El domingo 29 vamos a la isla de Santa Lucía, llegamos a media tarde. La isla esta deshabitada y tiene una playa enorme. Pasamos allí un par de días, aprovechando para bucear. Todos menos yo, en esta ocasión, a veces se necesita un ratito de soledad a bordo. Según los buceadores, hay peces para dar y tomar, Julio arponeó diez (ojo, matamos para comer, exclusivamente). Hannah se estrenó con su nuevo arpón y mató uno, aunque se le metió en una cueva y, al intentar sacarlo, se le rompió el cabo que fija la flecha del harpón. Dado que hace mucho viento y es bastante incómodo, decidimos por fin poner proa a Brasil (nada menos). Así que recogemos todo, izamos el dinghi y, cuando estamos a punto de subir el ancla, vemos que desde el barco vecino , que es holandés, nos hacen señales. Por señas también les indico que nos comuniquemos por radio. Nos cuentan que su ancla ha debido engancharse en una roca y les es imposible izarla. Así que allá va Julio con aletas y gafas y consigue zafarla, pidiéndoles un cabo con el que hace un as de guía al ancla, seguidamente les indica que muevan el barco y tiren del cabo. Solucionado el problema. Nos gustó mucho ayudarles, Roland y Tinneke, nos acordamos de vosotros cuando nos ayudastéis!
Así que por fin, el martes 1 de diciembre salimos. Las condiciones son bastante favorables, pretendemos ganar sur, tenemos viento de aleta. Vamos con mesana, mayor y el génova atangonado, consiguiendo velocidades por encima de los siete nudos. El miércoles continúa la tónica, hemos hecho cerca de 170 millas en las últimas veinticuatro horas.
El jueves empieza a amainar. Y así hasta el sábado, en el que, según la meteo, esperamos encalmadas.
Durante la travesía, seguimos con el sistema de guardias nocturnas que adoptamos desde el principio, esto es, tres horas cada uno y las vamos rotando. Empezamos la primera a las 23:00 UTC, que va hasta las 2:00; la segunda de 2 a 5 y la última de 5 a 8. De día, aparte de las clases (seguimos un horario y unas rutinas para no perder la costumbre), leemos, vemos pelis, series (ahora estamos con The Wire tras nuestra adicción a Downton Abbey), hacemos pan (nos sale riquíiiiisimo), cocinamos, jugamos con la PlayStation, toco la guitarra, Jullio pesca....en fin, cuando te acostumbras, es como estar en tu casa, salvo por el movimiento.
El espectáculo de las puestas de sol y los amaneceres en medio del Atlántico os aseguro que es algo increíble. Eso, y el sentir lo pequeñitos que somos, lo grande que es el océano. Las noches están plagadas de estrellas, ya que no hay contaminación lumínica, como es obvio.
Otra cosa que os puedo contar sobre cruzar el océano, es la cantidad de peces voladores que vemos. Vuelan muchos metros, es un espectáculo. Alguno se despista y aterriza en el barco. También le pasó a dos calamares (que luego pasaron a una paella). Otra cosa bastante alucinante son los chubascos, aparecen de repente en el radar y, cuando llegan, cae agua dulce a raudales. Con lo que aprovechamos para limpiar cubierta ( el barco tenía mucha tierra roja del Sáhara, suponemos que del Harmattán) y ducharnos (una gozada!!!). La temperatura es óptima y el agua que cae está tibia.
El viento va cayendo progresivamente, perdemos velocidad y desciende la media de millas por día. Pero no tenemos ninguna prisa. Algún día motoveleamos un poquito, pero sin subir de 1100 rpm, puesto que no podremos repostar hasta Noronha , eso si conseguimos llevar gasóleo al barco de alguna manera, ya que no hay gasolinera en el puerto, y además el calado de éste es insuficiente.
También hay tiempo para baños, dado que no hay viento, aprovechamos. Cinco mil metros bajos nuestros piececillos , nada menos!
No es hasta el miércoles que Eolo se anima, aunque tenemos el viento a 60 y no es tan cómodo, pero es entabladito y nos permite avanzar con buen rumbo y velocidad. Seguimos pillando algún chubasco de cuando en cuando. También los vemos en el horizonte, una chulada ver cómo cae la tromba de una nube solitaria.
El jueves pasamos el Ecuador. No pudimos cumplir con la tradición del baño por el viento, a ver si al cruzarlo de S a N hay más suerte.
