El martes 31 de enero, tras casi dos meses en Cuba, zarpamos de la marina de Santiago de Cuba. Destino, Bahamas.
En un principio, con un viento del N-NE, logramos ir a vela por encima de los siete nudos, en un rumbo E-SE. A las 15 h el viento rola a E-SE, y baja a 7/10 nudos, con lo que encendemos motor. Al pasar por delante de la base estadounidense de Guantánamo, los US Cost Guards contantan con nosotros por radio, pidiéndonos que guardemos un respeto de 8 millas. Las autoridades cubanas nos habían advertido de dejar 6 millas, pero bueno, los US Cost Guard mandan y qué remedio que obedecer...
En torno a la medianoche, notamos que algo muy gordo se había enganchado en la hélice del motor principal. El ruido es inconfundible, así como la vibración. Se para el motor, ante la imposibilidad de giro de la hélice. Dado que es de noche, y el mar está bastante picado, decidimos posponer la operación de buceo para el día siguiente, o cuando se pueda, tal vez acercándonos a la costa, para refugiarnos del fuerte mar, o ya en destino. La noche resulta horrible, mar gruesa por la amura y viento de 20 a 25 nudos, con la hélice inutilizada. El kayak ha cambiado de banda, en un golpe de mar la puerta del microondas se abre y el plato del microondas sale volando, rompiéndose en mil cristalistos que se reparten por toda la cocina y parte del salón. Y hay que recogerlos todos, porque en el barco andamos descalzos...en suma, una nochecita de esas en las que te preguntas por qué no estarás en tu casa, en tu cama que no se mueve, y no dentro de esta especie de lavadora centrifugando a tropecientasmil vueltas en la que se convierte un barco en momentos como éste.
Al día siguiente, por la tarde, estábamos arrimaditos a la costa y Julio dispuesto a ponerse el neopreno y zambullirse, con bastante mar, y ya pensando ambos en la maniobra. Pensando porque, entre otras cosas, en caso de no llevar un cabo amarrado al barco, rescatarlo a vela sería una maniobra muy compleja. Con el barco a palo seco, balanceándose (bastante), y cuando Julio se disponía a abrir el tambucho de popa para coger los útiles de buceo, vemos una tremenda estacha por popa. Gran suerte: se aprecia una gaza en un extremo, y el chicote del otro extremo. Así que, con el bichero, enganchamos la gaza, tiramos con cuidado y voilà! Logramos desembarazarnos de la estacha, que era de nylon puro y duro (suerte que con la fricción no se derritió alrededor de la hélice) y tenía un diámetro de unos 8 centímetros de diámetro. Nos congratulamos de nuestra buena suerte, pues nos hemos ahorrado una compleja y peligrosa maniobra, principalmente por el estado de la mar.
Así que, felices como perdices, arrancamos el motor y ya podemos motovelear, lo cual nos evita tener que hacer incómodos bordos con los que avanzábamos muy poco. A las 22.30 doblamos punta del Quemado, al E de Cuba, y, en una hora, podremos poner rumbo a destino y mejorará considerablemente la navegación.
Tras la tempestad viene la calma (no sabéis cuán cierta es esta frase en el mar...). El jueves tenemos un día muy tranquilo de navegación, viento de unos 15 nudos por el través, ola tendida. Por la tarde Julio pesca un precioso dorado de un increíble color verde de unos ocho kilos. Le saca los lomos, y ...al agua. Al atardecer empezamos a quitar trapo, a fin de ralentizar y llegar al amanecer a destino.
Y por fin estamos en aguas de Bahamas (el gentilicio es bahameño, bahamiense? Alguien que nos lo aclare?). Lo cierto es que, a la vista de las cartas, Bahamas es una prueba de fuego para cualquier a marino. Por el lado del E de las islas hay gran calado, pero al W está el Gran Banco de las Bahamas. Calados escasos, la mayoría imposibles, rocas sueltas y pecios. Lo de siempre: muy atentos, no fiarse de la cartografía y lo que los ingleses llaman Eyeball Navigation, o sea, vigilar muy bien la proa, atentos a los cambios de color. Lo bueno es que las aguas son increíblemente cristalinas, hasta ahora nunca antes vimos aguas así, y hemos visto muchas aguas....Por otro lado, en lo tocante a la cartografía, comprobamos que, en Bahamas, es más fiable C-Maps (Max Sea) que Navionics. En Cuba era justamente lo contrario. Pero al menos no es como en San Blas, Panamá, donde ni la una ni la otra. Pero lo dicho: aún así, vigilando siempre la proa, con buena luz y, en la medida de lo posible, el sol por la popa.
