Nota previa: hemos tardado tanto en actualizar el blog debido a que en Cuba el site de Weebly está bloqueado.
Permanecimos en México más de un mes, dedicado al descanso, al turismo y a la buenísima (y barata) gastronomía mexicana. También aprovechamos para pertrechar el barco, dado que en Cuba la oferta es escasa y el precio alto y Bahamas, el siguiente destino, también es muy caro.
Durante cinco días alquilamos un coche, y recorrimos buena parte de la península del Yucatán. Nos bañamos y buceamos en tres cenotes, uno a cielo abierto, otro subterráneo y otro que está en una cueva a cielo abierto. Visitamos las pirámides de Cobá, las cuales están mucho menos masificadas que las de Chichén Itzá y no han sido reconstruidas (están tal cual se encontraron). Además puede subirse por la pirámide principal, están en medio de la selva y puede recorrerse el complejo en bicicleta. Visitamos asimismo las ciudades de Valladolid, Mérida e Izamal, que también está rodeada de pirámides.
También estuvimos en Playa del Carmen, donde quedamos con Sonja, prima de mi amiga Sela, y con Antonio “Piru” Alonso, un enamorado de la apicultura que trabaja en un centro de recuperación de animales.
El dos de diciembre toca hacer los papeles para despachar el barco a Cuba. En esta época, soplan ya los Trade Winds, del ENE, así que sabemos de antemano que cruzar el canal del Yucatán hasta la isla de Cuba no va a ser nada cómodo.
El domingo cuatro de diciembre salimos de la bahía de Isla Mujeres, donde permanecimos fondeados un día, tras reponer combustible, rumbo a Cuba.
La previsión meteo no estaba acertada, el viento sopla de 20 a 35 nudos del E, es decir, en la nariz.
Vamos en ceñida rabiosa al 45ºN, cuando nuestro rumbo debiera ser al 85. La mar también está más gruesa de lo previsto, contábamos con 2-3 metros y son en realidad 3-6...
El lunes por la noche reventó el enrollador del génova, de modo que en plena noche y en tales condiciones de meteo hubo que montar uno de fortuna. Por la mañana decidimos acortar recorrido, encendemos motor y motoveleamos con mayor y mesana rizadas, vamos muy despacio, pero vamos en linea recta. La idea es hacer una parada en Cayos de San Felipe para descansar.
El martes las condiciones de mar y viento mejoran, al menos éste ya no viene por la proa, si no por la amura de babor, reducimos las vueltas del motor, ganamos velocidad y vamos ligeramente más cómodos...aunque en momentos como éste ya no sabes si realmente es así o es que una se ha acostumbrado a vivir dentro de una lavadora centrifugando....
Al doblar la punta de María la Gorda, las condiciones se suavizan sensiblemente. Han sido treinta horas de pesadilla, pero ya pasó lo peor. A las diez de la mañana ponemos proa a la entrada W de los cayos, y, al rato, tenemos que parar. Por las vibraciones, notamos que algo se ha enredado en la hélice. Así que largamos el ancla y Julio se tira al agua para liberar la hélice de una masa de algas que se habían enredado en ella. Dentro de la bahía de Batábano, el calado es muy escaso, navegamos en 5/6 metros de agua y siempre vigillando la proa. Finalmente fondeamos en el medio de la nada, aún lejos de algún cayo, pero estamos protegidos del mar y agotados, con lo que lo mejor es descansar: el cansancio menoscaba considerablemente la seguridad. Estamos al este de la Ensenada de Cortés, a la altura de Puna de Cartas. Comemos y organizamos barbacoa para cenar.
El miércoles, después de desayunar, reanudamos la marcha. Navegamos hacia el este-sureste con agua entre 6 y 7,5 m., vamos a motor con la mayor largada, hay 7-9 nudos de viento y a la una del mediodía llegamos a Cayos San Felipe. Aquí hemos estado hace nada menos que quince años, cuando Julio participó a bordo del Monca en la Regata Cádiz-La Habana, y después navegamos desde La Habana hasta Cienfuegos. Si bien en aquélla ocasión navegamos por fuera de los cayos y no entramos en la bahía de Batábano, la ventaja de la segunda opción es que apenas hay mar. Y al final te acostumbras a navegar tranquilamente (aunque siempre ojo avizor) con tan escaso calado. El jueves Julio aprovecha para bajar con botellas y cambiar zincs y darle un repaso al casco.
Aprovechamos también para limpieza del interior, así como dar clase, como cada día, y Julia y yo empezamos a preparar los adornos de Navidad.