Por fin, el sábado 12 de diciembre, al amanecer avistamos el archipiélago de Fernando de Noronha. La sensación de ver tierra, después de diez días y veinte horas de navegación sin ver tan siquiera un barco, es inenarrable. Fondeamos a las 10 UTC. Los sentimientos una vez cruzado un océano son bastante difíciles de describir. Una mezcla de orgullo, felicidad,de haber superado un reto.....es muy especial, aunarte con los elementos y lograr el objetivo.
Tras el fondeo, toca zafarrancho, poner lavadoras, aspirado, limpieza, duchas...en fin, marujeo de barco, como suelo decir.
A las 12 ponemos el pie en tierra, vaya sensación!!! la primera persona que nos saluda es un funcionario de la Capitanía Marítima, sonriente y amabilísimo como tienen a gala los brasileiros. Desde luego, adoro este país!!!
los trámites son lentos, aunque con el cafezinho que invariablemente te ofrecen en Brasil y la charla, es un placer. Nada que ver con los adustos croatas (por ejemplo). Dado que Noronha es una Reserva Natural, hemos de pagar tasas, por el fondeo y para conservación medioambiental. Pagamos 300 euros por tres días. Lo cierto es que nos parece un tanto excesivo, pero es lo que hay y Noronha vale MUCHO la pena.
Desde Capitanía nos acercan al pueblo, al banco a por reales y a alquilar un boogie, vehículo oficial de la isla. Comimos cerca del puerto, luego volvimos al barco y , aunque agotados, decidimos salir a cenar. Después fuimos al mítico Bar do Cachorro, con música en directo. Bailamos forró( típica música del nordeste de Brasil) los cuatro y volvimos al barco agotados.
El domingo fuimos a pasar el día a la playa, primero visitamos la de Bode y después, la de Conceiçao. Playas semidesiertas, arena finísima, exhuberante vegetación. La temperatura es de unos treinta grados, pero siempre corre una brisa muy agradable. El agua está a 27 grados (creemos). Lo que es seguro es que está a la temperatura perfecta. Hay bastante oleaje y muchos surferos. Lo pasamos pipa jugando con las olas. El lunes , a otra playa, y hoy martes hemos estado na praia do Meio. Llevamos la tabla de body y lo pasamos pipa! Creo que me voy a enganchar al body board!
Ahora mismo, acabamos de hacer los trámites de salida de Noronha. En Brasil, aparte de la entrada y salida del país, hay que hacer entrada y salida en cada puerto. Un coñazo, pero es lo que hay. Mañana porl la mañana salimos para Salvador de Bahía, nos esperan 600 millas. Antes pasaremos por la Bahía dos Golfinhos, Noronha es un santuario para los delfines rotadores (increíbles los saltos que pegan, girando en el aire varias vueltas como una peonza) y para las tortugas marinas.
Desde el paraíso, besos, abrazos, amor.
Así que por fin, el martes 1 de diciembre salimos. Las condiciones son bastante favorables, pretendemos ganar sur, tenemos viento de aleta. Vamos con mesana, mayor y el génova atangonado, consiguiendo velocidades por encima de los siete nudos. El miércoles continúa la tónica, hemos hecho cerca de 170 millas en las últimas veinticuatro horas.
El jueves empieza a amainar. Y así hasta el sábado, en el que, según la meteo, esperamos encalmadas.
Durante la travesía, seguimos con el sistema de guardias nocturnas que adoptamos desde el principio, esto es, tres horas cada uno y las vamos rotando. Empezamos la primera a las 23:00 UTC, que va hasta las 2:00; la segunda de 2 a 5 y la última de 5 a 8. De día, aparte de las clases (seguimos un horario y unas rutinas para no perder la costumbre), leemos, vemos pelis, series (ahora estamos con The Wire tras nuestra adicción a Downton Abbey), hacemos pan (nos sale riquíiiiisimo), cocinamos, jugamos con la PlayStation, toco la guitarra, Jullio pesca....en fin, cuando te acostumbras, es como estar en tu casa, salvo por el movimiento.
El espectáculo de las puestas de sol y los amaneceres en medio del Atlántico os aseguro que es algo increíble. Eso, y el sentir lo pequeñitos que somos, lo grande que es el océano. Las noches están plagadas de estrellas, ya que no hay contaminación lumínica, como es obvio.
