El 17 de marzo, toca visitar el Kennedy Space Center. Una visita muy instructiva, en la que se recorre el pasado, el presente y el futuro de la industria aeroespacial estadounidense. Tuvimos oportunidad de ver el Apollo VIII, el cohete más grande jamás lanzado. Incluso asistimos a una simulación de su lanzamiento, tal como fue, os aseguro que es una emocionantísima experiencia. Visitamos todas las instalaciones, el centro de ensamblaje, las lanzaderas...También conocimos la génesis y desarrollo de los Space Shuttle, como el Atlantis; así como de la Estación Espacial Internacional (en la que también colabora España). Y , en lo tocante al futuro, el Proyecto Orion, cuya finalidad será llevar al hombre a Marte y establecer allí colonias. Parece ser que hay ya anotadas miles de personas que se han presentado voluntarias. Lo cierto es que nos pareció interesantísimo. Sobre todo, comprobar una vez más, que, cuando se lo propone, el ser humano no tiene límites en la conquista de nuevos espacios.
El 18 de marzo, presenciamos el lanzamiento del cohete Delta IV. Fuimos con nuestros amigos Miguel y Arlene, él exiliado cubano (intentó salir en balsa dos veces de Cuba, y, como recordatorio, tiene un balazo en una pierna), y ella, descendiente de los propietarios del Ballet Tropicana en La Habana. Una pareja ma-ra-vi-llo-sa, con los que compartimos semejante experiencia, si bien ellos están más acostumbrados, pues los lanzamientos desde Cabo Cañaveral son más frecuentes de lo que, al menos yo, suponía.
Los siguientes días estuvieron dedicados a Julia por completo. Le habíamos prometido que, al final de su viaje, la llevaríamos a los parques de Universal Orlando. Nos pasamos cuatro días increíbles, entre montañas rusas, escobas voladoras de Hogwarts, Minions, Transformers, Bob Esponja e incluso visitando Springfield y, como no, el bar de Moe. Lo pasamos pipa, unas atracciones tremendas. Ya sean las montañas rusas enormes , o aquellas que combinan el vértigo con la realidad virtual.
También vino a visitarnos nuestra gran amiga Sela Blackburn, un fin de semana de lo más divertido.
El día 29 de marzo fue bastante triste, pues tocaba despedirnos de Julia. Hace unos meses decidimos enviarla a España en avión, pues la vuelta, a través del Atlántico Norte, es más dura y más larga que la travesía de E a W. Nos llevará como un mes....así que la llevamos al aeropuerto internacional de Miami, y, entre (muchas) lágrimas, nos despedimos. Imaginad, casi dos años pegaditos los tres las veinticuatro horas del día, los siete días de la semana....
Al día siguiente, nos toca a Julio y a mí tomar un avión con destino a Ciudad de México. Estamos invitados a la boda de Jimena y Jorg. Jimena es la hija de nuestros amigos Pepe Janeiro y Araceli Fong, a los que visitamos en noviembre, y fue entonces cuando nos invitaron a la boda. Un evento maravilloso, celebrado en la Hacienda Santa Inés, en Cuautla. Hermosa ceremonia, estupenda cena (amenizada por el relato de nuestra aventura a los compañeros de mesa) y divertida fiesta. La anécdota la protagoniza Julio, quien, pasando por un estrecho pasillo pegado a un estanque, trastabilló, y, ante el peligro de caerse “descontrolado” , se zambulló él mismo de cabeza...con traje, corbata...en fin, la sensación de la boda. Salió empapado, tanto que, un par de horas más tarde, al ir a pagar el taxi que nos llevó de vuelta al hotel, los billetes de dentro de la cartera chorreaban agua. Pero se lo tomó con mucho humor, como debe ser en estos casos.
También tuvimos oportunidad en México de estar con nuestros amigos Jorge y Lucía, que nos invitaron a cenar en su preciosa casa...y acabamos cantando en un karaoke! Divertidísimo!
En resumen, tuvimos la oportunidad de disfrutar de nuevo de México, un país que nos encanta por mil razones: su gente, la gastronomía, sus paisajes, la capital, tan enorme y caótica por momentos (que, por cierto, estaba salpicada de espectaculares jacarandas en flor...).