No hay ningún otro barco, avistamos unos pesqueros pero ni se acercan. En Cuba está prohibido invitar a un cubano a subir a bordo sin autorización de las autoridades, solicitada con veinticuatro horas de antelación. Los cayos están, en general, deshabitados, así que hasta llegar a Cienfuegos, estaremos fuera de la civilización, ni siquiera avistamos una luz eléctrica por ninguna parte. Pasaremos diez días los tres completamente solos. Maravilla!
Sintonizamos emisoras de radio cubanas, hace unos días ha muerto Fidel Castro, y casi todas las cadenas hablan de él, prácticamente todo el rato.
El viernes continuamos ruta hacia el E, fondeamos al abrigo de Isla de Pinos, al norte de punta La Majagua.
El sábado por la noche nos levantamos antes del alba, para salvar las cerca de 80 millas que nos separan del E de la Isla de Pinos. Navegamos a vela hasta cabo Pepe, a partir de ahí viento y mar vienen de proa,así que motoveleamos en la medida de lo posible.
A las cinco de la tarde, aún con luz suficiente, estamos fondeando frente al Cayo Matías. El agua es transparente y de un azul increíble.
Nuestra intención es pasar un par de días aquí y bucear, pero los dos días siguientes amanecen con veinte nudos de viento.
El lunes doce, después de comer, levantamos fondeo rumbo a Cienfuegos. El viento, aunque de proa, es muy ligero y vamos casi todo el trayecto a motor, y, como no hay apenas mar, la travesía resulta muy cómoda. La noche nos reserva una espectacular luna llena, hay tanta luz que casi parece de día. En las inmediaciones de Cienfuegos, hay una zona muy extensa en la que está prohibida la navegación, esta zona comprende Bahía de Cochinos. Julio pesca tres enormes barracudas. Es un pescado blanco delicioso, con sabor y textura entre la merluza y la lubina. Sólo hay que tener cuidado con la ciguatera, una toxina muy peligrosa que afecta especialmente a este pescado. Tras escuchar muchas teorías sobre cómo averiguar si está o no afectado, algunas tan rocambolescas como echar un pedazo a las hormigas y, si le lo comen, adelante, la más congruente es observar: si la escama sale demasiado fácilmente o la barracuda (picúa en Cuba) está blandengue, mejor deshecharla. Aunque pescándola en estos calados (1000 m) es difícil que esté afectada, es más facil que enferme la que vive en el arrecife a escaso calado, que es donde ingiere la toxina.
A las 16 horas estamos enfilando la bahía de Cienfuegos, tiene un canal de entrada bastante estrecho pero está bien balizado, que luego se abre en la enorme y preciosa Bahía de Cienfuegos.
Izamos la bandera Quebec (amarilla), obligatorio antes de hacer la entrada en el país y las autoridades sanitarias den el vistobueno.
Tras contactar por radio con la marina, amarramos en el muelle de tránsito y empezamos con los papeleos. Nos visitan a bordo las autoridades: Sanidad, Capitanía de Puerto, Migración, Aduanas....también sube a bordo un perro detector de drogas. El tema de los papeleos es bastante pesado, pero es lo que hay. Tras más de dos horas está finiquitado. Ya estamos, oficialmente, en Cuba. El personal de la Marina Cienfuegos es amabilísimo, Julia enseguida hace amigos y los agentes de Aduanas la invitan a un helado de chocolate.
El primer problema se presenta con la conexión a Internet. Hay una única red wifi, de la única empresa de telecomunicaciones, Etecsa. No hay posibilidad de conexión 3G. Así que hay que comprar una tarjeta, con clave de usuario y contraseña, y dirigirse a algún punto de la ciudad en la que estés que tenga red. El precio por hora es de dos CUC. Y, o bien haces cola en los puntos de ETECSA (una hora de espera de media) o se la compras en la calle de reventa a algún cubano (no sé cómo se las arreglan para repartir la señal desde una única tarjeta, cousas de informáticos). También hay posibilidad de conectarse al router de algún chico cubano (no sé cómo se las arreglan para repartir la señal desde una única tarjeta, cousas de informáticos), te cobran la hora a 1 CUC.
Hay hoteles, como el Nacional de La Habana, que tienen su red y cobran 7 CUC por hora. Así no se les cuela en el lobby gente que lo único que quiere es conectarse a Internet. Ironía que se llame Hotel Nacional, cuando sus precios por Internet y ya no os cuento por hospedarse, son prohibitivos para los cubanos. Y también para la mayoría de los turistas. Eso sí, el sueldo de un trabajador de estos hoteles es por término medio de 600 pesos cubanos. Y hay que decir que está en bastante mal estado, por cierto.
