El miércoles 16 de diciembre largamos trapo, rumbo a Salvador de Bahía. Un destino que quedó pendiente hace 10 años, cuando Julio y yo cruzamos solos el charco, ya que no disponíamos de tanto tiempo como esta vez y, dado que el siguiente destino es el Caribe, todo lo que se baja, después hay que subirlo. Pero nos quedamos con las ganas y esta vez saldaremos la cuenta.
Nos encontramos con viento y mar gruesa por la amura de babor, vamos rápido y en las primeras veinticuatro horas hacemos 160 millas.
El jueves amaina el viento, subimos la entrepalos. Cuando hay que cargar baterías, aprovechamos y ponemos el motor a 1200 vueltas para apoyar un poquito. Nuestra idea es alcanzar Salvador el domingo. El viernes, seguimos con todo el trapo largado, el viento escasea. Por fin a media tarde aumenta y se entabla por el través, de modo que al ratito tenemos que poner rizos en génova y mayor. Con el viento en 20 nudos, la entrepalos va al máximo. Unas rachas superan esa velocidad y ¡bum!la entrepalos rompe cerca del puño de driza, vela al agua, abatimos el barco y en cinco minutos tenemos la vela empapada en la bañera, sin más problemas.
Por fin, el domingo a media mañana tenemos Salvador de Bahía a la vista. La ciudad es enorme, y la ilusión que nos hace también. Pasamos por delante de la playa de Itapuâ, que mi admirado Vinicius de Moraes inmortalizó en la mítica “Tarde em Itapuâ”. Por supuesto, la banda sonora de la aproximación a Bahía es el famoso concierto en La Fusa, Buenos Aires, con Toquinho, Maria Creuza y Maria Bethania (Vinicius estaba entonces exiliado en Argentina).
Nuestro primer destino es la isla de Itaparica, frente a Salvador, en la Bahía de Todos Os Santos. Nuestra amiga Pili Peláez, que vive allí, ha hecho una reserva para nosotros en la marina. La bahía nos sorprende, sus dimensiones son increíbles. A las cuatro de la tarde, y de nuevo con una maniobra de atraque impecable, como tenemos por costumbre (disculpad la inmodestia!), pisamos Itaparica. Nos reciben Pili y Sos, con unas caipiroscas de frutas, en el puerto tomamos otra más y nos vamos en el bugui de Pili hacia la zona de Mar Grande, donde ellos viven, a cenar unas pizzas.
El lunes toca mantenimiento, subir al palo de mesana a recuperar la driza de la entrepalos, ya que el puño de la misma había quedado a tope de palo; subir a la mayor, colocar bien las luces de navegación, ya que se habían girado y podían provocar confusión. Sabed que los barcos llevan una luz roja a babor y otra a estribor. Una cosa curiosa es que, mientras en Europa al entrar en puerto las luces que marcan el canal están colocadas de forma que has de poner roja con roja y verde con verde, es decir, roja a estribor y verde a babor, de este lado del oceáno es al revés, es decir, has de poner roja con verde y verde con roja (siento si os he liado un poco). También, en el palo mayor, Julio comprueba el funcionamiento del ratón del balooner. Asimismo, sustitución de los remaches del tangón de estribor y buscar alguien que pueda repararnos la vela; lavado de membranas de la desalinizadora, apriete de manguitos de la misma; limpieza y zafarrancho general. La lavadora nos da un disgusto, no funciona y, según el código de fallo que da, se trata de la tarjeta electrónica. Problema que suponemos difícil de solventar, toda vez que la lavadora es de fabricación europea y aquí ni conocen esta marca. Habrá que buscar una nueva, ésta ya tiene 10 años y nos tememos se trate de un flagrante caso de obsolescencia programada.
El martes nos entregan la vela a la hora pactada, conseguimos que sólo nos cobren un día de marina por simpáticos y salimos hacia Salvador. El precio de la marina en esta zona es de aproximadamente 20 euros al día.
Atracamos en el Centro Náutico de Bahía, hay otra marina , con más servicios y también más cara, pero nos decantamos por ésta, toda vez que está en el centro de la ciudad, justo enfrente del elevador Lacerda, un magnífico ejemplo de arquitectura art decó, que comunica la zona baja de Salvador con la zona alta, léase Pelourinho o centro histórico de la ciudad y joyita donde las haya. Además, nos enteramos de que el Reveillon (Fiesta Fin de Año) se celebrará justo aquí. Serán cinco días de fiesta (cinco!!!), con conciertos (incluyendo a Ivete Sangalo, Olodum, Daniela Mercury.....hasta 300 artistas, y los fuegos artificiales los tirarán desde el espigón frente a nuestra proa.