A las 9 de la mañana del viernes 3 de febrero, estábamos fondeados en Long Island, que pertenece a las Exumas Sur. Justo al SW de la isla, al norte de Cabbage Point.
Al día siguiente, nos disponíamos a explorar buceando un pecio señalado en las cartas. Pero, al encender el motor del dinghy, nada. Que no va. Se verifica esa ya famosa frase mía “los motores de dos tiempos, esa mezcla de mecánica y chamanismo”. Pues nada, que no buceamos. El pecio está lejos y hay bastante corriente. Unos baños y listo. Permanecemos en el fondeo hasta el domingo por la tarde, para reponernos de la travesía desde Cuba. A las 14.30 levamos ancla, rumbo a Georgetown, en Great Exuma. Allí haremos los trámites de entrada e intentaremos reparar el fueraborda. Amén de preguntar por servicio para el generador, que también se ha “enfadado”. Benditas averías...podría escribir un libro con ellas. Pero, como ya he dicho, son muchas millas. Es como decidir ir en tu coche hasta China: averías tendrás...
El lunes 6, llegamos a los waypoints de aproximación a las 8 de la mañana. La carta mete miedo. Con mucho cuidado, entramos en el fondeadero de Georgetown. Hay viento y corriente, así que fondeamos lo más cerca posible del dinghy-dock. Tanto así que fondeamos con marea baja tocando levemente con la orza. Así se desprende el caracolillo...No hay problema, la arena es muy fina. Un amable norteamericano (Bahamas está plagada de barcos canadienses y, sobre todo, norteamericanos) nos da remolque con su dinghy hasta el dinghy-dock, en el interior de la laguna de Georgetown. Dejamos la basura en el lugar correspondiente (la basura, otro problema de los navegantes) y buscamos el servicio técnico del motor, lo dejamos para reparar y nos vamos a tomar una cerveza local, tradición inveterada de esta tripulación en cada país al que llega. A seis dólares la cerveza...ya sabíamos que Bahamas era caro PERO. Hacemos los papeleos de entrada, aduanas e inmigración, comemos las hamburguesas más caras de la galaxia y a las cinco vamos a recoger el motor. Unas piecitas de coste ínfimo, pero la mano de obra aquí es a 100 USD la hora. Total factura, 200 USD del ala...
Al día siguiente, toca ir al supermercado, para comprar lo imprescindible. Los precios son altísimos. Por ejemplo, un litro de leche, 4,55 USD; un limón, un dólar; la cerveza en lata, a más de 2 USD. Una cajetilla de tabaco (sí, somos fumadores ), entre 8 y 12 USD, dependiendo dónde la compres. Después de comer a bordo ( en tierra, visto lo visto, no se puede), levantamos fondeo con marea alta y nos vamos a otro fondeadero con más calado. Estamos frente a una hermosa playa, el agua increíble, se ven pasar las mantas-raya bajo el barco.
El jueves levantamos fondeo para ir a la marina Emerald Bay, al norte de la isla Great Exuma. Ya toca reponer agua y permaneceremos lo imprescindible, pues el día en marina sale a unos 120 USD...Llegamos a las 12, la marina está muy bien, el agua increíblemente limpia (una constante en Bahamas, incluso en las grandes poblaciones) y la alegría del navegante: una lavandería con lavadoras y secadoras enormes y nuevecitas. Así que...venga a hacer coladas como una posesa! Al restaurante ya ni nos atrevemos: la cuenta por cabeza sale a 160 USD. Lo cierto es que, con la salvedad de Brasil y México, o, tal vez, Colombia,no hemos estado en un país que, de promedio, sea más barato que España. Pero Bahamas es too much.
Veníamos teniendo problemas con el monitor del ordenador del barco, pues de repente se quedaba en negro. Lo cual es bastante problemático, pues en esos segundos nos quedábamos sin cartografía. Aprovecho para contactar con Luis Cortegoso (www.luiscortegoso.es), de Vigo, amigo y experto informático, especialmente en temas de redes y comunicación. Con su asistencia telefónica a más de 8.000 kms., solventamos el problema. Gracias, Luis!