En Cuba hay dos monedas, el peso nacional y el CUC, o peso convertible. Un CUC viene equivaliendo (más o menos) a un euro. Y un CUC son veinticinco pesos cubanos. En general, los extranjeros pagamos en CUC y los nacionales en moneda nacional. El problema para los cubanos es que muchas cosas sólo pueden pagarse en CUC. El salario de un cardiopediatra o de un ingeniero superior es de 1200 pesos, que vienen siendo unos 50 CUC. Así que los cubanos se las ven y se las desean para conseguir CUC, más pesos cubanos también, y así acceder a muchos productos o servicios. De ahí que todos se busquen la vida, ya sea conduciendo un taxi, un bicitaxi, revendiendo tarjetas de internet, alquilando habitaciones en sus casas a los turistas, reparando toda suerte de cosas, y mil trabajos más para poder salir adelante. Lo mejor de Cuba, sin lugar a dudas: los cubanos. Alegres, amables, siempre dispuestos a ayudarte en lo que puedan y a ofrecerte su casa para invitarte a comer.
Estuvimos en Cienfuegos hace quince años, en el anterior barco, el Monca. Lo cierto es que hemos notado cierta mejora en esta ciudad en casi todo. Después de hacer cola para comprar la tarjeta para Internet, vamos al Parque José Martí para conectarnos, ya que llevamos más de diez días aislados, salvo por el teléfono satelital y el correo del barco.
Cienfuegos es una ciudad pequeña, llamada aquí “ La Perla de Cuba”, cuya vida se organiza en torno a tres ejes principales: el Parque José Martí, el Paseo del Prado y la calle peatonal. Es una ciudad muy tranquila y con mucho encanto. Y, como en toda Cuba, la música en directo está presente en muchos bares y paladares, si bien estos días están de luto oficial por la muerte del comandante y no se permite mucha jarana. Los paladares son restaurantes habilitados en casas privadas, en los que puedes comer por, aproximadamente, entre 5 y 10 CUC/pax. Pollo, cerdo o camarones. La carne de res es bastante más cara y escasa, así como la langosta. Pescado apenas se encuentra, salvo en filetes y congelado, ya que apenas cuenta Cuba con una flota de pesca.
El domingo 18 de diciembre nos fuimos a La Habana por tierra, es un trayecto de más o menos tres horas y se puede hacer en taxi por unos 50 euros/trayecto. Allí alquilamos una habitación en una casa, pues es la opción más económica, una noche con desayuno en La Habana Vieja cuesta 39 euros. Nos alojamos en casa de Mary, una habanera encantadora y amabilísima.
Como ya os conté, hace quince años estuvimos aquí y, si bien encontramos Cienfuegos algo mejor, La Habana está mucho más sucia y deteriorada. Está plagada de hermosos edificios que, tras años sin mantenimiento alguno y sobrepoblados, se caen a pedazos. De hecho muchos ya se han derrumbado. El Malecón es una sonrisa desdentada, con solares vacíos ocupando los espacios en los que antes se erigían preciosos inmuebles. También está mucho más sucia. Lo cierto es que es muy triste verla así, con cientos de edificios, verdaderas joyas arquitectónicas que, por su estado actual, son ya irrecuperables. Algún edificio se ha restaurado, principalmente los destinados a hoteles (capital mixto cubano/extranjero), embajadas y similares. Entre ellos, el Teatro Nacional de La Habana Alicia Alonso, antes Centro Gallego. Un impresionante edificio que tuvimos oportunidad de visitar. Está justo al lado del Capitolio. Durante la visita, charlamos con el Presidente de las Asociaciones Gallegas de la Habana, puesto que aún cuentan allí con unas oficinas. Me encontré con una señora de Vigo, que había vivido en la misma calle que mi abuela Lucrecia, y se acordaba de ella. Fue muy emocionante para ambas.
Pateamos la Habana los cuatro días que pasamos allí, la Habana Vieja, el Vedado, Centro Habana, Miramar, la Quinta Avenida, el Malecón...También conversamos con muchos habaneros, escuchamos música en directo, canté boleros en la Calle Obispo....
Los medios de transporte principales en la ciudad son el bicitaxi y los taxis particulares (muchos de ellos auténticas reliquias, Cadillacs, Chevrolets, Buicks...de los años 50). Los taxis oficiales, como en casi todo lo público, no hacen esfuerzo alguno en captar clientes.
También, continuando con la tradición de visitar a los “vigueses por el mundo”, quedamos con Ernesto Arbones, de Vigo, con quien cenamos y después fuimos al mítico Gato Tuerto y al Tocororo. Una noche de muchas risas!
Tras cuatro días regresamos a Cienfuegos. Vuelta a casa, al Alba Plena, para celebrar la Navidad y Fin de Año. Esperábamos al Longimanus (Íñigo y Mara) el 22, pero un par de averías gordas y el viento en contra los tienen atrapados en Gran Caimán. Esperamos despedir con ellos el año.
