En las alas del viento. Una aventura a bordo del Alba Plena
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Tayrona, naturaleza pura

8/17/2016

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Después de la bella, Cartagena, dado que nuestro objetivo es conocer las bahías al pie de la Sierra, en el Parque Nacional Tayrona, toca ir a Santa Marta, y, desde ahí, a las bahías. Era una visita pendiente, desde que estuvimos en esta bonita ciudad cuando subimos a la Ciudad Perdida. Desde el jeep, camino del inicio del (arduo y maravilloso) sendero, avistamos estas bahías y nos las apuntamos para conocerlas por mar.
Previa a la subida, decidimos volver a Cholón, a descansar un par de días. Así que el jueves salimos de Cartagena hasta la ciénaga, donde fondeamos. Es un lugar muy tranquilo, un inmenso lago de agua salada, con una entrada donde el calado es justo, justo (tres metros). El sábado nos acompaña el EOS, con la capitana Tere Vélez y su familia. Julio prepara un estupendo arroz de langosta para todos. Una estupenda velada!
Nos quedamos hasta el martes, 26 de julio. Salimos a primera hora, el mar es duro, de proa, ir hacia el N es una tarea ardua. Los mares de Colombia son muy duros, y toca ir “a contrapelo” hasta el Tayrona. Por la tarde se levanta aún más mar, así que decidimos hacer noche en la Isla Arena. Al día siguiente, aún más mar de proa. Llegamos agotados a Puerto Velero, donde haremos la primera escala, para visitar a nuestros amigos Javier y Zoraida y porque en esta marina nos sentimos como en casa.
En la cercana Barranquilla, Julia tiene oportunidad de ir al cine, y a una fiesta de cumpleaños. Nosotros por nuestra parte, reincidimos en la noche barranquillera, La Cueva, La Troja y, como novedad, el bar Cachao, homenaje al que fue el gran contrabajista cubano, y en el que disfrutamos de una enorme banda de salsa en vivo y en directo.
Debido a la meteo, esperamos hasta el miércoles para salir. No es que esperemos que sea favorable, dado el rumbo que debemos llevar y los vientos y corrientes dominantes aquí, pero que, al menos, sea lo menos desfavorable posible.
Tal como preveíamos, la subida es dura. Pero llegamos a Santa Marta, fondeando en la bahía ya entrada la noche del miércoles tres de agosto. Cosa que no nos gusta, pero a veces no queda otra. Bien atentos a la carta, las boyas de señalización y los otros barcos, pues Santa Marta tiene un tráfico importante. Dedicamos los próximos días a pertrechar y visitar la ciudad. Santa Marta tiene un tamaño perfecto, está enclavada en una bonita bahía, tiene playas preciosas de arena blanca y un casco histórico muy bonito.
El lunes zarpamos hacía Bahía Concha, la primera de las bahías que visitaremos. Es realmente bonita, la bahía es muy amplia, entre montañas; la playa, al fondo, tiene cierto aire con Barra. Cambiando los pinos por acacias y las gaviotas por pelícanos...voilà!! Es un fondeo muy bonito y muy tranquilo....hasta que llega la noche y se levantan fuertes vientos térmicos. Así que toca pasar la noche casi en vela, las rachas alcanzan los 45 nudos. Pero nuestra ancla aguanta perfectamente el tirón, nunca mejor dicho. La verdad es que el ancla que tenemos nos ha venido dando un más que satisfactorio resultado. Estamos muy contentos con ella. El ancla es (casi) lo más importante a bordo, es la que venía instalada en el barco, una Bugel de 30 kilos. Es fundamental poder confiar en ella.
El día siguiente lo pasamos en Concha también, ya que tenemos un fondeo seguro. Por la noche más de lo mismo, si bien las rachas son más suaves y "sólo" alcanzan los 30 nudos.
El miércoles 10 cambiamos de bahía y nos movemos a la de Gayraca. Las montañas son más suaves y esperamos tener noches más tranquilas, ya que éstas funcionan como gigantescos “toboganes” por los que se aceleran los térmicos. Efectivamente, la noche es más tranquila. El jueves por la mañana vamos a bucear, localizo varias langostas y Julio y yo les damos caza. El fondo es increíble, todas las variedades de coral, muchísimos peces de todos los colores. Y hasta un tiburón nodriza descansando en el refugio de una cueva. Tanto nos gusta que por la tarde repetimos sesión de buceo. Una gozada....imposible salir del agua.
La siguiente bahía es Neguanje, cada vez la vegetación es más verde, cuanto más el este. Mas playas maravillosas al pie de las montañas, apenas presencia humana...el paraíso!!!
La última bahía que visitamos es Cinto, nos habían dicho que es la más bonita y no nos engañaron. Más buceo, sesión mañana y tarde. Bajo el mar el tiempo pasa volando....sobre todo con estos fondos, tan llenos de vida. Las aguas no son tan cristalinas como en Tobago Cays o en San Blas, pero la vida hierve, hay peces enormes y de toda clase.
En total, han sido ocho días en plena naturaleza, disfrutando del mar, sin cobertura, casi solos. Unos cielos estrellados, ya que allí no llega la electricidad y no hay contaminación lumínica. Nos hemos sentido muy cerca del Paraíso....
Ayer llegamos a Santa Marta. Y desde Santa Marta, como siempre, os enviamos besos, abrazos, amor.






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Barú, Rosario, San Bernardo, Cholón

7/18/2016

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El jueves 7 de julio cenamos con algunos de los participantes en el Rally Colombia Soberana, Tere y su marido Charlie, Martha y Armando. Una cena divertidísima, con el añadido de que, en el restaurante en cuestión, Palo Santo, con el menú incluyen dos horas de tragos. Barra libre de dos horas, vamos. En la sobremesa, entre chupitos de tequila, Tere y Charlie nos invitan a pasar el sábado en su casa de Barú, una península a unas 15 millas de Cartagena, extendiendo la invitación a nuestros amigos Javier Puig y Luis Lojo, que llegan el viernes a mediodía.
Así que el viernes les recibimos en el Club de Pesca de Cartagena, donde tenemos el barco atracado. Comemos juntos y, tras la comida, Javier y Luis se encargan de ir al super, a pertrechar para los próximos días, ya que tenemos pensado hacer un crucero por los archipiélagos de Rosario y de San Bernardo con ellos.
El sábado nos vamos todos en la motora de Charlie y Tere a Barú, donde pasamos un día increíble. Tienen una preciosa casa, y la comida, a cargo de Tere, deliciosa! Muchísimas gracias, amigos, nunca olvidaremos este día! Por la noche, toca recepción con motivo de la entrega de trofeos del Rally, en el Club de Oficiales de la Armada en Cartagena.
Al día siguiente, zarpamos Javier, Luis, Julio, Julia y yo. Nuestro primer fondeo, por la tarde, es en Rosario, en el norte de Isla Grande. Toca buceo, la pena es que el fondo de corales está destrozado por el empleo de dinamita en el pasado para la pesca. Una pena. Aún así, hay muchos peces y mucha vida.
El lunes toca visitar San Bernardo. Fondeamos en el SW de la Isla Tintipán. Al día siguiente, Isla Palma. Esta isla perteneció hace años al narco colombiano Martínez Gachas, hoy día, tras su expropiación por el gobierno, es un complejo hotelero. Julio y yo habíamos estado en ella hace seis años, y aún conservaba el zoológico capricho del Gachas. Era una locura, una isla en medio del Caribe con jirafas, flamencos y todo tipo de animales, con árboles también traídos de Africa. Incluso tenía un acuario con discoteca en el interior. Y un delfinario y una piscina de tiburones. Hoy día está completamente abandonado, han dejado que se caiga a trozos. Paseamos por lo que queda de toda aquella locura, todavía hay infinidad de guacamayos de todos los colores, alguna tortuga y un avestruz.
Estando en San Bernardo nos enteramos de que, hace un par de noches, han asaltado un catamarán español, el Louro. Afortunadamente, sin consecuencias fatales. Pero nos ponemos en contacto con los Guardacostas y nos informan de que, a pesar del desgraciado incidente, podemos navegar sin miedo, ya que la situación está controlada. Y que, aún así, tomemos todas las precauciones, como no dejar el dinghi de noche en el agua, pues es muy frecuente que lo roben para quedarse con el fueraborda. Así que por la noche lo izamos.
El siguiente fondeo es, ya de vuelta en Rosario, al sur de Isla Arena, ya que por condiciones de visibilidad no nos daba tiempo a alcanzar el norte de Isla Grande. Aún así, informamos de nuestra posición al servicio de Guardacostas, no vaya a ser...
En la pantalla del AIS localizamos en la cercana ciénaga de Cholón al Longimanus, el North Wind de Ïñigo y Mara, a los que conocimos en Brindisi, así que al día siguiente nos movemos allí para verlos. También está el Louro y conocemos a Maite y Nicolás, que son de Santiago y tienen su puerto base en Portosín. Han liquidado todo en tierra y decidido vivir en el barco recorriendo el mundo, hasta “que la cartera y el cuerpo aguanten”.
Comemos las tres tripulaciones en un chiringuito a la entrada de la ciénaga de Cholón que tiene las mesas en el agua, pargo rojo frito con arroz y patacón. Una comida francamente divertida, a remojo.
Toca volver a Cartagena. Llegamos el viernes por la tarde. Paseo por Cartagena y cena, invitación de Javier y Luis, en el Sofitel Santa Clara. Convento que fue del mismo nombre, lo recordaréis por la novela “Del amor y otros demonios”, de G García Márquez. Un impresionante hotel, que aún conserva muchos vestigios del pasado. Una cena excelente regada con un buen Malbec chileno.
Después, pasamos por nuestro bar cubano de referencia, donde sirven Ron Dictador 20 años. Una copita y al barco, a descansar.
El sábado, Javier y Luis se despiden de la bella Cartagena con un buen paseo. Toca acostarse pronto porque su vuelo sale el domingo muy temprano.
Javier, Luis, muchísimas gracias, ha sido una semana estupenda, risas, charla de la buena, langostación....da gusto tener invitados a bordo como vosotros, siempre colaboradores, siempre atentos, siempre encantadores. Las estupendas sobremesas, inolvidables. Vamos, que aquí, en el Alba Plena, tenéis vuestra casa.