Vamos a comer a un restaurante ao quilo, que es un bufet donde pagas la comida al peso. Comemos de maravilla, muy variado y fresquito. Después quedamos con Bruno, primo de nuestra querida Montse Juncal. Nos explica algunas cosillas de la zona, es monitor de buceo y tal vez quedemos con él para hacer alguna inmersión, ya que , al parecer, en la bahía hay muchos pecios de barcos del XVII y XVIII.
Por la tarde, después de despedir a Hannah, que se va una semana a Vigo, vamos a un enorme shopping center, a ver si encontramos una lavadora. No hay suerte: las máquinas de aquí son enormes, americanas. La nuestra va encajada en un mueble y ha de tener, por tanto, unas medidas determinadas, así que tendremos que esperar a la Guyana Francesa o Martinica, departamentos de Francia donde suponemos podremos encontrar otra. Al menos eso nos dice nuestro vecino de pantalán, un médico francés que vivió 30 años en la Guyana como médico militar. Tras salir del centro comercial, nos recogen Pili, Sos y su amiga Graça. Los martes en el Pelourinho hay festa rachada y ahí que nos vamos. Empezamos tomando el tradicional Cravinho, chupito de clavo y canela, inspirado en la novela de Jorge Amado “Gabriela, Clavo y Canela” que, por cierto, releí entre Noronha y Bahía. La plaza está animadísima, es un lugar precioso, arquitectura colonial por todas partes, color y calor. Ni que decir tiene que lo pasamos pipa. Esto es bastante seguro, hay mucha presencia policial, que impresiona un poco, ya que van armados a tope, con chaleco antibalas y son grandes como armarios de dos cuerpos.
Al día siguiente, compra, compras y colocar lucecitas de colores alrededor de la mesana. La Nochebuena la pasaremos en Itaparica, en casa de Pili. Así que el jueves cogemos la lancha que nos lleva a la isla, una embarcación que va hasta arriba de gente y tarda 45 minutos en hacer el recorrido. Cenamos los cinco y Paolo, un amigo italiano de Pili y Sos que también vive aquí. Un lujo, cenar viendo el skyline de Salvador, rodeados de palmeras y con una brisa templadita que da gusto. El viernes nos levantamos tarde, comimos un churrasco y fuimos a dar una vuelta por la isla. Volvemos agotados al barco, cena, peli y relax.
El sábado 26 quedamos con Graça, que es guía turística (aparte de una mujer encantadora) , nos lleva a Praia do Forte, un paraíso donde además se encuentra una sede del Projeto Tamar, una iniciativa para proteger a las tortugas marinas, en peligro de extinción. Muy interesante, vemos ejemplares de varias especies y también crías (una monada!)
El domingo, día tranquilo, visitamos el Pelourinho de día, y encontramos un sitio muito charmoso para comer en pleno barrio, Casa Amarelinho, tranquilo, bonito y con wifi. Aquí en Brasil el tema internet es complicado para los turistas, no hay sistemas prepago.
El lunes vamos a conocer otra zona de la ciudad, Farol da Barra. Paseamos y después nos volvemos al puerto, ya que hoy comienzan los conciertos del Reveillon , vemos a Ilê Aiyê (música afrobrasileña) y a Jota Quest (funky). Es un escenario enorme, un montaje increíble (Geles, tomé nota!!). Lo que no falta es cerveza, en mi vida vi tantas neveras y vendedores ambulantes. Si quieres una birrita no tienes ni que moverte. La entrada es libre y cuando nos vamos, empieza a llenarse. Los conciertos se prolongarán hasta las tres de la madrugada.
Al día siguiente, tomamos el elevador Lacerda y vamos a conocer la Avenida Sete (léase “Sechi”) o la Babilonia, como la llaman aquí, un área repleta de tiendas de todo tipo con productos muy baratos y calidad en consonancia. Pero vale la pena.
Salvador es maravillosa, tiene unos edificios increíblemente bonitos , muchísima arquitectura art decó y, afortunadamente, están empezando a rehabilitarlos (compañeiros da XMU de Vigo, no sabéis el cholliño que tendría aquí el departamento de Conservación ;).
Por la noche volvió Hannah, gran recibimiento a bordo. Nos trajo de regalo embutido español, además de Pajariel, nuestra marca berciana favorita (besos, Roberto Marqués!)