El día 3 de abril estamos de vuelta a bordo, y nos espera KaKo Castro, el tercer tripulante, llegado desde Vigo para acompañarnos y ayudarnos en la travesía.
Juntos damos un paseo en airboat por los Everglades, en el río St John, y vemos muchos caimanes (alligators). Florida es su territorio. Y hay muchos, incluso en el parque de al lado de la marina, en el estanque, hemos avistado dos.
El día 8 de abril, Julio y yo alquilamos un coche y nos disponemos a cumplir un viejo sueño, hacer un “road trip” hasta Nueva Orleans, recorriendo varios estados del Sur de USA. Tomamos la ruta pegada a la costa para la ida, parando dos noches en el camino. Finalmente, el dia 10 de abril, llegamos a New Orleans. Durante tres días visitamos la ciudad, fundamentalmente el French Quarter y el Arts District. Visita obligada a la mítica Bourbon Street, que nos decepcionó un poco, dado que las bandas en directo tienen un repertorio más propio de una verbena, ya que están enfocados al (alcohólico) turismo. Luego ya descubrimos Frenchmen Street y …..ouh, yeah! Ahí si estaba el auténtico espíritu de New Orleans, tremendas bandas, tremendos músicos, lo que disfrutamos: New Orleans Jazz, Blues, Folk Americano, Brass Bands...calculamos que hemos visto más de veinte bandas en directo. Y la calidad, superior! Ay, qué gustito pa´mis orejas, que diría Raimundo Amador.
Las bandas tocan tres horas cada día en cada local, normalmente cuatro bandas cada día por garito. Con lo que tienes música en directo a elegir prácticamente todo el día.
También hubo tiempo para degustar la comida sureña, cajún y criolla. Desayunamos beignets en el Café du Monde y tomamos también las famosas muffurellas (unos deliciosos bocadillos de origen siciliano). Incluso dimos un paseo por el MIssissippi en un auténtico barco de vapor, el Natchez.
Decidimos, a la vuelta, pasar por Savannah, un lugar que me tiene fascinada desde niña. Y allá que nos vamos. En el medio del estado de Alabama, en un pueblo ignoto, nos para la policía. Sirenas etc....Exceso de velocidad y, para colmo, en este estado son bastante celosos con la exigencia de llevar el permiso de conducir internacional (que no tenemos;) La policía es bastante malencarada. Total, que arrestan a Julio, lo esposan y se lo llevan a la cárcel del condado. Y nos dice que el coche debe quedarse allí pues, al no tener el pertinente permiso, no podemos irnos conduciéndolo. Imaginaos, perdidos en el medio de Alabama y absolutamente en las manos de esta “señora”. Hay que aclarar que aquí el Sheriff y sus oficiales son Dios, tienen potestad absoluta.
Tras mucho negociar, consigo que nos rebajen la multa para poder liberar a mi amantísimo esposo y que nos dejen retirar el coche (que se había llevado una grúa) y salir de allí por pies....bueno, por ruedas. En fin, una dura experiencia, ya una anécdota. Pero os juro que ver a Julio esposado, con esposas rosas, en el asiento trasero del coche del Sheriff impone bastante.
Llegamos a Savannah esa tarde. Una ciudad PRE-CIO-SA. Mantiene las mansiones que fueron de los grandes propietarios de las plantaciones de Georgia, y una parte de estilo victoriano preciosa, amén de infinidad de bulevares, parques...poblados de majestuosos magnolios, sicomoros y ficus. Una maravilla.
Y bueno, aquí estamos, en la Marina de Titusville de nuevo. De cuando en cuando nos visitan los manatíes, y también hemos hecho amigos aquí, como James y Joan Alton ( propietarios de un Amel Maramu, que está en Cerdeña), o Arlene y Miguel, de los que ya os hablé, y con los que hemos quedado para cenar mañana en su casa. Arlene va a prepararnos auténtica comida cubana, con las recetas heredadas de su abuela.