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Desde la perla del Caribe: la bella Cartagena de Indias

7/7/2016

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No creáis, amigos, que me he olvidado del blog. Simplemente que, tras recoger a nuestros invitados José Luis y M Eugenia del Hobbit IV (los conocimos en Trapani, Sicilia, recordáis?), recorrer con ellos Chichimé y Cayo Holandés, para ir en demanda de CArtagena de Indias, la llamada, no sin razón, " Perla del Caribe", Julia y yo volvimos a España durante casi un mes, para ver a la familia, los amigos y hacer algún que otro trámite. De hecho, fueron unos días agotadores...gracias a todos los que compartisteis un ratito con nosotras!
Mientras, Quique Lastra se enrolaba en el Alba Plena, para participar junto a Julio en el Rally Colombia Soberana. Aquí os dejo el link del blog de Quique durante esos días, sirva pues de diario de navegación:
www.travelpod.com/travel-blog/larutadeldragon/3/tpod.html
Si no funciona el link, podéis cortar y pegar en vuestro navegador la dirección.
Volvimos a reunirnos en Cartagena de Indias el día 4 de junio, una vez Julia y yo regresamos y Julio y Quique finalizaron el rally.
Cartagena es una bellísima ciudad, con su casco antiguo amurallado, que encierra auténticas joyas de la arquitectura colonial. Color, flores, bellos balcones y la simpatía y amabilidad colombiana. Estamos atracados en el Club de Pesca, en La Manga, a cinco minutos andando de la ciudad antigua y en uno de los barrios "modernos" de la ciudad. Incluso tenemos un paseo marítimo con carril bici, por el que patinamos cada día pegaditas a la bella (y contaminadísima) bahía de Cartagena.
Pasear por la ciudad vieja es un auténtico lujo, ya sea a pie, en bici o en coche de caballos.
La mayoría de las edificaciones fueron casas o palacios, en su mayoría de planta romana, con preciosos patios interiores que, en el caso de los hotelitos que encierran, han convertido en piscinas. Hay balcones hermosísimos, plagados de flores como buganvillas o petunias. Con este clima, florece todo!
La oferta hostelera es muy buena, hay locales maravillosos y con una oferta gastronómica variadísima.
En resumen, exceptuando las aguas sucias de la bahía (aunque siempre están las playas de Bocagrande, que dan al exterior), Cartagena lo tiene todo.
Tenemos la oportunidad de conocer, a través de una querida amiga de Vigo, a Erick y a Antonio, con los que compartimos Julia y yo deliciosos momentos (y los que nos quedan, chicos!)
Esta noche tememos programada cena con algunos de los participantes del Rally, y mañana llegan de nuevo invitados, dos grandes amigos con los que estoy segura lo pasaremos de fábula.
Os dejo por hoy, con la firme promesa de volver al ritmo de publicación que se vio interrumpido por nuestro viaje a España.
Desde la bella Cartagena, besos, abrazos, amor.

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Caribbean Mood...

5/25/2016

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El domingo 24 de abril salimos de Turtle Cay, para ir a San Blas de nuevo, a Chichimé. Allí en Turtle Cay el generador empieza a dar problemas, se apaga. Nuestra sospecha es que el gasóleo está contaminado. Julio hace un primer chequeo, pasando un colador de red por el fondo. Descartamos la presencia de “moco” producido por algas. Habrá que seguir observando.

El archipiélago de San Blas, así como una parte del territorio continental, está habitado por los indios Guna, de hecho, el nombre del territorio es Guna Yala, y es autónomo con respecto a Panamá. Se consideran una nación, organizada y unida, con una estricta jerarquía de líderes tribales. Cada pueblo tiene tres “Sailas” (jefes), que ostentan la más alta autoridad. Asimismo, tres “Caciques” gobiernan la nación, cada uno representando una parte de Guna Yala. Los Sailas también son los guardianes de la espiritualidad, los conocimientos médicos, la historia....

Se trata de una sociedad matrilineal, siendo las mujeres las que controlan el dinero. Un hecho curioso es que cada coco tiene un propietario, esté en el suelo o en la palmera, incluso en las islas no habitadas. Está terminantemente prohibido coger un coco, de una manera u otra se enteran y puedes tener problemas. Por lo demás, son muy tranquilos, si bien, sobre todo al principio, mantienen cierta distancia con el extranjero.

Pasamos cuatro tranquilos días en Chichimé. Ahora que los alisios han caído, la brisa casi ha cesado del todo y hace más calor. Este mes de mayo es el de “tiempocambio” (palabra de guna), ya que en junio empieza la época de lluvias. Así que toca calor y, lo peor, muchísima humedad. También mosquitos y una mosca de tamaño minúsculo, llamada “chitra”, que, en cuestión de un nanosegundo, te regala cien picaduras por centímetro cuadrado de piel. Además, notas perfectamente el “mordisco” cuando te pican. Las hemos bautizado como “Refrey”, en honor a la mítica máquina de coser.


El jueves vamos a Cartí, una isla tan poblada que las cabañas de los guna parece que se fueran a caer al mar de un momento a otro. Allí compramos 40 galones de gasóleo.


El viernes nos movemos a otra isla, Kianidup, preciosa y con un pequeño establecimiento hotelero regentado por los gunas. Como es fin de semana, hay bastantes huéspedes y muchos niños. Nos pasamos el día en remojo (la atmósfera fuera del agua es cuasi invivible...), y Julia aprovecha para jugar. Hay niños colombianos y argentinos. Enseguida hace amistad con Clara, de su misma edad. Cenamos en el propio “hotel” (nada especial, por aquí las comidas son muy sencillas), y, mientras las niñas juegan a explorar la isla, sus padres y nosotros hacemos una grata sobremesa, a la que se unen Abel y Dyana, ambos funcionarios del Banco Mundial. Ella lidera proyectos para el desarrollo de los pueblos indígenas en Latinoamérica, por lo que tenemos oportunidad de intercambiar opiniones sobre los guna y también sobre los kogui, con los que estuvimos en la Sierra Nevada de Santa Marta. Se da la circunstancia de que acompañó a una comisión de koguis a Washington, y nos contó muchas anécdotas sobre esta visita. Imaginaos presenciar cómo un indio, que apenas ha visto más allá de sus montañas, se sube a un avión por primera vez y aterriza en una gran ciudad como Washington.


Al día siguiente repetimos, más playa, más charla , por la noche bajé la guitarra y pasamos un ratito estupendo, tocando y cantando.


El miércoles vamos a otro cayo, Salardup. Justo a la entrada, entre dos barreras de coral y en medio de un aguacero abundante, con viento de veinte nudos, se apaga el motor principal. Susto mayúsculo. Rápidamente, Julio cambia de filtro gracias al sistema de bypass y, afortunadamente, arranca de nuevo. Fondeamos, Julio revisa y cambia los filtros de gasoil, lavando los otros pues ya no nos quedan más filtros nuevos. Tras todas las comprobaciones, llegamos a la conclusión de que el gasóleo tiene exceso de parafinas. Problemón. Un fallo del motor es un riesgo altísimo, puesto que quedas sin gobierno y, precisamente, en esta área plagada de reefs. Se impone ir a puerto a vaciar depósito, limpieza del mismo, así como de inyectores. Pero, dado el riesgo, es necesario un remolque o ayuda externa en caso de que se pare el motor. Además no hay viento, exceptuando cuando cae un aguacero fuerte, con lo cual recorrer las 50 millas que nos separan de Linton Bay Marina se convierte en algo muy complicado.


Esperamos un par de días y, por fin, se levanta una tímida brisa. Tras contactar con Salvamento Marítimo de España, para que nos pongan en contacto con su homólogo panameño, se acercan al barco varios militares de la AeroNaval. Pero no disponen de medios y en Panamá sólo hay remolcadores para el Canal. Increíble, teniendo en cuenta el alto tránsito de barcos por estas costas. Nos derivan a un remolcador privado, pero el precio es altísimo.


Dado que contamos con un viento ligero, tomamos la decisión de ir a vela hasta las inmediaciones de Linton, y organizamos allí un remolque para las últimas millas, dado que la entrada en la marina es complicada debido a los reefs.


Y así lo hacemos. El remolcador nos ayuda las últimas diez millas y conseguimos estar amarrados en la marina el lunes, con los últimos rayos de sol. Os aseguro que la tensión y la preocupación de estos últimos días ha sido máxima.


Al día siguiente, el tema del gasóleo queda solucionado. De paso, revisamos la potabilizadora, que falla a 24 V y, en vista del magnífico travel lift con que cuenta la marina, aprovechamos para sacar el barco del agua, darle patente y cambiar ánodos.


El barco está fuera del agua una semana, aquí la efectividad y la productividad estan bajo mínimos. En tierra, el Alba Plena se convierte en un auténtico horno, así que un par de días nos vamos a un hotelito en Isla Grande, al menos para poder dormir fresquitos. Falla el suministro de agua, fallan los plazos de entrega del antifouling...en fin, una auténtica odisea. No me voy a extender en esto, pero ¿ recordáis el anuncio de Malibú, el de “me estás estresando”? Pues tal cual. De nada vale cabrearse, hay que adaptarse al mood caribeño y tener infinita paciencia. De modo que, doce días después, aquí seguimos, pues no acaban de reparar la potabilizadora. Esperemos que quede solucionado en breve, estamos deseando estar fondeados y poder bañarnos y tener brisa, para estar frescos a bordo.

Lo único bueno es escuchar en la selva cercana el abrumador sonido que producen los monos aulladores y las aves. Una gozada.

En unos días, además, recibimos invitados. Los esperaremos por aquí, dado que las oficinas de la Autoridad Marítima y de Inmigración en la Isla Porvenir, San Blas, han sido cerradas por falta de entendimiento entre el Gobierno de Panamá y los gunas. Así que tocará hacer los trámites en Portobelo.

​Desde Puerto Lindo, besos, abrazos, amor. Y paciencia,mucha paciencia.





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de La Cueva a Panamá

4/23/2016

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El viernes, primero de abril, tocó conocer la noche barranquillera. Primero fuimos a cenar a La Cueva, mítico lugar de reunión “de intelectuales y cazadores”, frecuentado por el “Grupo de Barranquilla”, formado, entre otros, por Gabriel García Márquez, el pintor Alejandro Obregón, Alfonso Fuenmayor (Alfonso es el muchacho que se ajusta los anteojos para examinar mejor los botines de un coronel que no tiene quien le escriba), Álvaro Cepeda Samudio, Orlando “Figurita” Rivera... Un precioso local, lleno de historia y de anécdotas. Como las huellas del elefante asiático que Obregón sacó del circo Egred Hermanos una madrugada y llevó (en compañía del domador), sólo para que Eduardo Vilá, el entonces administrador, le abriera el bar y saliera a tomarse una botella de whisky con é, con el domador y con el mismisimo elefante. O el cuadro “La Mulata de Obregón”, imagen central de La Cueva, al que, en respuesta a una broma pesada del pintor, su compañero de cacería, el Toto Movilla, le pegó dos tiros de carabina, volviéndose parte de la misma, como lo dispuso el mismo Obregón. O el arcón de hielo, al que Gabito (como le llamaban sus amigos), homenajea en Cien Años de Soledad:
“Muchos años después, frente al pelotón de fusilamiento, el coronel Aureliano Buendía había de recordar aquella tarde remota en que su padre lo llevó a conocer el hielo.”