Finalmente nos vemos obligados a pasar dos noches por causa del aumento de la fuerza del viento, que complicaría sobremanera la salida. El sábado a mediodía, tras repostar diesel, zarpamos. A las 16 estamos fondeando delante de una preciosa playa al W de Stocking Island, ya en los Exuma Cays.
Los Exuma Cays son una maravilla, una cadena de cayos que se extiende de S a N, la mayoría deshabitados, muchos de ellos privados o con resorts de gran lujo. Los cayos se navegan por el E casi siempre, que es donde hay calado. Para fondear, hay que ponerse al W, dado el viento dominante (E-NE), así que hay que buscar los “cuts” entre callos para poder entrar. Cerca de las entradas, con las mareas, se forman corrientes fortísimas, de suerte que, en este primer fondeo, a falta de otro mejor debido al calado, sentíamos que estábamos fondeados en un río proceloso. Aún así, nos sigue sorprendiendo la transparencia del agua. Y las playas son una maravilla, arena blanquísima y finísima, parece harina de repostería.
El lunes nos movemos a Cave Cay, en la entrada nos sorprende el fuerte oleaje debido a la corriente. Ponemos el motor a 2.400 rpm y vamos a tres nudos. Pero esta vez, el fondeo elegido se libra de la corriente. Tenemos una playa cerquita, cerquita. El agua es tan cristalina que, media hora antes de la puesta de sol, se aprecian con toda nitidez el ancla y la cadena. Exploramos con el dinghy las islitas cercanas, como Musha Cay, una isla privada en la que puedes alquilar una casa entera al módico precio por día de 25.000 USD (precio del 2004, fecha de nuestra Cruising Guide). Una nadería, vamos.
El miércoles salimos rumbo a Big Majors Cay. Llegamos a primera hora de la tarde. Entra un pequeño frente con vientos de 20/25 nudos, y unos chubascos que nos dejan la cubierta inmaculada.
A la mañana siguiente, bajamos a Pig's Beach, la playa de los famosos cerdos nadadores. Hay media docena, una de gran tamaño, y lo cierto es que es increíble ver una playa con cerdos nadando. Después vamos a visitar una pequeña marina. En los pantalanes hay tiburones nodriza. Algunos muy grandes.
A partir de este punto, se puede navegar por el W de los cayos, del lado del Bahamas Grand Bank, eso sí, con mucho cuidado. El calado es de promedio escaso y hay rocas sueltas. Nos cruzamos con bastantes barcos, muchos veleros y también muchos megayates. El viernes dormimos en Malabar Cays, ya en el parque natural Exuma Land & Sea Park. El sábado, toca ir a Highborne Cay, desde donde tomaremos la ruta hacia Nassau.
La noche en Highborne se “anima” cuando, en medio de la misma, Julio sube a cubierta y ve que un barco de vela se nos viene encima. Había garreado (el ancla no agarró y el viento lo arrastraba). A gritos despertamos a sus ocupantes, que, afortunadamente a tiempo y desafortunadamente en calzoncillos (no estaban de muy buen ver), arrancan motor y se van a buscar otro fondeo,cuando ya estábamos con las defensas en la mano ante el inminente golpe.
El domingo es el día para ir hacia Nassau, a través del Gran Banco de Bahamas. No iremos en línea recta, pues hemos de sortear los bancos White y Yellow. Así que fijamos un waypoint de referencia para pasar entre ambos. Toda la ruta transcurre con un calado promedio de cinco metros. Ojo avizor siempre.
Y, finalmente, llegamos a Nassau, desde donde os escribo. El entrar en la zona del puerto, es obligatorio pedir permiso para transitarlo a Nassau Harbour Control, y así lo hacemos. No os creáis que es fácil el inglés con acento ¿bahameño, bahamiense? por la radio VHF...
Estamos en la Marina Yacht Haven. Nassau, la capital de las Bahamas, es una populosa ciudad, destino habitual de cruceros. Es una ciudad eminentemente turística.
Trataremos de reparar el generador, y además esperamos visita. Unos queridos amigos vienen desde Vigo a pasar tres días con nosotros. Muy de agradecer, puesto que ya llevamos bastante tiempo fuera de casa y empieza a echarse de menos familia, amigos y una cama estática.