Anoche arribó un catamarán con bandera francesa, tripulado por Ricky, italiano, su madre y su esposa, cubana. Venían de Guadalupe, contentos de llegar tras nueve días de navegación. No pudieron bajar del barco. A la esposa de Ricky, como cubana, le está prohibido llegar en un barco. Ni aún con doble nacionalidad. Así que pusieron vigilancia para que no subiera ni bajara nadie de la embarcación, y les ordenaron salir en cuanto amaneciera. Tienen que ir al país más cercano, Gran Caimán (170 millas), y que ella venga a Cuba en avión. Después tendrá que solicitar un permiso para poder embarcar y unirse a su marido. Imaginaos qué palo. Llegar a tu país y que ni tan siquiera te dejen poner el pie en el suelo. Peeero...las cosas son así...
El 24 de diciembre, Nochebuena, cenamos a bordo. Se nos unió Giulio, del Svelosa, nuestro vecino de pantalán, un encantador italiano de Torino, que trajo un pannetone y vino de Sicilia. Pasamos una noche estupenda, visita incluida de Papá Noel a Julia.
El 28 Giulio organizó una cena, en un restaurante cienfueguero,con su hermano, que llegó esta tarde, su cuñada, de Colombia, y otros tres amigos italianos entre los que está Naif, una cantautora italiana. Tambíen se unieron Ana, de Barcelona, y Lilo, su pareja, de Torino.Una cena estupenda y, como colofón, mini concierto de Naif, que nos encantó. También canté yo y luego se nos unió un trío de música tradicional cubana, y, como dicen aquí, “se formó la corredera”! Una noche irrepetible. Lo pasamos pipa!
El 29, Giulio y su nueva tripulación zarpan hacia Cayo Largo. Y.....por fin arriba a Cienfuegos el Longimanus, con nuestros amigos Íñigo y Mara. Teníamos muchas ganas de reencontrarnos, así que más alegría.
El 30 Ana, Lilo, Mara y yo alquilamos un taxi, un coche de los años 50, y fuimos a la playa de Rancho Luna, a 45 minutos de distancia. Allí buceamos, comimos y nos reímos mucho. De vuelta, Mara y yo paramos en el Club Cienfuegos, antes Club Náutico, donde cada tarde, con las espectaculares puestas de sol en la bahía de Cienfuegos de fondo, toca un quinteto de música tradicional que da gloria escucharlos. El concierto es cada día, pero el de hoy estaba en su apogeo, toda la gente bailando y gosando. Momentos que sólo pueden vivirse en Cuba.
Como os dije antes, lo mejor de Cuba son los cubanos. Sin duda alguna. Personas alegres, cariñosas, siempre dispuestas a ayudar. Yudelsi, Mary, Fran, Adrián, Mila....Y también las amiguitas que está haciendo Julia aquí, Amelia, Camila y las que cada tarde, en el parque infantil de al lado de la marina, comparten momentos con ella mientras yo practico con la guitarra (estoy recibiendo clases con un maestro cubano, Orgly, desvelando los secretos del bolero).
El 31 organizamos cena a bordo, las tripus del Longimanus y el Alba Plena, y también Lilo y Ana. Unos días antes Julio compró un cochinillo de unos 12 kilos, cuya mitad preparó en la barbacoa y le salió estupendo. El resto de los comensales aportaron un estupendo jamón ibérico, salmón ahumado, queso Parmigiano de 18 meses, y turrón y pannetone para los postres. Improvisamos unas campanadas y tomamos las uvas. Después nos fuimos a bailar y a recibir el nuevo año como se merece. Hacía muchos años que no me reía tanto! Qué noche tan divertida!!
En otro orden de cosas mucho más prosaico, para los que gustáis de este tipo de detalles, hemos conseguido reparar el tanque de agua caliente y la hélice de proa, que metía un poco de agua (nuestra hélice de proa va metida en el casco, y la bajamos/subimos cada vez que la necesitamos, un sistema que proporciona mucha más eficacia, pero hay que estar “ al loro” de sellos y juntas tóricas). También el enrollador del génova. Hay un mecánico estupendo en la marina, Odeled, que lo repara todo. Todo, todito, todo. Lo de usar y tirar en Cuba es un lujo imposible. Todo es reparable. Y si no hay la pieza, se fabrica.
En resumen, unas navidades muy lejos de casa, de los amigos de Vigo y, por supuesto, de la familia, a la que extrañamos mucho. Pero el mar te procura amigos que lo son para toda la vida y pasan a formar parte de tu otra familia: la de los locos por el viento, el agua salada, la aventura, los amaneceres infinitos. Los que cuando vemos el mar, imaginamos infinitos caminos y esa libertad imposible de conseguir en tierra firme.
Y hasta aquí la primera parte sobre Cuba...en un par de días, el resto. Hasta entonces, besos, abrazos, amor.