Cenamos estupendamente y disfrutamos de una “peaso” banda de salsa en directo, de lo mejorcito que hemos visto.
Después, fuimos a bailar a La Troja, Patrimonio Cultural y Musical de Barranquilla, un local con salsa a todo volumen en el que se mezclan gentes de toda edad y condición.
Nuestra “cuadrilla”: Javier, Zoraida, Mario, Juana, Quique y Alba.
El domingo comimos a bordo con Quique y Alba y su hijo, Diego, con una larga sobremesa y una deliciosa charla, como es costumbre.
El lunes empezamos con el papeleo para despachar el barco, como siempre, el equipo de Marina Puerto Velero siempre atento para ayudarnos en todo.
El lunes, exquisita cena de despedida en casa de Javier y Zoraida. El martes, Quique Lastra nos llevó a conocer el centro más antiguo de Barranquilla, una zona de viviendas unifamiliares, estilo art-decó, que nos gustó mucho. Nos acompañó luego al super, toca pertrecho, puesto que en San Blas, nuestro próximo destino, no hay dónde avituallarse.
Maravillosa Colombia, y maravillosos los colombianos, gracias a Javier, Zoraida, Maru, Cristina, Quique, Alba, Diego, Pacho, Mario, Juana.....y a todo el staff de Marina Puerto Velero. Volvemos en junio!!!!
Así que el miércoles, a mediodía, después de comer, zarpamos rumbo a San Blas, Panamá. Una vez fuera de la ensenada de Puerto Velero, el viento se entabla por la aleta de estribor en los treinta nudos, con dos rizos en mayor y mesana y tres en el génova vamos por encima de los 8,5 nudos con fuerte oleaje, mar gruesa de través y aleta. La anécdota de la noche la protagoniza un pez volador, que entra por la misma puerta hasta el sofá del salón. Os aseguro que el susto fue mayúsculo!
Dado que durante las primeras veinte horas vamos muy rápido, toca bajar la velocidad, con el objetivo de arribar a la Isla Porvenir, ya en San Blas, con la luz del día. El archipiélago de San Blas está formado por algo así como 365 islas, un lugar idílico pero repleto de arrecifes de coral, que obligan a tomar todas las precauciones. Amén de la doble cartografía con la que navegamos (Time Zero y Navionics), se hace indispensable el libro “ Cruising Guide to Panama” , de Eric Bauhaus, una “biblia”imprescindible para navegar por aquí.
De forma que nuestra estrategia es, invariablemente, fijar los waypoints de acuerdo con “La Bauhaus” en nuestras cartas electrónicas y SIEMPRE aproximarnos de día y con la luz del sol alta. Y también, SIEMPRE, uno de los dos en la proa, para ver cualquier variación en el color del agua y advertir al piloto en caso de “reefs” no marcados. Lo bueno del tema es que el agua es tan cristalina que se ve muy bien. Pero os aseguro que jamás hemos visto tantos “cadáveres” de barcos subidos en los reefs. La verdad es que impresiona, y te hace ir con los cinco sentidos alerta.
Por fin alcanzamos Porvenir, bajamos a tierra a hacer la entrada y nos llevamos la sorpresa. El coste, entre tasas de inmigración, tasas del barco y tasas para ingresar en Guna Yala (San Blas es territorio de los indígenas Guna ) se acerca a los 500 dólares.....una pasta, y, encima, ni aceptan euros ni tienen terminal para Visa. Así que nos recomiendan irnos al continente, al banco para obtener dólares....otras cinco horas de navegación entre reefs....
La suerte es que Andrés Montenegro, hijo de Julio, charteó un catamarán hace un par de años en San Blas, y nos había pasado el teléfono de Michel, el propietario, que vive aquí con su barco y lo alquila (si queréis chartear aquí en San Blas, no lo dudéis, Michel es vuestro hombre...más info, si queréis, por e-mail). Contactamos con él y, amabilísimo, nos cambia euros por dólares, en Dog Island. Como es viernes y estamos agotados, decidimos posponer el papeleo para el lunes y empezar a conocer ya San Blas. Aconsejados por Michel, primero vamos a los Cayos Limón, a Banedup y, al día siguiente, a Cayos Holandeses.
Os aseguro que es una preciosidad, agua cristalina, arena blanquísima y finísima, y apenas barcos.
Relax, buceo (encuentro con tiburón incluido!)
El lunes, por fin, dejamos el tema burocrático listo y nos vamos a Chichimé, puesto que allí habíamos quedado con Michel. Un lugar maravilloso lleno de gente peculiar. Incluso, en compañía de un navegante brasileño y su guitarra, hay tiempo para un pequeño concierto improvisado  en el bar que regentan los propios Gunas en la isla. Una preciosa y perfecta “sesión soirée”.
El jueves 14 levantamos fondeo para ir al encuentro de Antón Malvar, compañero de Julio en la peña de motos Old Bikers (besos a todos desde aquí, disfrutad el GP Jerez!). Fue Antón, de hecho, el que nos hizo llegar la guía Bauhaus, puesto que en España estaba agotada. El “meeting point” es la Marina Turtle Cay, a unas cinco horas de navegación.
Por la mañana, el viernes, a la hora convenida, Antón Malvar se enrola con nosotros en el Alba Plena. Viene fantásticamente acompañado por un estupendo jamón Joselito y unas latas de sardinillas gallegas (no sabéis cuán cotizadas están en este barco!)
Salimos rumbo a Isla Grande, cuando bajamos a tierra a dar un paseo (un pueblo muy pintoresco), el primer sitio donde paramos, el Hotel Congo, nos da la oportunidad de conocer a su gerente, Alberto, de nada más y nada menos que Carballiño. Charlamos con él un buen rato y recorremos el pueblo. Cenamos a bordo una estupenda paella por obra y gracia de Julio, nuestro especialista en arroces y fideuás.
Al día siguiente, nos movemos a Puerto Lindo. Hay un enorme manglar al ladito, que se puede recorrer en dinghi. Así que nos paseamos entre manglares, una experiencia maravillosa. El destino para dormir es Portobello. Ciudad que fue puerto de salida para los galeones cargados de todo el oro y la plata que llegaban por el Pacífico, primero a Panáma ( hoy Panamá City)y, por el Camino Real, a traves del istmo, hasta Portobello, y de ahí a Sevilla.
Portobello está en una de las bahías más hermosas y protegidas que hasta ahora hemos conocido. Guarnecido por tres baterías de cañones, de las que se conservan los restos, fue asediado por piratas, incluido el mismísimo Morgan. Poco se conserva del esplendor de Portobello, lo cierto es que es una pena, porque el enclave es una maravilla.
Dormimos ( es un decir, porque había una verbena y tocó sufrir reggaaetón hasta las dos de la madrugada horreur!), y, al día siguiente, volvemos hasta Turtle Cay.
La idea es ir a conocer la capital, Panamá City, de la mano de nuestro amigo Antón.
Llegamos por la tarde y en tres horas estábamos en la ciudad. Por cortesía de Antón, nos alojamos en el centro, en el distrito bancario, en el hotel Torres de Alba.
Llegar a Panamá City de noche es impagable, tiene innumerables rascacielos que conforman un hermoso skyline. A pesar de que sabíamos (un poco) lo que nos esperaba en la capital, el tamaño y la cantidad de rascacielos nos sorprende.
En los siguientes cuatro días, de la mano de Antón Malvar (gracias, amigo, de verdad!), conocemos Panamá.
Panamá fue fundada en 1519. Fue la primera ciudad europea permanente en el Pacífico Americano, con el enorme protagonismo del flujo de mercancías de este océano al Caribe a través del istmo, aprovechado más tarde para construir la faraónica obra que es el Canal de Panamá. Ante la amenaza del pirata Henry Morgan en 1671, el gobernador decide quemar la ciudad, no sin antes sacar y guardar los tesoros que pudieron. Las ruinas de este primer emplazamiento aún se conservan, conformando el “Panamá Viejo”. La ciudad se reconstruye en 1673 en lo que hoy es el Casco Antiguo, recientemente rehabilitado y de una gran belleza , que constrasta poderosamente con la inmensidad de los rascacielos de los nuevos distritos.
Antón nos lleva a ver a conocer el Canal de Panamá, la verdad que es una maravilla, presenciamos, en las esclusas de Miraflores, el cruce de un Ro-ro , asi como de un pequeño convoy de tres veleros, que se dirigen al Pacífico. Nos da cierta envidia, pero el paso del Canal será otro viaje. El Pacífico es muy grande....
En suma, cuatro fantásticos días en la ciudad, una ciudad de enormes contrastes, en un país lleno de ellos. Incluso hubo tiempo para un baño en el Pacífico!
Y, de nuevo, gracias Antón por tu hospitalidad, y muchos besos para ti y para Conchita.
De vuelta en casa, desde el Alba Plena, besos, abrazos, amor!


​Fotos de Banedup, San Blas
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fotos de Cayos Holandeses
fotos de Chichimé, San Blas
entre el inmenso manglar, cerca de Puerto Lindo
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Portobello, Panamá
uno de los muchos barcos varados en arrecife....
Imagen
Panamá City, Casco Antiguo
más Panamá
Exclusa de Miraflores, Canal de Panamá
Imagen
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un gran viaje dentro de El Viaje...

4/4/2016

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Tal como avanzaba en el anterior post, al día siguiente, viernes 25 de marzo nos esperaba una fantástica comida colombiana en casa de Roberto (Quique) Lastra, su esposa, Alba, y su hijo, Diego. Una más que deliciosa comida ( los mejores patacones – plátano verde frito- , sin comparación, que hasta ahora hemos probado!), con una agradabilísima sobremesa, charlando sobre lo divino y lo humano, especialmente la actualidad política y social colombiana.
Para el sábado, nos esperaba viajar hasta Santa Marta, pues desde allí teníamos cerrado un tour a la Ciudad Perdida, en la Sierra Nevada de Santa Marta.


La Sierra forma parte del Parque Nacional Natural Tayrona, es el relieve montañoso más alto del Caribe y constituye un sistema aislado de los Andes. Es la formación montañosa litoral más alta del mundo, alzándose desde la costa del Caribe hasta una altura de 5775 metros. Fue declarada por la UNESCO Reserva de la Biosfera y Patrimonio de la Humanidad, dada la red de ecosistemas que alberga y que son hogar de varias comunidades indígenas. En la sierra habitan los kogui, los arhuacos, los wiwas y los kankuamos, descendientes de los tayronas.


