El martes 3 de febrero salimos de la pequeña marina de Degrad des Cannes, coincidiendo con la pleamar, pues el calado en el canal es justito, justito. En unas seis horas, con bastante mar de través, estábamos fondeando en las Islas del Diablo, pertenecientes también a la Guyana y, por consiguiente, a Francia.
Este archipiélago consta de tres islas, la del Rey, la del Diablo y la de San José. Son famosas porque allí se encontraba la cárcel, llamada Le Bagne, retratada en la novela (después llevada al cine) Papillon.
El miércoles, Julio se queda a bordo a hacer pequeños trabajos en el barco y Julia, Hannah y yo bajamos a tierra en la Isla del Rey, que es donde se encuentran los restos del penal.
La isla tiene una vegetación exhuberante, si bien el agua está bastante turbia debido al río que desemboca en Kourou, que está enfrente.
Recorremos los restos del penal. Fue establecido en 1851 por Napoleón III para albergar todo tipo de prisioneros, desde asesinos a criminales políticos. Fue clausurado en 1946. el propio autor de Papillon, Henri Charrière, estuvo preso allí (y logró fugarse) y de ahí la novela, si bien se basó en un libro anterior “La Guillotina Seca”, de René Belbenoit, novela muy censurada por el gobierno francés. Por allí pasaron más de 80.000 prisioneros, muchos de los cuales, debido a las terribles condiciones sanitarias de la isla, nunca volvieron. La única fuga posible era en bote, para luego atravesar una peligrosa selva. El complejo consta de varias edificaciones, amén de lo que fueron las celdas de los presos (os aseguro que te recorre un escalofrío al verlas), las casas de los funcionarios, la del Gobernador, un hospital, una iglesia etc.
El complejo está muy bien cuidado, lo cierto es que la vegetación es increíble. Además, vemos pavos reales, guacamayos, iguanas.... se pasean por allí como si nada, y, claro, alucinamos, especialmente Julia. Y nuestro Ron, que se escapa corriendo detrás de algun bicho. Volvemos al dingui por un sendero y, esta vez, vemos cantidad de monos. Cantidad. De tamaño mediano, saltan de palmera en palmera por encima de nuestras cabezas. Alguno se encara con Ron, deben estar más acostumbrados a los humanos que a los perros.
En resumen, volvimos entusiasmadas al barco. El jueves volvemos a bajar, esta vez con Julio, y recorremos toda la isla por un sendero que la circunda. El paisaje no puede ser más bonito, selva tropical en todo su esplendor. Y de nuevo multitud de animales.
Por la tarde, Julia y Hannah se van a dar una vuelta con el kayak, ven muchas tortugas marinas, más iguanas y más monos. Incluso se disputan unos cocos. Imaginaos cómo disfruta esto una niña de nueve años. Si bien la idea era salir a la puesta de sol, decidimos posponerlo a la madrugada siguiente.
Así que el viernes salimos de las islas, el primer tramo es bastante duro, viento y mar en la nariz, pero hay que evitar unos bajos y una zona no cartografiada. Una vez fuera, tenemos viento de 18 a 25 nudos por la amura de estribor y, de nuevo, la alfombra mágica, que discurre paralela a la costa, más o menos donde termina la plataforma continental. De este modo recorremos más de 200 millas las primeras 24 horas. Y esoque rizamos las velas para dormir mejor. Cosa harto difícil. El viento alcanza por momentos los 30 nudos. El viento va rolando de amura a través y viceversa, y a veces alguna ola rompe barre la cubierta o rompe contra el casco. La altura de la ola es de 4 a 6 metros. La escora es bastante, de suerte que nos pasaremos la travesía cuesta arriba, cuesta abajo. Cuando navegamos con bastante escora, es durillo. Las cosas cotidianas se complican. Por ejemplo, te sientas a la mesa y mientras con una mano sujetas el plato/tenedor, con la otra sujetas el vaso. Hay que ser muy cuidadosos con tareas como la cocina, ya se sabe que lo mejor para los accidentes es la prevención. Lo de dormir también es complicado, excepto en el caso de la pequeña grumete, que duerme toda la noche del tirón. Para nosotros, entre las guardias, la escora, el movimiento etc es más complicado.