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Permanecimos en México más de un mes, dedicado al descanso, al turismo y a la buenísima (y barata) gastronomía mexicana. También aprovechamos para pertrechar el barco, dado que en Cuba la oferta es escasa y el precio alto y Bahamas, el siguiente destino, también es muy caro.
Durante cinco días alquilamos un coche, y recorrimos buena parte de la península del Yucatán. Nos bañamos y buceamos en tres cenotes, uno a cielo abierto, otro subterráneo y otro que está en una cueva a cielo abierto. Visitamos las pirámides de Cobá, las cuales están mucho menos masificadas que las de Chichén Itzá y no han sido reconstruidas (están tal cual se encontraron). Además puede subirse por la pirámide principal, están en medio de la selva y puede recorrerse el complejo en bicicleta. Visitamos asimismo las ciudades de Valladolid, Mérida e Izamal, que también está rodeada de pirámides.
También estuvimos en Playa del Carmen, donde quedamos con Sonja, prima de mi amiga Sela, y con Antonio “Piru” Alonso, un enamorado de la apicultura que trabaja en un centro de recuperación de animales.
El dos de diciembre toca hacer los papeles para despachar el barco a Cuba. En esta época, soplan ya los Trade Winds, del ENE, así que sabemos de antemano que cruzar el canal del Yucatán hasta la isla de Cuba no va a ser nada cómodo.
El domingo cuatro de diciembre salimos de la bahía de Isla Mujeres, donde permanecimos fondeados un día, tras reponer combustible, rumbo a Cuba.
La previsión meteo no estaba acertada, el viento sopla de 20 a 35 nudos del E, es decir, en la nariz.
Vamos en ceñida rabiosa al 45ºN, cuando nuestro rumbo debiera ser al 85. La mar también está más gruesa de lo previsto, contábamos con 2-3 metros y son en realidad 3-6...
El lunes por la noche reventó el enrollador del génova, de modo que en plena noche y en tales condiciones de meteo hubo que montar uno de fortuna. Por la mañana decidimos acortar recorrido, encendemos motor y motoveleamos con mayor y mesana rizadas, vamos muy despacio, pero vamos en linea recta. La idea es hacer una parada en Cayos de San Felipe para descansar.
El martes las condiciones de mar y viento mejoran, al menos éste ya no viene por la proa, si no por la amura de babor, reducimos las vueltas del motor, ganamos velocidad y vamos ligeramente más cómodos...aunque en momentos como éste ya no sabes si realmente es así o es que una se ha acostumbrado a vivir dentro de una lavadora centrifugando....
Al doblar la punta de María la Gorda, las condiciones se suavizan sensiblemente. Han sido treinta horas de pesadilla, pero ya pasó lo peor. A las diez de la mañana ponemos proa a la entrada W de los cayos, y, al rato, tenemos que parar. Por las vibraciones, notamos que algo se ha enredado en la hélice. Así que largamos el ancla y Julio se tira al agua para liberar la hélice de una masa de algas que se habían enredado en ella. Dentro de la bahía de Batábano, el calado es muy escaso, navegamos en 5/6 metros de agua y siempre vigillando la proa. Finalmente fondeamos en el medio de la nada, aún lejos de algún cayo, pero estamos protegidos del mar y agotados, con lo que lo mejor es descansar: el cansancio menoscaba considerablemente la seguridad. Estamos al este de la Ensenada de Cortés, a la altura de Puna de Cartas. Comemos y organizamos barbacoa para cenar.
El miércoles, después de desayunar, reanudamos la marcha. Navegamos hacia el este-sureste con agua entre 6 y 7,5 m., vamos a motor con la mayor largada, hay 7-9 nudos de viento y a la una del mediodía llegamos a Cayos San Felipe. Aquí hemos estado hace nada menos que quince años, cuando Julio participó a bordo del Monca en la Regata Cádiz-La Habana, y después navegamos desde La Habana hasta Cienfuegos. Si bien en aquélla ocasión navegamos por fuera de los cayos y no entramos en la bahía de Batábano, la ventaja de la segunda opción es que apenas hay mar. Y al final te acostumbras a navegar tranquilamente (aunque siempre ojo avizor) con tan escaso calado. El jueves Julio aprovecha para bajar con botellas y cambiar zincs y darle un repaso al casco.
Aprovechamos también para limpieza del interior, así como dar clase, como cada día, y Julia y yo empezamos a preparar los adornos de Navidad.
No hay ningún otro barco, avistamos unos pesqueros pero ni se acercan. En Cuba está prohibido invitar a un cubano a subir a bordo sin autorización de las autoridades, solicitada con veinticuatro horas de antelación. Los cayos están, en general, deshabitados, así que hasta llegar a Cienfuegos, estaremos fuera de la civilización, ni siquiera avistamos una luz eléctrica por ninguna parte. Pasaremos diez días los tres completamente solos. Maravilla!