Así que el sábado, fuimos a Santa Marta. Nos llevó un amigo de Javier, Walter, amabilísimo, nos acompañó hasta nuestro hotel en la zona vieja de la ciudad. Santa Marta, capital del departamento de Magdalena, es la ciudad mas antigua existente de Colombia, y fue allí donde murió Simón Bolívar. Cuenta con un centro histórico que nos gustó mucho, y con el Museo del Oro, que guarda algunas de las piezas encontradas en los distintos asentamientos tayrona, aunque la mayor parte se encuentran en Bogotá.


El domingo nos dirigimos a la sede de Guias y Baquianos, con quienes habíamos concertado el tour. De cuatro días de duración, el objetivo es visitar la Ciudad Perdida, o Teyuna en lengua kogui.


Comenzamos con un viaje de tres horas en Jeep, desde Santa Marta hasta Machete, ya dentro del Parque Tayrona, donde comenzará la subida hasta la ciudad. Conocemos a nuestro guía, Daniel Suárez, un gran conocedor de la Sierra y de su historia, una persona única con la que tuvimos el privilegio de compartir esta aventura. A lo largo de los cuatro días, tuvimos la oportunidad de conocerlo, a él, y, de primera mano, la historia de esta sierra, dado que Daniel ha sido protagonista en todas y cada una de las sucesivas etapas de su historia contemporánea.
La historia reciente comienza por la ocupación de la misma por campesinos, que huían de la violencia en el interior del país, allá por los años 50. En los 70 se imponen los cultivos de marihuana, de los que vivieron muchas familias hasta la prohibición y posterior fumigación por el gobierno de Colombia. Mas tarde, se impondría el cultivo de coca, así como la presencia de la guerrilla colombiana y de los paramilitares. Asimismo, la explotación de la sierra se completó con el expolio de los tesoros procedentes de las tumbas de los tayronas en los diferentes asentamientos que éstos tuvieron en la misma, siglos atrás, hasta la llegada de los colonizadores, denominándose este proceso la “Guaquería”. Cientos de tumbas fueron profanadas para su saqueo, llegando a existir en la ciudad de Santa Marta un vasto mercado negro de oro, piezas de alfarería, etc. Cuando empezó a afluir turismo, estas familias, que antaño se dedicaron a todas estas actividades, se organizaron para explotar esta afluencia, de forma que ellos mismos autogestionan el turismo, construyen las cabañas, organizan las rutas etc, de forma casi totalmente autónoma. Actualmente, unas 1500 familias viven del turismo. Una ejemplar reconversión, que personalmente, me admiró.


Conocemos también al resto de nuestro grupo,tres chicas inglesas, un suizo, un norteamericano y un alemán. Todos en la franja de edad entre los 20 y los 30, que es la media de los que se animan a hacer esta subida, muy dura por la angostura de los caminos, y las fuertes pendientes. Nosotros decidimos hacer parte del trayecto en mula, que es el vehículo “oficial” de la sierra, puesto que no hay carreteras, pistas, ni nada que se les parezca.
El primer tramo es de aproximadamente 6 kilómetros caminando hasta la primera cabaña donde cenaremos y pernoctaremos, la Cabaña de Adán. Nosotros pudimos hacerlo en moto, el recorrido es por momentos peligroso, puesto que el camino es muy accidentado y a veces transitamos por sendas de un metro de ancho, con desfiladeros a ambos lados, pues se circula por la cresta de la montaña.
Las cabañas son alojamientos muy sencillos, apenas unas literas construidas en madera, con un par de duchas y uno o dos baños, si bien están siempre ubicadas a la vera del río, generalmente el Buritaca, y cerca de piscinas naturales con un agua límpida y muy fresca.
La cabaña de Adán será el último lugar en el que dispondremos de energía eléctrica, las próximas están ya en los “retiros” indígenas, los cuales no quieren saber nada de electricidad ni semejantes inventos. Con lo cual, la comida se transporta en mulas. Y, dado que arriba no hay neveras, podréis imaginar que los menús son bastante sencillos, a pesar de los esfuerzos del ayudante de Daniel, Kunga, y que será el cocinero del grupo. Tras la cena, nuestra primera gran tertulia con nuestro (ya y para siempre) amigo Daniel.
El lunes nos levantamos a las cinco de la mañana, para desayunar y empezar la caminata, bosque húmedo tropical arriba. Para este día contaremos con una mula para nuestras dos mochilas, también nos turnaremos para montarla y así suavizar el ascenso. Éste es una maravilla, el paisaje es alucinante. No hay que olvidar que Colombia es el segundo país más biodiverso del mundo y, con respecto a su extensión, el que más especies de seres vivos alberga. Además, la Sierra es el centro de endemismo continental más importante del mundo por su elevada riqueza de especies de fauna y flora únicas. Pararse en medio del camino para recobrar el aliento y escuchar cantos de pájaros de todo tipo ( aquí viven más de 36 especies endémicas de aves); o el rumor del río Buritaca, allá abajo; ver enormes mariposas Morpho, de un color azul indescriptible y de hasta 20 cm de envergadura; mariposas Reina; mariposas Ojo de Búho....
En total, este segundo día ocupa unas ocho o nueve horas, ya sea caminando o en mula, cosa que os aseguro también es bastante dura. Parada para comer, ya en zona indígena. Pasamos muy cerquita del asentamiento Kogui de Mutanyi, son cabañas circulares con techo de paja, con sus techados rematados en dos pináculos, que representan sus dos picos sagrados, los más altos de la Sierra, Pico Colón y Pico Bolívar. Según su visión cosmogónica, éstos dos picos los conectan, en sus propias palabras, “como antenas” con el cielo y con el resto del mundo. De ahí que los reproduzcan en cada una de sus casas.
Aunque no entramos en ninguna (ellos quieren preservar su intimidad y tampoco se nos ocurriría invadirla), Daniel nos contó que cuentan con un fuego en el centro, elemento principal y representación de su dios principal, Seiyanqua o el Sol. El hombre duerme en una hamaca o coy, y la mujer con los niños en el suelo. Jamás mantienen relaciones sexuales dentro de la cabaña, siempre en la selva, pues creen que engendrar un ser humano en un espacio cerrado hará que su mente también sea cerrada.
A última hora de la tarde llegamos a la cabaña “Paraíso Teyuna”, ya a tan sólo un kilómetro de la Ciudad Perdida.
El martes toca otra vez levantarse al alba (hay que aprovechar el frescor de la mañana). Un kilómetro de caminata en el que superaremos un desnivel de 400 metros, con partes del camino realmente difíciles. Vadeamos el río Buritaca, y nos esperan los 1200 escalones que conducen a la Ciudad Perdida. Escalones con una fuerte pendiente y de reducido tamaño, no apto para los pies europeos.


Ciudad Perdida, Teyuna (en tayrona) o Buritaca 200 (nombre del sitio arqueológico), fue construido por los Tayronas entre los siglos VII y VIII de nuestra era. Bastante antes que Machu Picchu, la civilización Tayrona es anterior a la inca.
No es el único asentamiento de la Sierra, también en la costa, dentro del parque Tayrona, está el asentamiento Pueblito. Pero sí es el más importante, el más grande, el corazón de todos los asentamientos tayronas, y el que ofrece una aventura como la que estamos viviendo. Un viaje que marca para el resto de tu vida, y en el que aprendes con cada paso que das hasta alcanzarlo.
Sobre el descubrimiento de la Ciudad, podéis consultar la historia oficial, pero yo prefiero contaros la que a nosotros nos contó Daniel.
Como os comentaba al principio, en esta Sierra se llevó a cabo el expolio de tesoros precolombinos, aquí llamado guaquería. Europeos y norteamericanos financiaban estas campañas, en las que, principalmente, se saqueaban tumbas. Acostumbraban los tayronas a enterrar a sus muertos arrodillados, con las manos en posición de rezo, y, sobre sus cabezas, todo un ajuar de oro, cobre y piezas de barro, la riqueza del “tesoro” era acorde con la posición social del difunto. La sierra se llenó de excavaciones “piratas”, de suerte que, como os contaba, un enorme mercado negro existió en Santa Marta.
Así que, un padre y su hijo, ambos guaqueros, estaban cazando para comer en la ribera del Buritaca. El hijo descubrió un enorme muro, y una entrada, por la que se accedía a los escalones. Hoy este muro ya no existe, debido a un alud en una montaña cercana que provocó un súbito crecimiento del río que se lo llevó. Subió el hijo los escalones, la ciudad llevaba casi cuatro siglos inhabitada, y, aún con la abundancia de maleza, se dio cuenta de la magnitud del emplazamiento y de las potenciales riquezas. Pero no se atrevió a entrar, cosas de espíritus. Bajó y se lo contó a su padre, que decidió volver a la mañana siguiente y hacer entrar a los perros que los acompañaban. Si éstos salían con vida, ellos entrarían después. Así lo hicieron, y comenzaron a excavar los tesoros. Y a comerciar con ellos en Santa Marta. Otros guaqueros, al percatarse del dinero que súbitamente manejaban, los siguieron y, en unos meses, más de treinta personas “trabajaban” en la ciudad. La cantidad de piezas que pudieron extraer y vender es incalculable. La violencia que generó también.
Hasta que un norteamericano decidió denunciar el hecho ante las autoridades colombianas. Pero ya había transcurrido unos tres años de saqueo.
Fue entonces cuando una comisión, formada por arqueólogos, antropólogos etc suben al asentamiento y lo declaran Patrimonio Arqueológico Nacional, comenzando su investigación y parcial reconstrucción, así como la encomienda, primero a la Policía y más tarde al Ejército, de la vigilancia para evitar mas saqueos.
De esta forma, se pudo recrear y teorizar sobre su construcción, desarrollo, usos y costumbres.
Se cree que en la Ciudad Perdida vivían entre 4000 y 10000 personas, abarcando una extensión de más de 12000 metros cuadrados. Teyuna está formada por aproximadamente 200 terrazas, cada una de las cuales albergaba viviendas. Puentes y sistemas de drenaje permitían la supervivencia de estas estructuras, frente a las lluvias torrenciales. Casas, plazas, áreas ceremoniales, mapas de la ciudad y de la sierra tallados en enormes piedras, escaleras, depósitos, prisiones....Se cree que la selva todavía esconde otros 9000 metros cuadrados entre la exuberante vegetación.
Recorrimos una parte de la Ciudad, e incluso visitamos al mamo, o chamán, con su eterna bola de coca en el carrillo, y nos obsequió con unas pulseras a Julia y a mí, que protegerán nuestra salud. Después, iniciamos el descenso, de nuevo a la cabaña tres para almorzar, y después dormir en la cabaña dos.
Tras la cena, y gracias a las buenas relaciones de Daniel con los indios, pudimos charlar con Fermín, un kogui. Él nos explicó, resumidamente, la visión que ellos tienen del Cosmos y de la vida.
Según nos dijo, las cuatro tribus descendientes de los Tayrona difieren en sus usos y costumbres diarias, pero comparten una única visión cosmogónica.
Ellos, los “hermanos mayores” viven y cuidan de la Sierra, cuidando asi de la naturaleza de todo el mundo. La Madre Tierra es concebida como un cuerpo, un ente orgánico, de tal forma que, cuando nosotros, a los que llaman “hermanos menores”, la agredimos, estamos mutilando partes de ella. Ellos sólo toman de la tierra lo necesario, no sobreexplotando para conseguir dinero para conseguir comprar más cosas, como hacemos los “menores”. Así, la Madre nos da lo que cosechamos: guerras, destrucción y catástrofes. Son ellos,los “hermanos mayores”, los encargados de mantener el adecuado equilibrio. Cuidando su mundo, cuidan el de todos. He de reconocer que esta infantilización del hombre occidental, que, como niño, destroza todo lo que tiene a su alcance, me abrió bastante los ojos.
Los dos picos sagrados, el Colón y el Bolívar, son antenas mágicas que los mantienen en permanente conexión con el Cosmos y con el resto de la Tierra. A los pies de estos picos, hay lagunas con el agua pura glaciar. Allí van todos los mamos a realizar sus ofrendas dos veces al año. .
Cada emplazamiento tiene su Mamo, enseñado desde niño a distinguir las plantas que curan, a impartir justicia y a comunicarse con los dioses. Para ello pasan meses en cabañas a pie de glaciar.
En todos los poblados cultivan la hoja de coca, son las mujeres las que la recolectan. Ellos la tuestan y la mascan. Sólo los varones adultos pueden consumirla. Cuando llegan a la mayoría de edad, el Mamo, mediante ceremonia, les confiere su cualidad de adultos, así como una esposa, y un poporo, recipiente donde llevan la concha marina molida que mezclan en su boca con la bola de hojas de coca, y que hará posible, junto con la saliva, extraer el alcaloide a la planta. Según sus palabras, mascar hoja de coca les confiere, físicamente, fortaleza, y, espiritualmente, poder. Su uso les está permitido por el Gobierno de Colombia, puesto que así consumida no tiene nada que ver con la cocaína, que pasa por procesos y aditivos químicos.
La visión de los kogui con respecto al futuro es pesimista. Creen que los “hermanos menores” estamos acabando con el mundo. Ellos tratan de contrarrestarlo, en su pequeño, aislado y bello rincón. Son nuestros guardianes y cuidadores frente a La Madre Naturaleza.
Fue una reveladora e instructiva charla, un momento único que jamás olvidaremos.
Al día siguiente, más caminata, más mula. Y, finalmente, el miércoles por la tarde, estábamos de vuelta en Santa Marta. Aunque ya no éramos los mismos. Algo cambió en ese ascenso, en ese contacto puro con la naturaleza, en esa charla con nuestro Hermano Mayor.
Por hoy, nada más. Y nada menos.
De nuevo en nuestra casa flotante, desde Marina Puerto Velero, besos, abrazos, amor.