El sábado es el cumpleaños de Hannah, pero en estas condiciones decidimos aplazar la celebración. No sé de ningún cumpleaños celebrado dentro de una lavadora centrifugando....
Tras una travesía verdaderamente dura, arribamos a Barbados. Ralentizamos el barco para entrar en la bahía donde se encuentra Bridgetown, la capital, con las primeras luces del día. Siempre hay que entrar de día para evitar imprevistos desagradables. Enseguida bajamos a tierra y cambiamos dinero (dólar Barbados). Nuestra intención era avituallarnos de fruta y verduras frescas. Pero la oferta es escasa y carísima. Ejemplo: una piña, seis euros. En Brasil , costaba menos de uno. No es que esperáramos lo mismo, peeeero....aún así nos hacemos con unos tomates, unos pimientos y unas bananas. Bridgetown no nos parece un lugar especialmente bonito, así que decidimos subir despacito al día siguiente a Port St Charles.
Pasamos el día fondeados en una playa entre Bridgetown y Port St Charles, Paynes Bay, baños, buceo etc.
Llegamos al atardece a Port St Charles, no hay plaza en la marina, así que fondeamos. Bajamos a tierra y hacemos los papeles (inmigración, aduanas, sanidad, Capitanía). Un taxi nos lleva al “centro” por el “módico” precio de 25 euros (10 minutos de carrera). El lugar es de lo más curioso, una manzana de tiendas (Cartier, Bvlgari, Tiffany's, Louis Vuitton, Burberry.....) y la otra de restaurantes. Un vistazo a los menús y nos damos cuenta de que es carísimo. Pero carísimo de verdad. Finalmente elegimos uno y cenamos (sólo decentemente, hablando en términos de calidad/precio). Cero animado, casi nadie por la calle.Nos volvemos al barco en otro taxi. En resumen, Barbados es un sitio MUY caro y con poco que hacer, aparte de ir a la playa y a Cartier (si puedes). Sabedores de que hay OTRO Caribe, decidimos irnos al día siguiente, así que toca por la mañana hacer los trámites de salida. Otras casi dos horas perdidas.....por la tarde, buceando, Julia ve tortugas y nada entre ellas, coge una y la sube al barco para hacerse una foto con ella. Cualquiera le dice que no....después la devuelve al mar, echándose ella también con la tortuga a nadar. Nos vamos a la puesta de sol. Destino: Martinica.
Nos separan cien millas, dado lo recorrido, éso no es nada. Así que por la mañana alcanzamos la bahía de St Anne, al SE de Le Marin, donde tenemos reservada plaza de atraque para el domingo. En Le Marin hay una base de Amel, el astillero de nuestro barco, y hemos de hacer algunas reparaciones. Amén de conseguir una lavadora, ya que los productos son europeos, toda vez que Martinica es un departamento de Francia. Además de solucionar el problema con la antena del satélite.
Pasamos en St Anne un par de días, es una enorme bahía, llena de barcos. En tierra hay un par de sitios muy agradables y ¡ b
oulangeries!! croissants y pan de verdad en pleno Caribe. Hacía meses que no comíamos un buen pan (aparte del que hacemos en el barco, obviamente!).
El domingo por la mañana llegamos a Le Marin. Hay una enorme marina y multitud de servicios para los barcos. Toca darle unos mimitos al barco (bien los merece) y pertrechar, aprovechando que aquí la oferta es muy extensa, todos los productos que pudieras encontrar en Francia más los locales. Tocan días de pantalán y actividad a tope.