Desde Nassau, besos, abrazos, amor.
En un principio, con un viento del N-NE, logramos ir a vela por encima de los siete nudos, en un rumbo E-SE. A las 15 h el viento rola a E-SE, y baja a 7/10 nudos, con lo que encendemos motor. Al pasar por delante de la base estadounidense de Guantánamo, los US Cost Guards contantan con nosotros por radio, pidiéndonos que guardemos un respeto de 8 millas. Las autoridades cubanas nos habían advertido de dejar 6 millas, pero bueno, los US Cost Guard mandan y qué remedio que obedecer...
En torno a la medianoche, notamos que algo muy gordo se había enganchado en la hélice del motor principal. El ruido es inconfundible, así como la vibración. Se para el motor, ante la imposibilidad de giro de la hélice. Dado que es de noche, y el mar está bastante picado, decidimos posponer la operación de buceo para el día siguiente, o cuando se pueda, tal vez acercándonos a la costa, para refugiarnos del fuerte mar, o ya en destino. La noche resulta horrible, mar gruesa por la amura y viento de 20 a 25 nudos, con la hélice inutilizada. El kayak ha cambiado de banda, en un golpe de mar la puerta del microondas se abre y el plato del microondas sale volando, rompiéndose en mil cristalistos que se reparten por toda la cocina y parte del salón. Y hay que recogerlos todos, porque en el barco andamos descalzos...en suma, una nochecita de esas en las que te preguntas por qué no estarás en tu casa, en tu cama que no se mueve, y no dentro de esta especie de lavadora centrifugando a tropecientasmil vueltas en la que se convierte un barco en momentos como éste.
Al día siguiente, por la tarde, estábamos arrimaditos a la costa y Julio dispuesto a ponerse el neopreno y zambullirse, con bastante mar, y ya pensando ambos en la maniobra. Pensando porque, entre otras cosas, en caso de no llevar un cabo amarrado al barco, rescatarlo a vela sería una maniobra muy compleja. Con el barco a palo seco, balanceándose (bastante), y cuando Julio se disponía a abrir el tambucho de popa para coger los útiles de buceo, vemos una tremenda estacha por popa. Gran suerte: se aprecia una gaza en un extremo, y el chicote del otro extremo. Así que, con el bichero, enganchamos la gaza, tiramos con cuidado y voilà! Logramos desembarazarnos de la estacha, que era de nylon puro y duro (suerte que con la fricción no se derritió alrededor de la hélice) y tenía un diámetro de unos 8 centímetros de diámetro. Nos congratulamos de nuestra buena suerte, pues nos hemos ahorrado una compleja y peligrosa maniobra, principalmente por el estado de la mar.
Así que, felices como perdices, arrancamos el motor y ya podemos motovelear, lo cual nos evita tener que hacer incómodos bordos con los que avanzábamos muy poco. A las 22.30 doblamos punta del Quemado, al E de Cuba, y, en una hora, podremos poner rumbo a destino y mejorará considerablemente la navegación.
Tras la tempestad viene la calma (no sabéis cuán cierta es esta frase en el mar...). El jueves tenemos un día muy tranquilo de navegación, viento de unos 15 nudos por el través, ola tendida. Por la tarde Julio pesca un precioso dorado de un increíble color verde de unos ocho kilos. Le saca los lomos, y ...al agua. Al atardecer empezamos a quitar trapo, a fin de ralentizar y llegar al amanecer a destino.
Y por fin estamos en aguas de Bahamas (el gentilicio es bahameño, bahamiense? Alguien que nos lo aclare?). Lo cierto es que, a la vista de las cartas, Bahamas es una prueba de fuego para cualquier a marino. Por el lado del E de las islas hay gran calado, pero al W está el Gran Banco de las Bahamas. Calados escasos, la mayoría imposibles, rocas sueltas y pecios. Lo de siempre: muy atentos, no fiarse de la cartografía y lo que los ingleses llaman Eyeball Navigation, o sea, vigilar muy bien la proa, atentos a los cambios de color. Lo bueno es que las aguas son increíblemente cristalinas, hasta ahora nunca antes vimos aguas así, y hemos visto muchas aguas....Por otro lado, en lo tocante a la cartografía, comprobamos que, en Bahamas, es más fiable C-Maps (Max Sea) que Navionics. En Cuba era justamente lo contrario. Pero al menos no es como en San Blas, Panamá, donde ni la una ni la otra. Pero lo dicho: aún así, vigilando siempre la proa, con buena luz y, en la medida de lo posible, el sol por la popa.