Sintonizamos emisoras de radio cubanas, hace unos días ha muerto Fidel Castro, y casi todas las cadenas hablan de él, prácticamente todo el rato.
El viernes continuamos ruta hacia el E, fondeamos al abrigo de Isla de Pinos, al norte de punta La Majagua.
El sábado por la noche nos levantamos antes del alba, para salvar las cerca de 80 millas que nos separan del E de la Isla de Pinos. Navegamos a vela hasta cabo Pepe, a partir de ahí viento y mar vienen de proa,así que motoveleamos en la medida de lo posible.
A las cinco de la tarde, aún con luz suficiente, estamos fondeando frente al Cayo Matías. El agua es transparente y de un azul increíble.
Nuestra intención es pasar un par de días aquí y bucear, pero los dos días siguientes amanecen con veinte nudos de viento.
El lunes doce, después de comer, levantamos fondeo rumbo a Cienfuegos. El viento, aunque de proa, es muy ligero y vamos casi todo el trayecto a motor, y, como no hay apenas mar, la travesía resulta muy cómoda. La noche nos reserva una espectacular luna llena, hay tanta luz que casi parece de día. En las inmediaciones de Cienfuegos, hay una zona muy extensa en la que está prohibida la navegación, esta zona comprende Bahía de Cochinos. Julio pesca tres enormes barracudas. Es un pescado blanco delicioso, con sabor y textura entre la merluza y la lubina. Sólo hay que tener cuidado con la ciguatera, una toxina muy peligrosa que afecta especialmente a este pescado. Tras escuchar muchas teorías sobre cómo averiguar si está o no afectado, algunas tan rocambolescas como echar un pedazo a las hormigas y, si le lo comen, adelante, la más congruente es observar: si la escama sale demasiado fácilmente o la barracuda (picúa en Cuba) está blandengue, mejor deshecharla. Aunque pescándola en estos calados (1000 m) es difícil que esté afectada, es más facil que enferme la que vive en el arrecife a escaso calado, que es donde ingiere la toxina.
A las 16 horas estamos enfilando la bahía de Cienfuegos, tiene un canal de entrada bastante estrecho pero está bien balizado, que luego se abre en la enorme y preciosa Bahía de Cienfuegos.
Izamos la bandera Quebec (amarilla), obligatorio antes de hacer la entrada en el país y las autoridades sanitarias den el vistobueno.
Tras contactar por radio con la marina, amarramos en el muelle de tránsito y empezamos con los papeleos. Nos visitan a bordo las autoridades: Sanidad, Capitanía de Puerto, Migración, Aduanas....también sube a bordo un perro detector de drogas. El tema de los papeleos es bastante pesado, pero es lo que hay. Tras más de dos horas está finiquitado. Ya estamos, oficialmente, en Cuba. El personal de la Marina Cienfuegos es amabilísimo, Julia enseguida hace amigos y los agentes de Aduanas la invitan a un helado de chocolate.
El primer problema se presenta con la conexión a Internet. Hay una única red wifi, de la única empresa de telecomunicaciones, Etecsa. No hay posibilidad de conexión 3G. Así que hay que comprar una tarjeta, con clave de usuario y contraseña, y dirigirse a algún punto de la ciudad en la que estés que tenga red. El precio por hora es de dos CUC. Y, o bien haces cola en los puntos de ETECSA (una hora de espera de media) o se la compras en la calle de reventa a algún cubano (no sé cómo se las arreglan para repartir la señal desde una única tarjeta, cousas de informáticos). También hay posibilidad de conectarse al router de algún chico cubano (no sé cómo se las arreglan para repartir la señal desde una única tarjeta, cousas de informáticos), te cobran la hora a 1 CUC.
Hay hoteles, como el Nacional de La Habana, que tienen su red y cobran 7 CUC por hora. Así no se les cuela en el lobby gente que lo único que quiere es conectarse a Internet. Ironía que se llame Hotel Nacional, cuando sus precios por Internet y ya no os cuento por hospedarse, son prohibitivos para los cubanos. Y también para la mayoría de los turistas. Eso sí, el sueldo de un trabajador de estos hoteles es por término medio de 600 pesos cubanos. Y hay que decir que está en bastante mal estado, por cierto.