Y prepararnos, porque el lunes....recibimos invitados!!! pero eso toca en el próximo episodio. Hasta entonces, desde Martinica, besos, abrazos, amor.
Este archipiélago consta de tres islas, la del Rey, la del Diablo y la de San José. Son famosas porque allí se encontraba la cárcel, llamada Le Bagne, retratada en la novela (después llevada al cine) Papillon.
El miércoles, Julio se queda a bordo a hacer pequeños trabajos en el barco y Julia, Hannah y yo bajamos a tierra en la Isla del Rey, que es donde se encuentran los restos del penal.
La isla tiene una vegetación exhuberante, si bien el agua está bastante turbia debido al río que desemboca en Kourou, que está enfrente.
Recorremos los restos del penal. Fue establecido en 1851 por Napoleón III para albergar todo tipo de prisioneros, desde asesinos a criminales políticos. Fue clausurado en 1946. el propio autor de Papillon, Henri Charrière, estuvo preso allí (y logró fugarse) y de ahí la novela, si bien se basó en un libro anterior “La Guillotina Seca”, de René Belbenoit, novela muy censurada por el gobierno francés. Por allí pasaron más de 80.000 prisioneros, muchos de los cuales, debido a las terribles condiciones sanitarias de la isla, nunca volvieron. La única fuga posible era en bote, para luego atravesar una peligrosa selva. El complejo consta de varias edificaciones, amén de lo que fueron las celdas de los presos (os aseguro que te recorre un escalofrío al verlas), las casas de los funcionarios, la del Gobernador, un hospital, una iglesia etc.
El complejo está muy bien cuidado, lo cierto es que la vegetación es increíble. Además, vemos pavos reales, guacamayos, iguanas.... se pasean por allí como si nada, y, claro, alucinamos, especialmente Julia. Y nuestro Ron, que se escapa corriendo detrás de algun bicho. Volvemos al dingui por un sendero y, esta vez, vemos cantidad de monos. Cantidad. De tamaño mediano, saltan de palmera en palmera por encima de nuestras cabezas. Alguno se encara con Ron, deben estar más acostumbrados a los humanos que a los perros.
En resumen, volvimos entusiasmadas al barco. El jueves volvemos a bajar, esta vez con Julio, y recorremos toda la isla por un sendero que la circunda. El paisaje no puede ser más bonito, selva tropical en todo su esplendor. Y de nuevo multitud de animales.
Por la tarde, Julia y Hannah se van a dar una vuelta con el kayak, ven muchas tortugas marinas, más iguanas y más monos. Incluso se disputan unos cocos. Imaginaos cómo disfruta esto una niña de nueve años. Si bien la idea era salir a la puesta de sol, decidimos posponerlo a la madrugada siguiente.
Así que el viernes salimos de las islas, el primer tramo es bastante duro, viento y mar en la nariz, pero hay que evitar unos bajos y una zona no cartografiada. Una vez fuera, tenemos viento de 18 a 25 nudos por la amura de estribor y, de nuevo, la alfombra mágica, que discurre paralela a la costa, más o menos donde termina la plataforma continental. De este modo recorremos más de 200 millas las primeras 24 horas. Y esoque rizamos las velas para dormir mejor. Cosa harto difícil. El viento alcanza por momentos los 30 nudos. El viento va rolando de amura a través y viceversa, y a veces alguna ola rompe barre la cubierta o rompe contra el casco. La altura de la ola es de 4 a 6 metros. La escora es bastante, de suerte que nos pasaremos la travesía cuesta arriba, cuesta abajo. Cuando navegamos con bastante escora, es durillo. Las cosas cotidianas se complican. Por ejemplo, te sientas a la mesa y mientras con una mano sujetas el plato/tenedor, con la otra sujetas el vaso. Hay que ser muy cuidadosos con tareas como la cocina, ya se sabe que lo mejor para los accidentes es la prevención. Lo de dormir también es complicado, excepto en el caso de la pequeña grumete, que duerme toda la noche del tirón. Para nosotros, entre las guardias, la escora, el movimiento etc es más complicado.