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se va el caimán, se va el caimán...

3/22/2016

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El lunes siete de marzo, bajamos al “pueblo” en la isla de Canouan. Nada que ver y ningún sitio donde comprar comida fresca. Así que nos movemos en el dinghi hasta el complejo Tamarindo, obligada conexión a Internet y relax. Decidimos cenar allí mismo, puesto que tiene una pinta estupenda. Como nos dicen que hay que ir al restaurante “arreglados”, Julia y yo nos ponemos monísimas de la muerte (cosa que nos divierte mucho, ya que prácticamente estamos todos los días en bañador y camiseta), y Julio debe llevar pantalón largo y zapato cerrado, que resuelve con los socorridos náuticos. Las normas de etiqueta... cenamos estupendamente y además tenemos la oportunidad de encontrarnos con nuestros vecinos de fondeo, un matrimonio Jeff y Bridget, de Alameda, California, con sus tres hijos, dos niñas, Ramona y Nora, y un niño, Peter, que navegan en su barco, el Penguin. Así que quedamos para el día siguiente, .para que los niños jueguen y charlar nosotros un ratito. La primera impresión es fantástica. Los papis hablan un poquito de español, y Julia tendrá que defenderse en inglés con los niños....pero para eso no tiene ningún problema...los niños siempre encuentran la manera de entenderse y hacerse entender.
Así que, después de las clases, el martes nos vamos al barco vecino. Las niñas conectan al instante, y nosotros intercambiamos experiencias y planes con los encantadores Jeff y Bridget. Además, se da la circunstancia de que él es músico, toca la guitarra! Decidimos que nos iremos juntos esa misma tarde hacia Tobago Cays, aunque ellos ya han estado allí hacía unos días, no les importa volver y así compartiremos más tiempo juntos. Julia se enrola en el Penguin y hace la travesía hasta Tobago Cays con los McNish. Desde nuestro barco vemos a los cuatro “enanitos” subidos a la botavara, brincando como monitos o tumbados plácidamente en la proa del Penguin. Maravilla!! Da gusto ver a los niños a bordo!
Un par de horas más tarde estábamos fondeando en Tobago Cays, un lugar impresionante, son unos cayos (pequeñas islas de origen coralino), hay pasos con calado más profundo para fondear y navegar a través, y sitios con calado muy escaso. Eso, sumado a la arena, blanca y finísima, convierte el mar en una alucinante gradación de azules turquesa. Un paraíso. Julio y yo no podemos evitar pensar en Los Roques, en Venezuela. Esto es como los Roques, pero en pequeñito. Hay más barcos fondeados, y justo largamos al lado de....¡un barco español!! el primero en miles de millas. La ilusión tremenda que nos hace encontrarnos es mutua, la verdad es que es muy emocionante encontrarte con compatriotas, pero hay muy pocos barcos de pabellón español navegando por el mundo. Comparándolo con otras nacionalidades europeas, claro. Hay muchos franceses, ingleses, holandeses, alemanes, belgas...pero apenas españoles. Así que imaginaos la emoción. Quedamos para tomar un vino (cómo no!)
El barco en cuestión es el Trotamar III, perteneció a Avelino Bassols, uno de los primeros transmundistas españoles, un auténtico pionero que, además, escribió cuatro libros, editados por Editorial Juventud. Esa maravillosa colección de libros amarillos de los que todos los que amamos el mar hemos leído varias referencias. Ahora el barco lo comandan su hijo Joan y su mujer, Ana, que viajan con su hija Laia, de diez años, y una sobrina. Les acompaña un barco alemán, el Mira, en el que viaja otro niño, Felix.
Por la tarde, Jeff y Bridget, con sus hijos, vienen al Alba Plena. Tomamos un vinito y Jeff y yo improvisamos un dúo: swing, bossa, boleros... Lo cierto es que fue un momentazo a la puesta de sol en semejante paraíso.
El miércoles, el Penguin parte hacia el norte, toca despedida. Un placer conoceros, y esperamos encontrarnos pronto!
Ese mismo día, a la vuelta de una excursión de buceo en la rompiente, localizamos otro barco español, el catamarán Imystic, su propietario, Manuel, lleva varios años por el Caribe. Le acompaña su amigo Pablo, y ambos esperan a mañana, se prevé que aumente el viento y su pasión es el kite-surf.
Ana, Joan y Laia vienen a comer al Alba Plena. Y resulta que Ana también canta y toca la guitarra, además de componer. Así que, sobremesa guitarrera! Por la noche, organizamos una barbacoa en una playa cercana (foto abajo), disponemos de un par de atunes que el Trotamar les compró a unos pescadores locales. Así que, con las últimas luces del día, Julio y yo bajamos con los tres niños a prepararla. Trabajo en equipo, recogemos palos y piedras, y nuestro perro Ron se enzarza en una discusión con un cangrejo ermitaño, es una variedad de tierra, bastante grande (con caparazón, más o menos un puño), y tiene unas patas de un colorido alucinante. Cuando llegan el resto de las tripus del Trotamar y el Mira, encendemos el fuego, preparando las brasas, mientras Julia y Laia se hacen un minicabaña en la playa con hojas de palmera trenzadas. En un ratito, estamos todos sentados en la arena, comiendo un riquísimo atún, con una noche preciosa en una playa desierta. Despúes, Ana y yo cantamos y tocamos la guitarra. Una velada estupenda!
Al día siguiente, toca excursión en el dinghi, nos acercamos a un par de playas y seguimos disfrutando del turquesa.El viernes, cena a bordo con los tres niños, después de cenar se acercan Ana y Joan, más música a bordo.
Al día siguiente toca despedida, el Trotamar y el Mira se van hacia el norte, puesto que cruzarán el Atlántico este año, en abril/mayo. Amigos, nos vemos en Azores el año próximo, ha sido inolvidable!
Nosotros levantamos fondeo y nos vamos a Union Island, el último puerto de St Vincent & Grenadines, hacemos los trámites de salida y comemos en un restaurante. No tuvimos mucha suerte...lo cierto es que en todas estas islas (con la lógica excepción de Martinica, que, aunque no es barato, se come muy bien), todo es muy caro y la comida suele ser muy mediocre. Así que el 90% de las veces comemos y cenamos a bordo, se come de maravilla y no te llevas disgustos. También hay que decir que el pertrecho es carísimo, menos mal que en Martinica hicimos buena provisión. Aún así, tuvimos que comprar un pack de cervezas, que hasta ahora han sido las latas  más caras de la galaxia....