A las 9 de la mañana del viernes 3 de febrero, estábamos fondeados en Long Island, que pertenece a las Exumas Sur. Justo al SW de la isla, al norte de Cabbage Point.
Al día siguiente, nos disponíamos a explorar buceando un pecio señalado en las cartas. Pero, al encender el motor del dinghy, nada. Que no va. Se verifica esa ya famosa frase mía “los motores de dos tiempos, esa mezcla de mecánica y chamanismo”. Pues nada, que no buceamos. El pecio está lejos y hay bastante corriente. Unos baños y listo. Permanecemos en el fondeo hasta el domingo por la tarde, para reponernos de la travesía desde Cuba. A las 14.30 levamos ancla, rumbo a Georgetown, en Great Exuma. Allí haremos los trámites de entrada e intentaremos reparar el fueraborda. Amén de preguntar por servicio para el generador, que también se ha “enfadado”. Benditas averías...podría escribir un libro con ellas. Pero, como ya he dicho, son muchas millas. Es como decidir ir en tu coche hasta China: averías tendrás...
El lunes 6, llegamos a los waypoints de aproximación a las 8 de la mañana. La carta mete miedo. Con mucho cuidado, entramos en el fondeadero de Georgetown. Hay viento y corriente, así que fondeamos lo más cerca posible del dinghy-dock. Tanto así que fondeamos con marea baja tocando levemente con la orza. Así se desprende el caracolillo...No hay problema, la arena es muy fina. Un amable norteamericano (Bahamas está plagada de barcos canadienses y, sobre todo, norteamericanos) nos da remolque con su dinghy hasta el dinghy-dock, en el interior de la laguna de Georgetown. Dejamos la basura en el lugar correspondiente (la basura, otro problema de los navegantes) y buscamos el servicio técnico del motor, lo dejamos para reparar y nos vamos a tomar una cerveza local, tradición inveterada de esta tripulación en cada país al que llega. A seis dólares la cerveza...ya sabíamos que Bahamas era caro PERO. Hacemos los papeleos de entrada, aduanas e inmigración, comemos las hamburguesas más caras de la galaxia y a las cinco vamos a recoger el motor. Unas piecitas de coste ínfimo, pero la mano de obra aquí es a 100 USD la hora. Total factura, 200 USD del ala...
Al día siguiente, toca ir al supermercado, para comprar lo imprescindible. Los precios son altísimos. Por ejemplo, un litro de leche, 4,55 USD; un limón, un dólar; la cerveza en lata, a más de 2 USD. Una cajetilla de tabaco (sí, somos fumadores ), entre 8 y 12 USD, dependiendo dónde la compres. Después de comer a bordo ( en tierra, visto lo visto, no se puede), levantamos fondeo con marea alta y nos vamos a otro fondeadero con más calado. Estamos frente a una hermosa playa, el agua increíble, se ven pasar las mantas-raya bajo el barco.
El jueves levantamos fondeo para ir a la marina Emerald Bay, al norte de la isla Great Exuma. Ya toca reponer agua y permaneceremos lo imprescindible, pues el día en marina sale a unos 120 USD...Llegamos a las 12, la marina está muy bien, el agua increíblemente limpia (una constante en Bahamas, incluso en las grandes poblaciones) y la alegría del navegante: una lavandería con lavadoras y secadoras enormes y nuevecitas. Así que...venga a hacer coladas como una posesa! Al restaurante ya ni nos atrevemos: la cuenta por cabeza sale a 160 USD. Lo cierto es que, con la salvedad de Brasil y México, o, tal vez, Colombia,no hemos estado en un país que, de promedio, sea más barato que España. Pero Bahamas es too much.
Veníamos teniendo problemas con el monitor del ordenador del barco, pues de repente se quedaba en negro. Lo cual es bastante problemático, pues en esos segundos nos quedábamos sin cartografía. Aprovecho para contactar con Luis Cortegoso (www.luiscortegoso.es), de Vigo, amigo y experto informático, especialmente en temas de redes y comunicación. Con su asistencia telefónica a más de 8.000 kms., solventamos el problema. Gracias, Luis!