Estos días toca revisión de jarcia, cambio de aceite en motor y generador, pertrecho....esperar a que nos llegue un teléfono satélite Iridium que muy generosamente nos presta nuestro querido amigo Tristan y, si la meteo se mantiene, el sábado zarparemos hacia Europa....cuatro mil millas de océano nos esperan. Espero poder escribiros unas líneas de despedida antes de soltar amarras.
Desde el medio de los manatíes, los alligators y todo tipo de aves (la naturaleza de Florida es apabullante), besos, abrazos, amor.
El 18 de marzo, presenciamos el lanzamiento del cohete Delta IV. Fuimos con nuestros amigos Miguel y Arlene, él exiliado cubano (intentó salir en balsa dos veces de Cuba, y, como recordatorio, tiene un balazo en una pierna), y ella, descendiente de los propietarios del Ballet Tropicana en La Habana. Una pareja ma-ra-vi-llo-sa, con los que compartimos semejante experiencia, si bien ellos están más acostumbrados, pues los lanzamientos desde Cabo Cañaveral son más frecuentes de lo que, al menos yo, suponía.
Los siguientes días estuvieron dedicados a Julia por completo. Le habíamos prometido que, al final de su viaje, la llevaríamos a los parques de Universal Orlando. Nos pasamos cuatro días increíbles, entre montañas rusas, escobas voladoras de Hogwarts, Minions, Transformers, Bob Esponja e incluso visitando Springfield y, como no, el bar de Moe. Lo pasamos pipa, unas atracciones tremendas. Ya sean las montañas rusas enormes , o aquellas que combinan el vértigo con la realidad virtual.
También vino a visitarnos nuestra gran amiga Sela Blackburn, un fin de semana de lo más divertido.
El día 29 de marzo fue bastante triste, pues tocaba despedirnos de Julia. Hace unos meses decidimos enviarla a España en avión, pues la vuelta, a través del Atlántico Norte, es más dura y más larga que la travesía de E a W. Nos llevará como un mes....así que la llevamos al aeropuerto internacional de Miami, y, entre (muchas) lágrimas, nos despedimos. Imaginad, casi dos años pegaditos los tres las veinticuatro horas del día, los siete días de la semana....
Al día siguiente, nos toca a Julio y a mí tomar un avión con destino a Ciudad de México. Estamos invitados a la boda de Jimena y Jorg. Jimena es la hija de nuestros amigos Pepe Janeiro y Araceli Fong, a los que visitamos en noviembre, y fue entonces cuando nos invitaron a la boda. Un evento maravilloso, celebrado en la Hacienda Santa Inés, en Cuautla. Hermosa ceremonia, estupenda cena (amenizada por el relato de nuestra aventura a los compañeros de mesa) y divertida fiesta. La anécdota la protagoniza Julio, quien, pasando por un estrecho pasillo pegado a un estanque, trastabilló, y, ante el peligro de caerse “descontrolado” , se zambulló él mismo de cabeza...con traje, corbata...en fin, la sensación de la boda. Salió empapado, tanto que, un par de horas más tarde, al ir a pagar el taxi que nos llevó de vuelta al hotel, los billetes de dentro de la cartera chorreaban agua. Pero se lo tomó con mucho humor, como debe ser en estos casos.
También tuvimos oportunidad en México de estar con nuestros amigos Jorge y Lucía, que nos invitaron a cenar en su preciosa casa...y acabamos cantando en un karaoke! Divertidísimo!
En resumen, tuvimos la oportunidad de disfrutar de nuevo de México, un país que nos encanta por mil razones: su gente, la gastronomía, sus paisajes, la capital, tan enorme y caótica por momentos (que, por cierto, estaba salpicada de espectaculares jacarandas en flor...).
El día 3 de abril estamos de vuelta a bordo, y nos espera KaKo Castro, el tercer tripulante, llegado desde Vigo para acompañarnos y ayudarnos en la travesía.
Juntos damos un paseo en airboat por los Everglades, en el río St John, y vemos muchos caimanes (alligators). Florida es su territorio. Y hay muchos, incluso en el parque de al lado de la marina, en el estanque, hemos avistado dos.