Por la tarde levantamos fondeo y vamos a Petit St Vincent, una de las islas más bellas, es de propiedad privada, la ocupa un exclusivísimo resort con cabañas medio escondidas entre la selva y la playa.
Por la mañana, en el dinghi visitamos una mini-isla, toda de arena y con una única sombrilla de paja en el centro. Acompaño foto, más abajo. Después fuimos a la isla grande, bajamos a conocer el resort y estar un rato en su maravillosa playa, arena blanca y finísima y mar turquesa. E impecable. Pero nos vamos a comer al barco, comer aquí nos supondría unos 300 euros...
Después de la siesta, nos vamos hacia Bonaire, tenemos cuatrocientas millas por delante. Dado que pasaremos al N de Venezuela, ponemos el AIS en modo “ver y no ser vistos”. Ya casi ningún barco para allí, dados los asaltos reportados en los últimos años y la inseguridad general en el país. Una pena. Esta vez, no veremos los Testigos, ni el alucinante archipiélago de Los Roques....en Venezuela existía, hace unos años, una importante infraestructura para los veleristas, y hay muchos ( infinitos ) maravillosos lugares para fondear. Pero, ahora mismo, es un peligro que no asumiremos. De hecho, su radio de acción se extiende ya al canal entre Grenada y Trinidad, donde se están empezando a reportar muchos asaltos.
Todas las precauciones son pocas, así que pasamos volando y bien lejos de la costa. La travesía, con viento constante y por la aleta/ popa. Montamos los dos tangones e izamos el ballooner. Vamos fenomenal y muy rápido. A las 20 horas, después de cenar, de repente ¡zas!...se rompe el ballooner cerca del puño de escota, recogemos vela, que, por suerte, no se ha ido al mar, y montamos retenida en la mayor. Así que continuamos toda la noche navegando en “orejas de burro”.
Por la mañana, montamos el segundo ballooner de que disponemos, está sin estrenar. Una vez montado, recuperamos 1,7 nudos de velocidad. Poco duró...a las 15, un ruido extraño, la vela se vino abajo, se rompió el retenedor de tope de palo, vela al mar (ojo, hablamos de setenta metros cuadrados de trapo, nada menos...) embolsa agua y, al tratar de recuperarla, se produce una rotura en un paño de la vela. Segunda vela rota en menos de 24 horas...gajes del oficio. La travesía, aparte de esto es tranquila, hemos reorganizado las guardias ya que ahora toca repartirlas entre dos, así que Julio hace la primera y la del amanecer y yo la segunda, un poco más larga.
Al amanecer del miércoles 16 de marzo, reconectamos el AIS, y avistamos Bonaire. Es muy plana, apenas tiene relieve, entramos por el sur y nos dirigimos a la capital, Kralendijk. Toda la isla es un parque natural y está prohibido el fondeo. Solo es posible amarrar a boyas o ir a marina, y nos decantamos por esto último.
El archipiélago de las Antillas Holandesas está al NW de Venezuela, fueron colonia holandesa hasta hace unos años. La primera en independizarse fue Aruba, la más al W. Curaçao fue la segunda, y Bonaire permanece con un estatus especial con respecto a la metrópoli.
Vamos a Harbour Village Marina, un complejo residencial con puerto deportivo. Lo primero que hacemos es repostar gasóleo, el precio es de 0,66 USD por litro, así que decidimos llenar el tanque.
Por la tarde nos damos un paseo hasta la ciudad, es todo muy colorido y la gente muy sonriente y amable. Como la Aduana está cerrada, hacemos tiempo para la cena. Toca conectarse a internet....Cenamos en un restaurante peruano, nos encantó, la primera vez que comemos bien fuera del barco en muchos días.
Por la mañana, trámites de entrada y ya de salida, decidimos irnos a Aruba. Navegamos toda la noche para llegar al amanecer. Fondeamos, también es una isla muy plana y hace muchísimo viento, es incómodo, y no tiene un aspecto demasiado interesante desde el barco, mucho hotel y resort de nuevo cuño....Comemos tranquilamente y zarpamos hacia Colombia.de nuevo nos ocultamos con el AIS, pues aún toca navegar por aguas venezolanas.
La travesía es bastante dura, hay mucho mar. Es típico en esta zona en esta época del año, es el punto álgido de los alisios, que soplan con fuerza y, dado el fetch, tan amplio, se montan olas de cuatro a seis metros. Por la popa, sí, pero enormes. Así que viajamos en modo coctelera, eso sí, a mucha velocidad y cubriendo una media de 200 millas por día.
El domingo, por fin, llegamos a Colombia. Reconexión del AIS, y toma de contacto por radio con Marina Puerto Velero. Está a unos 30 kilómetros de Barranquilla. Estamos aquí porque su promotor, Javier Júlvez, es un gran amigo, y hace tres años prometimos venir a visitarlo. Y no nos arrepentimos. La marina, con unas magníficas instalaciones y personal amabilísimo y profesional, forma parte de todo un enorme complejo, con preciosos chalecitos, restaurantes, playa, piscina e incluso un parque acuático en el mar con enormes inflables. Es un magnífico proyecto que está dinamizando la zona, una preciosa bahía que hasta hace poco era desconocida. Y todo de forma sostenible. Y...por primera vez, SÍ tenemos wifi hasta el pantalán, cosa que todas las marinas prometen y ninguna cumple.
Colombia es, desde los cambios producidos en la década de los 90, un país tranquilo y seguro, con un crecimiento de aproximadamente un 5% anual de promedio.
Somos magníficamente recibidos, nos sentimos como en casa. Por la tarde Javier viene a vernos, y nos vamos con él a Barranquilla, una ciudad que nos gusta desde el minuto uno. Conocemos a Zoraida, su mujer, que también es promotora y asesora de Puerto Velero. Cena en un estupendo restaurante en la ciudad, y vuelta al barco a descansar, puesto que las últimas 300 millas fueron muy moviditas.
El día de ayer lo dedicamos a alquilar un carro (con matrícula de Cali, por cierto) e ir al supermercado, fantásticamente surtido y a buen precio, lejos de la locura antillana. Todo ello acompañados por Javier, que nos ayuda en todo momento (eres muy grande, amigo!)
Hemos contactado con Roberto Lastra, amigo colombiano que fue peregrino-tripulante del Alba Plena en la Ruta Xacobea del 2014, con la que casi dimos la vuelta a la Península Ibérica.
Julia ya hizo una amiga norteamericana, de un barco vecino, con la que ha quedado para pasarse la tarde en la piscina.
En fin, que estamos de rechupete!!!
desde Marina Puerto Velero, besos, abrazos, amor.
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en Saint Vincent & Grenadines

3/7/2016

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La estancia en Le Marin, un auténtico “meeting point” para los veleristas, la ocupamos principalmente pertrechando, dado que la oferta es muy extensa (Martinica es un departamento de Francia, y Francia el país de la vela) , y porque de aquí hacia el sur, no encontraremos tanta variedad de productos y el precio subirá sensiblemente. Además, en Le Marin está una de las tres bases del astillero de nuestro barco, Amel, y debemos hacer algunas reparaciones. Hasta aquí llevamos navegadas aproximadamente 13.000 millas y, dado que el barco se ha portado tan bien con nosotros, ahora es nuesro turno de cuidarlo a él. Nos registramos a la entrada, aquí el trámite es muy sencillo, pues disponen de unos ordenadores en Capitanía con los que una misma puede hacerlos en cinco minutos.
Localizamos un coche de alquiler, para poder movernos y transportar víveres y, si sobra tiempo, hacer alguna visita por el interior.
Nuestra estancia en Le Marin será de cinco días. En ellos, por la parte de Amel, reparamos el motor del pujamen de la vela mayor, que perdía aceite y hacia un ruido excesivo; el freno del eje de transmisión del motor principal; una pequeña entrada de agua por el eje de la hélice de proa, con lo que hubo que cambiar los retenes; sustuímos la luz de cubierta, que se había fundido. También conseguimos una antena para el Inmarsat, la nuestra no funcionaba y, dado que este sistema será dado de baja en diciembre de 2016, fecha en la que han anunciado desconectarán los satélites para dejar paso a los nuevos sistemas, ya no se fabrican recambios. Afortunadamente, conseguimos una de segunda mano a un precio muy razonable. Dio bastante lata la instalación, de la que se encargó Julio, pero tema resuelto. Ya tenemos comunicación global y, lo más importante, podemos obtener partes meteorológicos desde cualquier lugar.
Tuvimos tiempo de visitar La Pagerie, lugar donde nació y vivió hasta los 16 años Josefina de Beauharnais, la que luego sería Emperatriz de Francia al lado de Napoleón Bonaparte, y también de hacer un mini-recorrido por el interior de la isla. No queda mucho en pie, pero la parte dedicada a museo contiene diversos grabados, interesantes documentos y objetos de uso personal de Josefina. Y el lugar donde está es de una gran belleza.
Así las cosas, el viernes 19 de febrero pagamos la marina (unos 37 euros/día, mucho más barata que cualquier marina de nuestra tierra....tomen nota los responsables....especialmente con la cantidad de servicios que ofrecen y las magníficas instalaciones). A las 17 salimos para fondear en la misma bahía (que es enorme y muy bien protegida), ya tenemos ganas de dormir fondeados, estar en puerto es a veces necesario pero no hay comparación con estar a tu aire, los baños, la brisa etc
El sábado nos movemos a Anse D'Arlets, a mitad de camino de Fort-de-France, la capital. Espectacular sesión de buceo, miles de peces de todos los colores, corales de varios tipos, esponjas....un verdadero “acuario”! Al día siguiente, nos movemos a otra ensenada, L'Anne.
El lunes esperamos a nuestros invitados, que llegarán al aeropuerto de Fort-de-France, hay que guardar el secreto porque para Julia será una sorpresa....Así que por la tarde bajamos a dar un paseo y hacer tiempo hasta su llegada. La zona más antigua es pequeña, aún así, con muchas muestras de arquitectura colonial francesa, destacando la preciosísima Biblioteca Pública. A la hora esperada, nuestros invitados aparecen, por sorpresa para Julia, en el Hotel L'Emperatrice. La cara de Julia no tiene precio!!!!! Abrazos-achuchones, besos, risas y sonrisas y la inmensa felicidad de reencontrar a dos personas a las que queremos tanto. Además, para mayor felicidad, nos traen conservas y embutidos de nuestra tierra. Así da gusto!! Volvemos al barco para cenar y brindar por el reencuentro.
Decidimos ir hacia el norte, hasta donde lleguen los días en su compañía. El martes fondeamos en St Pierre, un fondeo precioso. Bajamos a cenar al pueblo, encontramos un restaurante Alsaciano, cenamos decentemente, pero las risas de encontrarnos en un rincón de la Alsacia en estas latitudes, y cenar chucrut y codillo, amén de salchichas alsacianas, no tiene precio.
El miércoles, después de cuatro horas de buena navegación, llegamos a Dominica (rebautizada como La Dominga ;)), fue francesa e inglesa y ahora es independiente. Hacemos dos paradas en sendos fondeos, uno al sur de Rousseau, la capital, y otro en Prince Rupert Bay.
El viernes llegamos al archipiélago de Les Saintes, al sur de La Guadalupe. Fondeamos primero en Anse Acointe, pasamos allí el día y Julio captura una morena. A Julia y a mí nos encanta acompañarlo y ver cómo pesca y cómo disfruta, es como un pez bajo el agua. De hecho, esa morena la localizó la propia Julia. Trabajo en equipo! A última hora nos trasladamos a la bahía del precioso pueblo de La Saladerib, cena en tierra y paseo. Un pueblo pequeño y lleno de encanto.
Al día siguiente, decidimos movernos a un fondeo con menos barcos, así que elegimos la bahía de Marigot, estamos prácticamente solos. Por la tarde, Julio y Julia salen a bucear y localizan, en una escollera, varias langostas. Vuelven al barco a pertrecharse para la tarea y yo me apunto. Julio captura nueve, para sorpresa de nuestros invitados cuando volvemos los tres triunfantes al barco. Será la última cena a bordo con ellos, así que broche de oro.
Después de cenar, levantamos fondeo para recorrer de noche las cien millas (aprox) que nos separan de Le Marin, donde despediremos a nuestros invitados. Queridísimos, ha sido una semana fantástica, llena de momentos felices, buenas conversaciones y momentos mágicos. Muchísimas gracias por acompañarnos, ha sido un auténtico placer teneros a bordo.
Y toca otra despedida, Hannah debe volver a casa, debido a problemas de salud de un familiar muy cercano. Muchas gracias, Hannah, por estos ocho meses que hemos compartido a tu lado, te deseamos todo lo mejor y que todo salga bien. Un beso enorme desde aquí!
Así que el martes 3 de marzo despachamos el barco para St Vincent y Granadinas, despedimos a Hannah y levamos ancla rumbo a nuestro próximo destino.
Navegamos rumbo al sur, llegamos por la tarde a Marigot Bay en Sta Lucía, una bahía preciosa, cenamos en tierra una riquísima pizza, la mejor desde Italia. El miércoles nos movemos hasta los dos pitones, dos montañas enormes que “caen” en el mar. Fondeamos al lado del pitón norte.
Y al día siguiente, navegamos hacia St Vincent. Navegar este mar es una delicia, siempre hay un viento constante, entre 15 y 20 nudos, del oeste. Rumbo sur, además, es más cómodo, puesto que la ola de fondo del NW nos ayuda.
El primer fondeo es en Chateaubelair Bay, comemos, descansamos y vamos a bucear. Esta vez me atrevo a bajar con el arpón, consigo cobrar tres piezas, dos de ellas con sendos certeros arponazos en la cabeza. Nada mal para ser la primera vez, y me siento muy orgullosa. El observar a Julio pescar ha sido la mejor escuela, y ya tengo ganas de pescar más!!! Aquí el fondo es aún mejor, el agua aún más cristalina y hay también más variedad de especies, vemos muchos peces león y hay un precioso cantil que va desde los 5/6 metros hasta más de 40.
Al dia siguiente, toca ir a la capital, Kingstown, a hacer los tr'amites de entrada en Saint Vincent y Granadinas, una vez hechos, nos movemos a Bequia, otra isla al sur. Bajamos a tierra, el ambiente es muy alegre, y muy colorido. Por la mañana, nos vamos a Friendship Bay, cerca hay una barrera de coral recomendada para bucear. Así que allá vamos los tres. Y de nuevo, pruebo con el arpón. Esta vez, dos langostas y un pescado de medio kilo, este último localizado por Julia. Julio se hace con cinco langostas más. Así que ha sido una mañana muy productiva. El menú del día ya os lo podéis imaginar...
El domingo nos dirigimos a Mustique, la isla más exclusiva del país, donde tienen mansión muchas celebrities, Mike Jagger o Rachel Welch, y el desaparecido Bowie. La isla no es muy grande y no parece que haya mucho más aparte de impresionantes mansiones. Además, está prohibido el fondeo, solo está permitida un área para amarrar a boya. Dado que el precio son 200 dólares caribeños, unos 70 euros, decidimos pasar de largo.
Así que aquí estamos, en Canouan, la isla previa a los míticos Tobago Cays. Y, desde aquí, como de costumbre, os enviamos besos, abrazos, amor.