En Cuba hay dos monedas, el peso nacional y el CUC, o peso convertible. Un CUC viene equivaliendo (más o menos) a un euro. Y un CUC son veinticinco pesos cubanos. En general, los extranjeros pagamos en CUC y los nacionales en moneda nacional. El problema para los cubanos es que muchas cosas sólo pueden pagarse en CUC. El salario de un cardiopediatra o de un ingeniero superior es de 1200 pesos, que vienen siendo unos 50 CUC. Así que los cubanos se las ven y se las desean para conseguir CUC, más pesos cubanos también, y así acceder a muchos productos o servicios. De ahí que todos se busquen la vida, ya sea conduciendo un taxi, un bicitaxi, revendiendo tarjetas de internet, alquilando habitaciones en sus casas a los turistas, reparando toda suerte de cosas, y mil trabajos más para poder salir adelante. Lo mejor de Cuba, sin lugar a dudas: los cubanos. Alegres, amables, siempre dispuestos a ayudarte en lo que puedan y a ofrecerte su casa para invitarte a comer.
Estuvimos en Cienfuegos hace quince años, en el anterior barco, el Monca. Lo cierto es que hemos notado cierta mejora en esta ciudad en casi todo. Después de hacer cola para comprar la tarjeta para Internet, vamos al Parque José Martí para conectarnos, ya que llevamos más de diez días aislados, salvo por el teléfono satelital y el correo del barco.
Cienfuegos es una ciudad pequeña, llamada aquí “ La Perla de Cuba”, cuya vida se organiza en torno a tres ejes principales: el Parque José Martí, el Paseo del Prado y la calle peatonal. Es una ciudad muy tranquila y con mucho encanto. Y, como en toda Cuba, la música en directo está presente en muchos bares y paladares, si bien estos días están de luto oficial por la muerte del comandante y no se permite mucha jarana. Los paladares son restaurantes habilitados en casas privadas, en los que puedes comer por, aproximadamente, entre 5 y 10 CUC/pax. Pollo, cerdo o camarones. La carne de res es bastante más cara y escasa, así como la langosta. Pescado apenas se encuentra, salvo en filetes y congelado, ya que apenas cuenta Cuba con una flota de pesca.
El domingo 18 de diciembre nos fuimos a La Habana por tierra, es un trayecto de más o menos tres horas y se puede hacer en taxi por unos 50 euros/trayecto. Allí alquilamos una habitación en una casa, pues es la opción más económica, una noche con desayuno en La Habana Vieja cuesta 39 euros. Nos alojamos en casa de Mary, una habanera encantadora y amabilísima.
Como ya os conté, hace quince años estuvimos aquí y, si bien encontramos Cienfuegos algo mejor, La Habana está mucho más sucia y deteriorada. Está plagada de hermosos edificios que, tras años sin mantenimiento alguno y sobrepoblados, se caen a pedazos. De hecho muchos ya se han derrumbado. El Malecón es una sonrisa desdentada, con solares vacíos ocupando los espacios en los que antes se erigían preciosos inmuebles. También está mucho más sucia. Lo cierto es que es muy triste verla así, con cientos de edificios, verdaderas joyas arquitectónicas que, por su estado actual, son ya irrecuperables. Algún edificio se ha restaurado, principalmente los destinados a hoteles (capital mixto cubano/extranjero), embajadas y similares. Entre ellos, el Teatro Nacional de La Habana Alicia Alonso, antes Centro Gallego. Un impresionante edificio que tuvimos oportunidad de visitar. Está justo al lado del Capitolio. Durante la visita, charlamos con el Presidente de las Asociaciones Gallegas de la Habana, puesto que aún cuentan allí con unas oficinas. Me encontré con una señora de Vigo, que había vivido en la misma calle que mi abuela Lucrecia, y se acordaba de ella. Fue muy emocionante para ambas.
Pateamos la Habana los cuatro días que pasamos allí, la Habana Vieja, el Vedado, Centro Habana, Miramar, la Quinta Avenida, el Malecón...También conversamos con muchos habaneros, escuchamos música en directo, canté boleros en la Calle Obispo....
Los medios de transporte principales en la ciudad son el bicitaxi y los taxis particulares (muchos de ellos auténticas reliquias, Cadillacs, Chevrolets, Buicks...de los años 50). Los taxis oficiales, como en casi todo lo público, no hacen esfuerzo alguno en captar clientes.
También, continuando con la tradición de visitar a los “vigueses por el mundo”, quedamos con Ernesto Arbones, de Vigo, con quien cenamos y después fuimos al mítico Gato Tuerto y al Tocororo. Una noche de muchas risas!
Tras cuatro días regresamos a Cienfuegos. Vuelta a casa, al Alba Plena, para celebrar la Navidad y Fin de Año. Esperábamos al Longimanus (Íñigo y Mara) el 22, pero un par de averías gordas y el viento en contra los tienen atrapados en Gran Caimán. Esperamos despedir con ellos el año.