Y mañana toca despedir este 2015, que os deseamos muy próspero.
Desde la maravillosa y repleta de luces y sombras Salvador de Bahía, besos, abrazos, amor.
Nos encontramos con viento y mar gruesa por la amura de babor, vamos rápido y en las primeras veinticuatro horas hacemos 160 millas.
El jueves amaina el viento, subimos la entrepalos. Cuando hay que cargar baterías, aprovechamos y ponemos el motor a 1200 vueltas para apoyar un poquito. Nuestra idea es alcanzar Salvador el domingo. El viernes, seguimos con todo el trapo largado, el viento escasea. Por fin a media tarde aumenta y se entabla por el través, de modo que al ratito tenemos que poner rizos en génova y mayor. Con el viento en 20 nudos, la entrepalos va al máximo. Unas rachas superan esa velocidad y ¡bum!la entrepalos rompe cerca del puño de driza, vela al agua, abatimos el barco y en cinco minutos tenemos la vela empapada en la bañera, sin más problemas.
Por fin, el domingo a media mañana tenemos Salvador de Bahía a la vista. La ciudad es enorme, y la ilusión que nos hace también. Pasamos por delante de la playa de Itapuâ, que mi admirado Vinicius de Moraes inmortalizó en la mítica “Tarde em Itapuâ”. Por supuesto, la banda sonora de la aproximación a Bahía es el famoso concierto en La Fusa, Buenos Aires, con Toquinho, Maria Creuza y Maria Bethania (Vinicius estaba entonces exiliado en Argentina).
Nuestro primer destino es la isla de Itaparica, frente a Salvador, en la Bahía de Todos Os Santos. Nuestra amiga Pili Peláez, que vive allí, ha hecho una reserva para nosotros en la marina. La bahía nos sorprende, sus dimensiones son increíbles. A las cuatro de la tarde, y de nuevo con una maniobra de atraque impecable, como tenemos por costumbre (disculpad la inmodestia!), pisamos Itaparica. Nos reciben Pili y Sos, con unas caipiroscas de frutas, en el puerto tomamos otra más y nos vamos en el bugui de Pili hacia la zona de Mar Grande, donde ellos viven, a cenar unas pizzas.
El lunes toca mantenimiento, subir al palo de mesana a recuperar la driza de la entrepalos, ya que el puño de la misma había quedado a tope de palo; subir a la mayor, colocar bien las luces de navegación, ya que se habían girado y podían provocar confusión. Sabed que los barcos llevan una luz roja a babor y otra a estribor. Una cosa curiosa es que, mientras en Europa al entrar en puerto las luces que marcan el canal están colocadas de forma que has de poner roja con roja y verde con verde, es decir, roja a estribor y verde a babor, de este lado del oceáno es al revés, es decir, has de poner roja con verde y verde con roja (siento si os he liado un poco). También, en el palo mayor, Julio comprueba el funcionamiento del ratón del balooner. Asimismo, sustitución de los remaches del tangón de estribor y buscar alguien que pueda repararnos la vela; lavado de membranas de la desalinizadora, apriete de manguitos de la misma; limpieza y zafarrancho general. La lavadora nos da un disgusto, no funciona y, según el código de fallo que da, se trata de la tarjeta electrónica. Problema que suponemos difícil de solventar, toda vez que la lavadora es de fabricación europea y aquí ni conocen esta marca. Habrá que buscar una nueva, ésta ya tiene 10 años y nos tememos se trate de un flagrante caso de obsolescencia programada.
El martes nos entregan la vela a la hora pactada, conseguimos que sólo nos cobren un día de marina por simpáticos y salimos hacia Salvador. El precio de la marina en esta zona es de aproximadamente 20 euros al día.
Atracamos en el Centro Náutico de Bahía, hay otra marina , con más servicios y también más cara, pero nos decantamos por ésta, toda vez que está en el centro de la ciudad, justo enfrente del elevador Lacerda, un magnífico ejemplo de arquitectura art decó, que comunica la zona baja de Salvador con la zona alta, léase Pelourinho o centro histórico de la ciudad y joyita donde las haya. Además, nos enteramos de que el Reveillon (Fiesta Fin de Año) se celebrará justo aquí. Serán cinco días de fiesta (cinco!!!), con conciertos (incluyendo a Ivete Sangalo, Olodum, Daniela Mercury.....hasta 300 artistas, y los fuegos artificiales los tirarán desde el espigón frente a nuestra proa.