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Croissants dans le Caraïbe!

2/19/2016

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El martes 3 de febrero salimos de la pequeña marina de Degrad des Cannes, coincidiendo con la pleamar, pues el calado en el canal es justito, justito. En unas seis horas, con bastante mar de través, estábamos fondeando en las Islas del Diablo, pertenecientes también a la Guyana y, por consiguiente, a Francia.
Este archipiélago consta de tres islas, la del Rey, la del Diablo y la de San José. Son famosas porque allí se encontraba la cárcel, llamada Le Bagne, retratada en la novela (después llevada al cine) Papillon.
El miércoles, Julio se queda a bordo a hacer pequeños trabajos en el barco y Julia, Hannah y yo bajamos a tierra en la Isla del Rey, que es donde se encuentran los restos del penal.
La isla tiene una vegetación exhuberante, si bien el agua está bastante turbia debido al río que desemboca en Kourou, que está enfrente.
Recorremos los restos del penal. Fue establecido en 1851 por Napoleón III para albergar todo tipo de prisioneros, desde asesinos a criminales políticos. Fue clausurado en 1946. el propio autor de Papillon, Henri Charrière, estuvo preso allí (y logró fugarse) y de ahí la novela, si bien se basó en un libro anterior “La Guillotina Seca”, de René Belbenoit, novela muy censurada por el gobierno francés. Por allí pasaron más de 80.000 prisioneros, muchos de los cuales, debido a las terribles condiciones sanitarias de la isla, nunca volvieron. La única fuga posible era en bote, para luego atravesar una peligrosa selva. El complejo consta de varias edificaciones, amén de lo que fueron las celdas de los presos (os aseguro que te recorre un escalofrío al verlas), las casas de los funcionarios, la del Gobernador, un hospital, una iglesia etc.
El complejo está muy bien cuidado, lo cierto es que la vegetación es increíble. Además, vemos pavos reales, guacamayos, iguanas.... se pasean por allí como si nada, y, claro, alucinamos, especialmente Julia. Y nuestro Ron, que se escapa corriendo detrás de algun bicho. Volvemos al dingui por un sendero y, esta vez, vemos cantidad de monos. Cantidad. De tamaño mediano, saltan de palmera en palmera por encima de nuestras cabezas. Alguno se encara con Ron, deben estar más acostumbrados a los humanos que a los perros.
En resumen, volvimos entusiasmadas al barco. El jueves volvemos a bajar, esta vez con Julio, y recorremos toda la isla por un sendero que la circunda. El paisaje no puede ser más bonito, selva tropical en todo su esplendor. Y de nuevo multitud de animales.
Por la tarde, Julia y Hannah se van a dar una vuelta con el kayak, ven muchas tortugas marinas, más iguanas y más monos. Incluso se disputan unos cocos. Imaginaos cómo disfruta esto una niña de nueve años. Si bien la idea era salir a la puesta de sol, decidimos posponerlo a la madrugada siguiente.

Así que el viernes salimos de las islas, el primer tramo es bastante duro, viento y mar en la nariz, pero hay que evitar unos bajos y una zona no cartografiada. Una vez fuera, tenemos viento de 18 a 25 nudos por la amura de estribor y, de nuevo, la alfombra mágica, que discurre paralela a la costa, más o menos donde termina la plataforma continental. De este modo recorremos más de 200 millas las primeras 24 horas. Y esoque rizamos las velas para dormir mejor. Cosa harto difícil. El viento alcanza por momentos los 30 nudos. El viento va rolando de amura a través y viceversa, y a veces alguna ola rompe barre la cubierta o rompe contra el casco. La altura de la ola es de 4 a 6 metros. La escora es bastante, de suerte que nos pasaremos la travesía cuesta arriba, cuesta abajo. Cuando navegamos con bastante escora, es durillo. Las cosas cotidianas se complican. Por ejemplo, te sientas a la mesa y mientras con una mano sujetas el plato/tenedor, con la otra sujetas el vaso. Hay que ser muy cuidadosos con tareas como la cocina, ya se sabe que lo mejor para los accidentes es la prevención. Lo de dormir también es complicado, excepto en el caso de la pequeña grumete, que duerme toda la noche del tirón. Para nosotros, entre las guardias, la escora, el movimiento etc es más complicado.
El sábado es el cumpleaños de Hannah, pero en estas condiciones decidimos aplazar la celebración. No sé de ningún cumpleaños celebrado dentro de una lavadora centrifugando....
Tras una travesía verdaderamente dura, arribamos a Barbados. Ralentizamos el barco para entrar en la bahía donde se encuentra Bridgetown, la capital, con las primeras luces del día. Siempre hay que entrar de día para evitar imprevistos desagradables. Enseguida bajamos a tierra y cambiamos dinero (dólar Barbados). Nuestra intención era avituallarnos de fruta y verduras frescas. Pero la oferta es escasa y carísima. Ejemplo: una piña, seis euros. En Brasil , costaba menos de uno. No es que esperáramos lo mismo, peeeero....aún así nos hacemos con unos tomates, unos pimientos y unas bananas. Bridgetown no nos parece un lugar especialmente bonito, así que decidimos subir despacito al día siguiente a Port St Charles.
Pasamos el día fondeados en una playa entre Bridgetown y Port St Charles, Paynes Bay, baños, buceo etc.
Llegamos al atardece a Port St Charles, no hay plaza en la marina, así que fondeamos. Bajamos a tierra y hacemos los papeles (inmigración, aduanas, sanidad, Capitanía). Un taxi nos lleva al “centro” por el “módico” precio de 25 euros (10 minutos de carrera). El lugar es de lo más curioso, una manzana de tiendas (Cartier, Bvlgari, Tiffany's, Louis Vuitton, Burberry.....) y la otra de restaurantes. Un vistazo a los menús y nos damos cuenta de que es carísimo. Pero carísimo de verdad. Finalmente elegimos uno y cenamos (sólo decentemente, hablando en términos de calidad/precio). Cero animado, casi nadie por la calle.Nos volvemos al barco en otro taxi. En resumen, Barbados es un sitio MUY caro y con poco que hacer, aparte de ir a la playa y a Cartier (si puedes). Sabedores de que hay OTRO Caribe, decidimos irnos al día siguiente, así que toca por la mañana hacer los trámites de salida. Otras casi dos horas perdidas.....por la tarde, buceando, Julia ve tortugas y nada entre ellas, coge una y la sube al barco para hacerse una foto con ella. Cualquiera le dice que no....después la devuelve al mar, echándose ella también con la tortuga a nadar. Nos vamos a la puesta de sol. Destino: Martinica.
Nos separan cien millas, dado lo recorrido, éso no es nada. Así que por la mañana alcanzamos la bahía de St Anne, al SE de Le Marin, donde tenemos reservada plaza de atraque para el domingo. En Le Marin hay una base de Amel, el astillero de nuestro barco, y hemos de hacer algunas reparaciones. Amén de conseguir una lavadora, ya que los productos son europeos, toda vez que Martinica es un departamento de Francia. Además de solucionar el problema con la antena del satélite.
Pasamos en St Anne un par de días, es una enorme bahía, llena de barcos. En tierra hay un par de sitios muy agradables y ¡ b
oulangeries!! croissants y pan de verdad en pleno Caribe. Hacía meses que no comíamos un buen pan (aparte del que hacemos en el barco, obviamente!).