Anoche arribó un catamarán con bandera francesa, tripulado por Ricky, italiano, su madre y su esposa, cubana. Venían de Guadalupe, contentos de llegar tras nueve días de navegación. No pudieron bajar del barco. A la esposa de Ricky, como cubana, le está prohibido llegar en un barco. Ni aún con doble nacionalidad. Así que pusieron vigilancia para que no subiera ni bajara nadie de la embarcación, y les ordenaron salir en cuanto amaneciera. Tienen que ir al país más cercano, Gran Caimán (170 millas), y que ella venga a Cuba en avión. Después tendrá que solicitar un permiso para poder embarcar y unirse a su marido. Imaginaos qué palo. Llegar a tu país y que ni tan siquiera te dejen poner el pie en el suelo. Peeero...las cosas son así...
El 24 de diciembre, Nochebuena, cenamos a bordo. Se nos unió Giulio, del Svelosa, nuestro vecino de pantalán, un encantador italiano de Torino, que trajo un pannetone y vino de Sicilia. Pasamos una noche estupenda, visita incluida de Papá Noel a Julia.
El 28 Giulio organizó una cena, en un restaurante cienfueguero,con su hermano, que llegó esta tarde, su cuñada, de Colombia, y otros tres amigos italianos entre los que está Naif, una cantautora italiana. Tambíen se unieron Ana, de Barcelona, y Lilo, su pareja, de Torino.Una cena estupenda y, como colofón, mini concierto de Naif, que nos encantó. También canté yo y luego se nos unió un trío de música tradicional cubana, y, como dicen aquí, “se formó la corredera”! Una noche irrepetible. Lo pasamos pipa!
El 29, Giulio y su nueva tripulación zarpan hacia Cayo Largo. Y.....por fin arriba a Cienfuegos el Longimanus, con nuestros amigos Íñigo y Mara. Teníamos muchas ganas de reencontrarnos, así que más alegría.
El 30 Ana, Lilo, Mara y yo alquilamos un taxi, un coche de los años 50, y fuimos a la playa de Rancho Luna, a 45 minutos de distancia. Allí buceamos, comimos y nos reímos mucho. De vuelta, Mara y yo paramos en el Club Cienfuegos, antes Club Náutico, donde cada tarde, con las espectaculares puestas de sol en la bahía de Cienfuegos de fondo, toca un quinteto de música tradicional que da gloria escucharlos. El concierto es cada día, pero el de hoy estaba en su apogeo, toda la gente bailando y gosando. Momentos que sólo pueden vivirse en Cuba.
Como os dije antes, lo mejor de Cuba son los cubanos. Sin duda alguna. Personas alegres, cariñosas, siempre dispuestas a ayudar. Yudelsi, Mary, Fran, Adrián, Mila....Y también las amiguitas que está haciendo Julia aquí, Amelia, Camila y las que cada tarde, en el parque infantil de al lado de la marina, comparten momentos con ella mientras yo practico con la guitarra (estoy recibiendo clases con un maestro cubano, Orgly, desvelando los secretos del bolero).
El 31 organizamos cena a bordo, las tripus del Longimanus y el Alba Plena, y también Lilo y Ana. Unos días antes Julio compró un cochinillo de unos 12 kilos, cuya mitad preparó en la barbacoa y le salió estupendo. El resto de los comensales aportaron un estupendo jamón ibérico, salmón ahumado, queso Parmigiano de 18 meses, y turrón y pannetone para los postres. Improvisamos unas campanadas y tomamos las uvas. Después nos fuimos a bailar y a recibir el nuevo año como se merece. Hacía muchos años que no me reía tanto! Qué noche tan divertida!!
En otro orden de cosas mucho más prosaico, para los que gustáis de este tipo de detalles, hemos conseguido reparar el tanque de agua caliente y la hélice de proa, que metía un poco de agua (nuestra hélice de proa va metida en el casco, y la bajamos/subimos cada vez que la necesitamos, un sistema que proporciona mucha más eficacia, pero hay que estar “ al loro” de sellos y juntas tóricas). También el enrollador del génova. Hay un mecánico estupendo en la marina, Odeled, que lo repara todo. Todo, todito, todo. Lo de usar y tirar en Cuba es un lujo imposible. Todo es reparable. Y si no hay la pieza, se fabrica.
En resumen, unas navidades muy lejos de casa, de los amigos de Vigo y, por supuesto, de la familia, a la que extrañamos mucho. Pero el mar te procura amigos que lo son para toda la vida y pasan a formar parte de tu otra familia: la de los locos por el viento, el agua salada, la aventura, los amaneceres infinitos. Los que cuando vemos el mar, imaginamos infinitos caminos y esa libertad imposible de conseguir en tierra firme.
Y hasta aquí la primera parte sobre Cuba...en un par de días, el resto. Hasta entonces, besos, abrazos, amor.
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