Finalmente nos vemos obligados a pasar dos noches por causa del aumento de la fuerza del viento, que complicaría sobremanera la salida. El sábado a mediodía, tras repostar diesel, zarpamos. A las 16 estamos fondeando delante de una preciosa playa al W de Stocking Island, ya en los Exuma Cays.
Los Exuma Cays son una maravilla, una cadena de cayos que se extiende de S a N, la mayoría deshabitados, muchos de ellos privados o con resorts de gran lujo. Los cayos se navegan por el E casi siempre, que es donde hay calado. Para fondear, hay que ponerse al W, dado el viento dominante (E-NE), así que hay que buscar los “cuts” entre callos para poder entrar. Cerca de las entradas, con las mareas, se forman corrientes fortísimas, de suerte que, en este primer fondeo, a falta de otro mejor debido al calado, sentíamos que estábamos fondeados en un río proceloso. Aún así, nos sigue sorprendiendo la transparencia del agua. Y las playas son una maravilla, arena blanquísima y finísima, parece harina de repostería.
El lunes nos movemos a Cave Cay, en la entrada nos sorprende el fuerte oleaje debido a la corriente. Ponemos el motor a 2.400 rpm y vamos a tres nudos. Pero esta vez, el fondeo elegido se libra de la corriente. Tenemos una playa cerquita, cerquita. El agua es tan cristalina que, media hora antes de la puesta de sol, se aprecian con toda nitidez el ancla y la cadena. Exploramos con el dinghy las islitas cercanas, como Musha Cay, una isla privada en la que puedes alquilar una casa entera al módico precio por día de 25.000 USD (precio del 2004, fecha de nuestra Cruising Guide). Una nadería, vamos.
El miércoles salimos rumbo a Big Majors Cay. Llegamos a primera hora de la tarde. Entra un pequeño frente con vientos de 20/25 nudos, y unos chubascos que nos dejan la cubierta inmaculada.
A la mañana siguiente, bajamos a Pig's Beach, la playa de los famosos cerdos nadadores. Hay media docena, una de gran tamaño, y lo cierto es que es increíble ver una playa con cerdos nadando. Después vamos a visitar una pequeña marina. En los pantalanes hay tiburones nodriza. Algunos muy grandes.
A partir de este punto, se puede navegar por el W de los cayos, del lado del Bahamas Grand Bank, eso sí, con mucho cuidado. El calado es de promedio escaso y hay rocas sueltas. Nos cruzamos con bastantes barcos, muchos veleros y también muchos megayates. El viernes dormimos en Malabar Cays, ya en el parque natural Exuma Land & Sea Park. El sábado, toca ir a Highborne Cay, desde donde tomaremos la ruta hacia Nassau.
La noche en Highborne se “anima” cuando, en medio de la misma, Julio sube a cubierta y ve que un barco de vela se nos viene encima. Había garreado (el ancla no agarró y el viento lo arrastraba). A gritos despertamos a sus ocupantes, que, afortunadamente a tiempo y desafortunadamente en calzoncillos (no estaban de muy buen ver), arrancan motor y se van a buscar otro fondeo,cuando ya estábamos con las defensas en la mano ante el inminente golpe.
El domingo es el día para ir hacia Nassau, a través del Gran Banco de Bahamas. No iremos en línea recta, pues hemos de sortear los bancos White y Yellow. Así que fijamos un waypoint de referencia para pasar entre ambos. Toda la ruta transcurre con un calado promedio de cinco metros. Ojo avizor siempre.
Y, finalmente, llegamos a Nassau, desde donde os escribo. El entrar en la zona del puerto, es obligatorio pedir permiso para transitarlo a Nassau Harbour Control, y así lo hacemos. No os creáis que es fácil el inglés con acento ¿bahameño, bahamiense? por la radio VHF...
Estamos en la Marina Yacht Haven. Nassau, la capital de las Bahamas, es una populosa ciudad, destino habitual de cruceros. Es una ciudad eminentemente turística.
Trataremos de reparar el generador, y además esperamos visita. Unos queridos amigos vienen desde Vigo a pasar tres días con nosotros. Muy de agradecer, puesto que ya llevamos bastante tiempo fuera de casa y empieza a echarse de menos familia, amigos y una cama estática.
Desde Nassau, besos, abrazos, amor.