El sábado es el cumpleaños de Hannah, pero en estas condiciones decidimos aplazar la celebración. No sé de ningún cumpleaños celebrado dentro de una lavadora centrifugando....
Tras una travesía verdaderamente dura, arribamos a Barbados. Ralentizamos el barco para entrar en la bahía donde se encuentra Bridgetown, la capital, con las primeras luces del día. Siempre hay que entrar de día para evitar imprevistos desagradables. Enseguida bajamos a tierra y cambiamos dinero (dólar Barbados). Nuestra intención era avituallarnos de fruta y verduras frescas. Pero la oferta es escasa y carísima. Ejemplo: una piña, seis euros. En Brasil , costaba menos de uno. No es que esperáramos lo mismo, peeeero....aún así nos hacemos con unos tomates, unos pimientos y unas bananas. Bridgetown no nos parece un lugar especialmente bonito, así que decidimos subir despacito al día siguiente a Port St Charles.
Pasamos el día fondeados en una playa entre Bridgetown y Port St Charles, Paynes Bay, baños, buceo etc.
Llegamos al atardece a Port St Charles, no hay plaza en la marina, así que fondeamos. Bajamos a tierra y hacemos los papeles (inmigración, aduanas, sanidad, Capitanía). Un taxi nos lleva al “centro” por el “módico” precio de 25 euros (10 minutos de carrera). El lugar es de lo más curioso, una manzana de tiendas (Cartier, Bvlgari, Tiffany's, Louis Vuitton, Burberry.....) y la otra de restaurantes. Un vistazo a los menús y nos damos cuenta de que es carísimo. Pero carísimo de verdad. Finalmente elegimos uno y cenamos (sólo decentemente, hablando en términos de calidad/precio). Cero animado, casi nadie por la calle.Nos volvemos al barco en otro taxi. En resumen, Barbados es un sitio MUY caro y con poco que hacer, aparte de ir a la playa y a Cartier (si puedes). Sabedores de que hay OTRO Caribe, decidimos irnos al día siguiente, así que toca por la mañana hacer los trámites de salida. Otras casi dos horas perdidas.....por la tarde, buceando, Julia ve tortugas y nada entre ellas, coge una y la sube al barco para hacerse una foto con ella. Cualquiera le dice que no....después la devuelve al mar, echándose ella también con la tortuga a nadar. Nos vamos a la puesta de sol. Destino: Martinica.
Nos separan cien millas, dado lo recorrido, éso no es nada. Así que por la mañana alcanzamos la bahía de St Anne, al SE de Le Marin, donde tenemos reservada plaza de atraque para el domingo. En Le Marin hay una base de Amel, el astillero de nuestro barco, y hemos de hacer algunas reparaciones. Amén de conseguir una lavadora, ya que los productos son europeos, toda vez que Martinica es un departamento de Francia. Además de solucionar el problema con la antena del satélite.
Pasamos en St Anne un par de días, es una enorme bahía, llena de barcos. En tierra hay un par de sitios muy agradables y ¡ b
oulangeries!! croissants y pan de verdad en pleno Caribe. Hacía meses que no comíamos un buen pan (aparte del que hacemos en el barco, obviamente!).
El domingo por la mañana llegamos a Le Marin. Hay una enorme marina y multitud de servicios para los barcos. Toca darle unos mimitos al barco (bien los merece) y pertrechar, aprovechando que aquí la oferta es muy extensa, todos los productos que pudieras encontrar en Francia más los locales. Tocan días de pantalán y actividad a tope.
Y prepararnos, porque el lunes....recibimos invitados!!! pero eso toca en el próximo episodio. Hasta entonces, desde Martinica, besos, abrazos, amor.
las Islas del Diablo
Barbados