Previa a la subida, decidimos volver a Cholón, a descansar un par de días. Así que el jueves salimos de Cartagena hasta la ciénaga, donde fondeamos. Es un lugar muy tranquilo, un inmenso lago de agua salada, con una entrada donde el calado es justo, justo (tres metros). El sábado nos acompaña el EOS, con la capitana Tere Vélez y su familia. Julio prepara un estupendo arroz de langosta para todos. Una estupenda velada!
Nos quedamos hasta el martes, 26 de julio. Salimos a primera hora, el mar es duro, de proa, ir hacia el N es una tarea ardua. Los mares de Colombia son muy duros, y toca ir “a contrapelo” hasta el Tayrona. Por la tarde se levanta aún más mar, así que decidimos hacer noche en la Isla Arena. Al día siguiente, aún más mar de proa. Llegamos agotados a Puerto Velero, donde haremos la primera escala, para visitar a nuestros amigos Javier y Zoraida y porque en esta marina nos sentimos como en casa.
En la cercana Barranquilla, Julia tiene oportunidad de ir al cine, y a una fiesta de cumpleaños. Nosotros por nuestra parte, reincidimos en la noche barranquillera, La Cueva, La Troja y, como novedad, el bar Cachao, homenaje al que fue el gran contrabajista cubano, y en el que disfrutamos de una enorme banda de salsa en vivo y en directo.
Debido a la meteo, esperamos hasta el miércoles para salir. No es que esperemos que sea favorable, dado el rumbo que debemos llevar y los vientos y corrientes dominantes aquí, pero que, al menos, sea lo menos desfavorable posible.
Tal como preveíamos, la subida es dura. Pero llegamos a Santa Marta, fondeando en la bahía ya entrada la noche del miércoles tres de agosto. Cosa que no nos gusta, pero a veces no queda otra. Bien atentos a la carta, las boyas de señalización y los otros barcos, pues Santa Marta tiene un tráfico importante. Dedicamos los próximos días a pertrechar y visitar la ciudad. Santa Marta tiene un tamaño perfecto, está enclavada en una bonita bahía, tiene playas preciosas de arena blanca y un casco histórico muy bonito.
El lunes zarpamos hacía Bahía Concha, la primera de las bahías que visitaremos. Es realmente bonita, la bahía es muy amplia, entre montañas; la playa, al fondo, tiene cierto aire con Barra. Cambiando los pinos por acacias y las gaviotas por pelícanos...voilà!! Es un fondeo muy bonito y muy tranquilo....hasta que llega la noche y se levantan fuertes vientos térmicos. Así que toca pasar la noche casi en vela, las rachas alcanzan los 45 nudos. Pero nuestra ancla aguanta perfectamente el tirón, nunca mejor dicho. La verdad es que el ancla que tenemos nos ha venido dando un más que satisfactorio resultado. Estamos muy contentos con ella. El ancla es (casi) lo más importante a bordo, es la que venía instalada en el barco, una Bugel de 30 kilos. Es fundamental poder confiar en ella.
El día siguiente lo pasamos en Concha también, ya que tenemos un fondeo seguro. Por la noche más de lo mismo, si bien las rachas son más suaves y "sólo" alcanzan los 30 nudos.
El miércoles 10 cambiamos de bahía y nos movemos a la de Gayraca. Las montañas son más suaves y esperamos tener noches más tranquilas, ya que éstas funcionan como gigantescos “toboganes” por los que se aceleran los térmicos. Efectivamente, la noche es más tranquila. El jueves por la mañana vamos a bucear, localizo varias langostas y Julio y yo les damos caza. El fondo es increíble, todas las variedades de coral, muchísimos peces de todos los colores. Y hasta un tiburón nodriza descansando en el refugio de una cueva. Tanto nos gusta que por la tarde repetimos sesión de buceo. Una gozada....imposible salir del agua.
La siguiente bahía es Neguanje, cada vez la vegetación es más verde, cuanto más el este. Mas playas maravillosas al pie de las montañas, apenas presencia humana...el paraíso!!!
La última bahía que visitamos es Cinto, nos habían dicho que es la más bonita y no nos engañaron. Más buceo, sesión mañana y tarde. Bajo el mar el tiempo pasa volando....sobre todo con estos fondos, tan llenos de vida. Las aguas no son tan cristalinas como en Tobago Cays o en San Blas, pero la vida hierve, hay peces enormes y de toda clase.
En total, han sido ocho días en plena naturaleza, disfrutando del mar, sin cobertura, casi solos. Unos cielos estrellados, ya que allí no llega la electricidad y no hay contaminación lumínica. Nos hemos sentido muy cerca del Paraíso....
Ayer llegamos a Santa Marta. Y desde Santa Marta, como siempre, os enviamos besos, abrazos, amor.