El día 8 de abril, Julio y yo alquilamos un coche y nos disponemos a cumplir un viejo sueño, hacer un “road trip” hasta Nueva Orleans, recorriendo varios estados del Sur de USA. Tomamos la ruta pegada a la costa para la ida, parando dos noches en el camino. Finalmente, el dia 10 de abril, llegamos a New Orleans. Durante tres días visitamos la ciudad, fundamentalmente el French Quarter y el Arts District. Visita obligada a la mítica Bourbon Street, que nos decepcionó un poco, dado que las bandas en directo tienen un repertorio más propio de una verbena, ya que están enfocados al (alcohólico) turismo. Luego ya descubrimos Frenchmen Street y …..ouh, yeah! Ahí si estaba el auténtico espíritu de New Orleans, tremendas bandas, tremendos músicos, lo que disfrutamos: New Orleans Jazz, Blues, Folk Americano, Brass Bands...calculamos que hemos visto más de veinte bandas en directo. Y la calidad, superior! Ay, qué gustito pa´mis orejas, que diría Raimundo Amador.
Las bandas tocan tres horas cada día en cada local, normalmente cuatro bandas cada día por garito. Con lo que tienes música en directo a elegir prácticamente todo el día.
También hubo tiempo para degustar la comida sureña, cajún y criolla. Desayunamos beignets en el Café du Monde y tomamos también las famosas muffurellas (unos deliciosos bocadillos de origen siciliano). Incluso dimos un paseo por el MIssissippi en un auténtico barco de vapor, el Natchez.
Decidimos, a la vuelta, pasar por Savannah, un lugar que me tiene fascinada desde niña. Y allá que nos vamos. En el medio del estado de Alabama, en un pueblo ignoto, nos para la policía. Sirenas etc....Exceso de velocidad y, para colmo, en este estado son bastante celosos con la exigencia de llevar el permiso de conducir internacional (que no tenemos;) La policía es bastante malencarada. Total, que arrestan a Julio, lo esposan y se lo llevan a la cárcel del condado. Y nos dice que el coche debe quedarse allí pues, al no tener el pertinente permiso, no podemos irnos conduciéndolo. Imaginaos, perdidos en el medio de Alabama y absolutamente en las manos de esta “señora”. Hay que aclarar que aquí el Sheriff y sus oficiales son Dios, tienen potestad absoluta.
Tras mucho negociar, consigo que nos rebajen la multa para poder liberar a mi amantísimo esposo y que nos dejen retirar el coche (que se había llevado una grúa) y salir de allí por pies....bueno, por ruedas. En fin, una dura experiencia, ya una anécdota. Pero os juro que ver a Julio esposado, con esposas rosas, en el asiento trasero del coche del Sheriff impone bastante.
Llegamos a Savannah esa tarde. Una ciudad PRE-CIO-SA. Mantiene las mansiones que fueron de los grandes propietarios de las plantaciones de Georgia, y una parte de estilo victoriano preciosa, amén de infinidad de bulevares, parques...poblados de majestuosos magnolios, sicomoros y ficus. Una maravilla.
Y bueno, aquí estamos, en la Marina de Titusville de nuevo. De cuando en cuando nos visitan los manatíes, y también hemos hecho amigos aquí, como James y Joan Alton ( propietarios de un Amel Maramu, que está en Cerdeña), o Arlene y Miguel, de los que ya os hablé, y con los que hemos quedado para cenar mañana en su casa. Arlene va a prepararnos auténtica comida cubana, con las recetas heredadas de su abuela.
Estos días toca revisión de jarcia, cambio de aceite en motor y generador, pertrecho....esperar a que nos llegue un teléfono satélite Iridium que muy generosamente nos presta nuestro querido amigo Tristan y, si la meteo se mantiene, el sábado zarparemos hacia Europa....cuatro mil millas de océano nos esperan. Espero poder escribiros unas líneas de despedida antes de soltar amarras.
Desde el medio de los manatíes, los alligators y todo tipo de aves (la naturaleza de Florida es apabullante), besos, abrazos, amor.