Vamos a comer a un restaurante ao quilo, que es un bufet donde pagas la comida al peso. Comemos de maravilla, muy variado y fresquito. Después quedamos con Bruno, primo de nuestra querida Montse Juncal. Nos explica algunas cosillas de la zona, es monitor de buceo y tal vez quedemos con él para hacer alguna inmersión, ya que , al parecer, en la bahía hay muchos pecios de barcos del XVII y XVIII.
Por la tarde, después de despedir a Hannah, que se va una semana a Vigo, vamos a un enorme shopping center, a ver si encontramos una lavadora. No hay suerte: las máquinas de aquí son enormes, americanas. La nuestra va encajada en un mueble y ha de tener, por tanto, unas medidas determinadas, así que tendremos que esperar a la Guyana Francesa o Martinica, departamentos de Francia donde suponemos podremos encontrar otra. Al menos eso nos dice nuestro vecino de pantalán, un médico francés que vivió 30 años en la Guyana como médico militar. Tras salir del centro comercial, nos recogen Pili, Sos y su amiga Graça. Los martes en el Pelourinho hay festa rachada y ahí que nos vamos. Empezamos tomando el tradicional Cravinho, chupito de clavo y canela, inspirado en la novela de Jorge Amado “Gabriela, Clavo y Canela” que, por cierto, releí entre Noronha y Bahía. La plaza está animadísima, es un lugar precioso, arquitectura colonial por todas partes, color y calor. Ni que decir tiene que lo pasamos pipa. Esto es bastante seguro, hay mucha presencia policial, que impresiona un poco, ya que van armados a tope, con chaleco antibalas y son grandes como armarios de dos cuerpos.
Al día siguiente, compra, compras y colocar lucecitas de colores alrededor de la mesana. La Nochebuena la pasaremos en Itaparica, en casa de Pili. Así que el jueves cogemos la lancha que nos lleva a la isla, una embarcación que va hasta arriba de gente y tarda 45 minutos en hacer el recorrido. Cenamos los cinco y Paolo, un amigo italiano de Pili y Sos que también vive aquí. Un lujo, cenar viendo el skyline de Salvador, rodeados de palmeras y con una brisa templadita que da gusto. El viernes nos levantamos tarde, comimos un churrasco y fuimos a dar una vuelta por la isla. Volvemos agotados al barco, cena, peli y relax.
El sábado 26 quedamos con Graça, que es guía turística (aparte de una mujer encantadora) , nos lleva a Praia do Forte, un paraíso donde además se encuentra una sede del Projeto Tamar, una iniciativa para proteger a las tortugas marinas, en peligro de extinción. Muy interesante, vemos ejemplares de varias especies y también crías (una monada!)
El domingo, día tranquilo, visitamos el Pelourinho de día, y encontramos un sitio muito charmoso para comer en pleno barrio, Casa Amarelinho, tranquilo, bonito y con wifi. Aquí en Brasil el tema internet es complicado para los turistas, no hay sistemas prepago.
El lunes vamos a conocer otra zona de la ciudad, Farol da Barra. Paseamos y después nos volvemos al puerto, ya que hoy comienzan los conciertos del Reveillon , vemos a Ilê Aiyê (música afrobrasileña) y a Jota Quest (funky). Es un escenario enorme, un montaje increíble (Geles, tomé nota!!). Lo que no falta es cerveza, en mi vida vi tantas neveras y vendedores ambulantes. Si quieres una birrita no tienes ni que moverte. La entrada es libre y cuando nos vamos, empieza a llenarse. Los conciertos se prolongarán hasta las tres de la madrugada.
Al día siguiente, tomamos el elevador Lacerda y vamos a conocer la Avenida Sete (léase “Sechi”) o la Babilonia, como la llaman aquí, un área repleta de tiendas de todo tipo con productos muy baratos y calidad en consonancia. Pero vale la pena.
Salvador es maravillosa, tiene unos edificios increíblemente bonitos , muchísima arquitectura art decó y, afortunadamente, están empezando a rehabilitarlos (compañeiros da XMU de Vigo, no sabéis el cholliño que tendría aquí el departamento de Conservación ;).
Por la noche volvió Hannah, gran recibimiento a bordo. Nos trajo de regalo embutido español, además de Pajariel, nuestra marca berciana favorita (besos, Roberto Marqués!)
Y mañana toca despedir este 2015, que os deseamos muy próspero.
Desde la maravillosa y repleta de luces y sombras Salvador de Bahía, besos, abrazos, amor.