El domingo por la mañana llegamos a Le Marin. Hay una enorme marina y multitud de servicios para los barcos. Toca darle unos mimitos al barco (bien los merece) y pertrechar, aprovechando que aquí la oferta es muy extensa, todos los productos que pudieras encontrar en Francia más los locales. Tocan días de pantalán y actividad a tope.

Y prepararnos, porque el lunes....recibimos invitados!!! pero eso toca en el próximo episodio. Hasta entonces, desde Martinica, besos, abrazos, amor.

las Islas del Diablo
Barbados
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de vuelta en el Hemisferio Norte...volando en una alfombra mágica

2/4/2016

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El sábado 16 de enero, según lo previsto, es el día de zarpar rumbo a Fortaleza. La víspera, los amables gestores de Marina Jacaré nos habían ofrecido traernos gasóleo a bordo. En estos países, el gasóleo suele contener muchos posos, que, a la larga, terminan atascando los inyectores del motor, o los filtros. El gasóleo que nos proporcionan es con garantías.
Debo decir que esta marina es altamente recomendable, tanto para parar como para pensar en dejar el barco una temporada larga. La gestión, la atención, la profesionalidad, la convierten en una “rara avis” dentro de lo que conocemos de la infraestructura brasileña para la náutica de recreo. Suponemos que irá cambiando con el tiempo, pero, salvo raras excepciones como Marina Jacaré, Brasil es un país que cuida muy poco a los “velejadores”, como aquí nos llaman. Como ventaja, apenas hay barcos. El Caribe, Mediterráneo o, sin ir más lejos, nuestras rías (morriña!) están bastante saturados. La orografía brasileña tampoco es lo que se dice propicia, no hay abrigo en la costa, siendo obligatorio entrar en puerto. Hay muy pocos y a distancias considerables.
Tras rellenar combustible, nos despedimos y salimos a las 10,30, aprovechando la pleamar.
La travesía a Fortaleza es de tres días, sin sorpresas con respecto a la meteo. Poco viento y mucho calor, especialmente en las horas centrales del día, en las que ponemos el aire acondicionado para comer. También durante la cena, para refrescar el interior del barco y dormir algo más fresquitos. Lo cierto es que es una gozada disponer de esta comodidad. Tened en cuenta que estamos en pleno Ecuador, la zona más tórrida de la tierra. Más que el asfalto de Georgia, que decía Lula-Laura Dern en Corazón Salvaje de David Lynch (guiño a Ana Tenteixon).
Dado que a partir de aquí no tenemos prisa alguna (otro lujo poder decir esto), tratamos de aprovechar el viento al máximo. Como disponemos de todo el tiempo del mundo, probamos todo tipo de aparejo, intentando aprovechar a tope lo que Eolo nos ofrece.
El lunes al atardecer aumenta el viento, y, por la noche, hace acto de presencia una señoratormentaecuatorial con un frente de más de diez millas, del que es imposible escapar. Sopla y llueve mucho, retiramos 2/3 de génova y mayor, y la mitad de la mesana. A pesar de ello, vamos entre 7 y 8,5 nudos. Retiramos todo el génova, para largarlo por la otra banda, ya que el viento rola cuarenta grados, y toda la mesana: a palo seco vamos a 3,5 nudos...Una noche en una Thermomix, para que nos entendamos. Y pasada por agua. MUCHA agua.
Así que llegamos a Fortaleza el martes, según lo previsto, y nos dirigimos a Marina Park, un complejo cinco estrellas con marina incluída, en el que ya estuvimos hace once años.
Y, desde entonces, ni un triste mimo le han hecho a las instalaciones náuticas. El hotel está muy bien (o eso aparenta), tiene una piscina enorme, para delicia de Julia, que durante nuestra estancia desarrollará branquias de tanto disfrutarla, un hermoso palmeral con hamacas etc., pero la marina es un desastre. Los pantalanes son de hierro y están destartalados, atados con cabos y cadenas medio rotas. Los sonidos por la noche sugieren un calabozo de la Santa Inquisición. O un Sarajevo de posguerra.
Para atracar hay que usar la propia ancla como muerto y cabos por popa. Varios. Cinco, de hecho.
Dedicamos el día a descansar, la noche tormentosa nos dejó para el arrastre, y la maniobra de atraque tampoco creáis que fue muy relajante...
Por la noche, Julia, Julio y yo salimos a dar un paseo por la playa de Iracema, la zona más animada. Es la playa urbana de Fortaleza. Las playas en Brasil concentran toda la vida de la ciudad, especialmente a la caída del sol, ya que la zona centro, al cierre de oficinas, comercios,etc se vuelve peligrosa. Gente paseando, haciendo deporte, cenando, tomando algo...
El día siguiente lo pasamos haciendo tumboning en la piscina. El jueves llueve todo el día, y el viernes nos vamos al Beach Park, el parque acuático más grande de Sudamérica. Hay muchos toboganes, de todas las formas y recorridos imaginables, y cuatro calificados como “extremos”, con alturas superiores a los treinta metros. Probamos todos, menos el Insano (40 metros), no dio tiempo para más. Y Julia no me dejó subir.Hay uno nuevo, el Vaikuntudo, en el que desciendes vertiginosamente en una boya-flotador de cuatro plazas, para caer -literalmente- en un embudo gigantesco, describiendo una vertiginosa espiral. Una pasada!!! Ni que decir tiene que acabamos agotados y dormimos como bebés.
Sábado de relax, hasta que, por la noche, a eso de las cinco de la madrugada, Julio se despierta con unos ruidos extraños. Se habían roto los gruesos cabos, tipo estacha, que sujetaban los pontones metálicos que conforman el pantalán, se movía toda la marina de forma excesiva. Ante la ausencia de personal, dado que es domingo y aquí en “feirados” nao trabalha ninguém, procede a sujetar los pantalanes con el grueso cabo de nylon que, afortunadamente, había ante la puerta de la oficina de marinería. Se pasa un par de horas trabajando, hasta que al final queda bien sujeto el pantalán metálico. Daños: el Alba Plena sufre un fuerte golpe que secciona el cable de alimentación, corte en la defensa de popa y daño en el gel coat del extremo de babor de la popa. Estamos indignados por la ausencia de personal de la marina, pues existía cierto riesgo de irse al garete todos los barcos allí amarrados.
El lunes teníamos programada excursión a Cumbuco, un pueblo a unos 30 km de Fortaleza. Al llegar contratamos un par de quads, recorremos las inmensas playas, las dunas, y comemos en una barraca con los pies en el agua de una “lagoa” de agua dulce. Julia disfruta de lo lindo, manejando ella solita el quad por la playa.
El martes hacemos a primera hora el despacho del barco, así como los trámites en Aduanas y Policia Federal para salir del país. Comunico en Capitanía dos Portos el estado de la marina y los peligros que conlleva. Vamos al super, para aprovisionarnos sobre todo de producto fresco, que se agradece en travesías largas y calurosas como la que nos espera, atravesando de nuevo el Ecuador. Soltamos amarras con cierto alivio, las pobres ya no podían más... la operación se complica por las condiciones de la marina, el ancla sube llena de lodo y bolsas de plástico. 
Una vez fuera, la previsión meteo se cumple, tenemos buen viento, de 25 a 35 nudos por la aleta, rolando al través por estribor. Vamos rápido, con puntas de 10 nudos, con rizos en las velas, tres en génova y mayor y dos en mesana.
El jueves amaina un poco y vamos más tranquilos, con buena velocidad. Comienzan las tormentas ecuatoriales, que nos dejan la cubierta limpia como una patena.
El viernes por fin nos encontramos con la Alfombra Mágica, apodo de la Corriente Ecuatorial Norte o de Las Guyanas. Es una gozada, con 12 nudos de viento nuestra velocidad es de ocho. Estamos haciendo una media de 155 millas por día, lo cual no está nada mal.
El sábado Julio pesca un dorado. Esta vez lo preparo como lo probamos en una barraca de playa en Brasil, Iscas de Peixe, adobadito y empanado, con tres salsas. Lo cierto es que en travesía comemos fantástico, y muy variado, hay tiempo para cocinar y, aunque el movimiento lo complica, a todo se acostumbra una. También consumimos mucha fruta y vegetales frescos. Con el calor apetecen mucho.
El domingo amanece totalmente nublado, al poco comienza a lloviznar. Así será intermitentemente todo el día. Por la noche, para de llover y arrecia el viento. Mi guardia es la segunda, de una a cuatro de la madrugada. Aumenta la velocidad del viento, con rachas de hasta cuarenta nudos. Reduzco al mínimo el trapo y, aún así, casi durante toda la guardia, el barco supera los diez nudos, llegando por momentos a doce. La sensación de velocidad en el barco es increíble. Pensad que doce nudos son aproximadamente 24 km/hora. En tierra no es nada, pero en el mar......os aseguro que es MUCHO.
Por la mañana, el lunes, según lo previsto, alcanzamos la Guayana Francesa, hemos de parar aquí para hacer algún que otro trámite, ya que hasta Barbados, nuestro primer destino en el Caribe, son cuatro días más.
Nos adentramos por un estrecho canal, con escaso calado (sólo un metro bajo la orza por momentos), y luego remontamos un río tierra adentro, hasta la marina, que está bastante lejos de la capital. Como no hay pantalán , fondeamos y bajamos a tierra, prioridad comer y encontrar una wifi. Preguntamos por un taxi y una amable brasileña nos lleva en su coche a Cayenne. La verdad es que no es un sitio como para volverse loca. Lo de conseguir una wifi decente nos cuesta lo nuestro. Así como conseguir una tarjeta prepago para el módem de a bordo. Lo cierto es que se echa de menos el teléfono satélite, con él estábamos conectados y podíamos enviar y recibir mails. Esperamos solventarlo en Martinica, donde hay una base Amel y muchos servicios para los barcos de recreo.
Os escribo mientras Julio está adobando unas chuletillas de lechazo de Tierra de Campos (bendito congelador). El plan es barbacoa a bordo y dormir con el suave balanceo del río. Asi que hoy, sin escora, orzada, guiñada y enorme ola que valga, descorcharemos una buena botella de Ribera del Duero y brindaremos por lo a pedir de boca que está saliendo todo. Con contratiempos, con momentos duros, pero en eso consiste la aventura. Y en la aventura, como dice mi querido Santi Mouriño, está la libertad.
Desde Dégard des Cannes, Guayana Francesa, besos, abrazos, amor.


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