julio, Julia, Ron y yo, a bordo de nuestro querido Alba Plena, enfilamos hacia Bouzas, Vigo, nuestro puerto base, nuestro hogar.
Nos esperan Diego y Manu (que ya salen a recibirnos a la cabecera del puerto), Andrés, mis padres Paco y Luchi, Alberto Carballo y señora, Mayzito, José Montenegro, Sole y Alaïa, Susana Gestal y Susanita, Kako y Ana. Festival de abrazos, lágrimas, emoción, alegría.....
Y hasta aquí. Este será el último post de este viaje. He tardado en actualizar, porque de alguna manera, supone el definitivo punto y final de nuestro viaje. De nuestro sueño cumplido. Quedan en nuestras retinas y en nuestros corazones muchos recuerdos, muchos momentos buenos y alguno malo. Tantas personas maravillosas que hemos conocido. Tantos hermosos lugares. Diferentes colores, olores, sabores. El orgullo de habernos atrevido a cumplir nuestro sueño.
Gracias a todos por acompañarnos estos dos años. El saber que estabáis ahí ha sido muy reconfortante.
Desde nuestra casa, en Bouzas, Vigo, Galicia, España, besos, abrazos, amor.