Otra cosa que os puedo contar sobre cruzar el océano, es la cantidad de peces voladores que vemos. Vuelan muchos metros, es un espectáculo. Alguno se despista y aterriza en el barco. También le pasó a dos calamares (que luego pasaron a una paella). Otra cosa bastante alucinante son los chubascos, aparecen de repente en el radar y, cuando llegan, cae agua dulce a raudales. Con lo que aprovechamos para limpiar cubierta ( el barco tenía mucha tierra roja del Sáhara, suponemos que del Harmattán) y ducharnos (una gozada!!!). La temperatura es óptima y el agua que cae está tibia.
El viento va cayendo progresivamente, perdemos velocidad y desciende la media de millas por día. Pero no tenemos ninguna prisa. Algún día motoveleamos un poquito, pero sin subir de 1100 rpm, puesto que no podremos repostar hasta Noronha , eso si conseguimos llevar gasóleo al barco de alguna manera, ya que no hay gasolinera en el puerto, y además el calado de éste es insuficiente.
También hay tiempo para baños, dado que no hay viento, aprovechamos. Cinco mil metros bajos nuestros piececillos , nada menos!
No es hasta el miércoles que Eolo se anima, aunque tenemos el viento a 60 y no es tan cómodo, pero es entabladito y nos permite avanzar con buen rumbo y velocidad. Seguimos pillando algún chubasco de cuando en cuando. También los vemos en el horizonte, una chulada ver cómo cae la tromba de una nube solitaria.
El jueves pasamos el Ecuador. No pudimos cumplir con la tradición del baño por el viento, a ver si al cruzarlo de S a N hay más suerte.
Por fin, el sábado 12 de diciembre, al amanecer avistamos el archipiélago de Fernando de Noronha. La sensación de ver tierra, después de diez días y veinte horas de navegación sin ver tan siquiera un barco, es inenarrable. Fondeamos a las 10 UTC. Los sentimientos una vez cruzado un océano son bastante difíciles de describir. Una mezcla de orgullo, felicidad,de haber superado un reto.....es muy especial, aunarte con los elementos y lograr el objetivo.
Tras el fondeo, toca zafarrancho, poner lavadoras, aspirado, limpieza, duchas...en fin, marujeo de barco, como suelo decir.
A las 12 ponemos el pie en tierra, vaya sensación!!! la primera persona que nos saluda es un funcionario de la Capitanía Marítima, sonriente y amabilísimo como tienen a gala los brasileiros. Desde luego, adoro este país!!!
los trámites son lentos, aunque con el cafezinho que invariablemente te ofrecen en Brasil y la charla, es un placer. Nada que ver con los adustos croatas (por ejemplo). Dado que Noronha es una Reserva Natural, hemos de pagar tasas, por el fondeo y para conservación medioambiental. Pagamos 300 euros por tres días. Lo cierto es que nos parece un tanto excesivo, pero es lo que hay y Noronha vale MUCHO la pena.
Desde Capitanía nos acercan al pueblo, al banco a por reales y a alquilar un boogie, vehículo oficial de la isla. Comimos cerca del puerto, luego volvimos al barco y , aunque agotados, decidimos salir a cenar. Después fuimos al mítico Bar do Cachorro, con música en directo. Bailamos forró( típica música del nordeste de Brasil) los cuatro y volvimos al barco agotados.
El domingo fuimos a pasar el día a la playa, primero visitamos la de Bode y después, la de Conceiçao. Playas semidesiertas, arena finísima, exhuberante vegetación. La temperatura es de unos treinta grados, pero siempre corre una brisa muy agradable. El agua está a 27 grados (creemos). Lo que es seguro es que está a la temperatura perfecta. Hay bastante oleaje y muchos surferos. Lo pasamos pipa jugando con las olas. El lunes , a otra playa, y hoy martes hemos estado na praia do Meio. Llevamos la tabla de body y lo pasamos pipa! Creo que me voy a enganchar al body board!
Ahora mismo, acabamos de hacer los trámites de salida de Noronha. En Brasil, aparte de la entrada y salida del país, hay que hacer entrada y salida en cada puerto. Un coñazo, pero es lo que hay. Mañana porl la mañana salimos para Salvador de Bahía, nos esperan 600 millas. Antes pasaremos por la Bahía dos Golfinhos, Noronha es un santuario para los delfines rotadores (increíbles los saltos que pegan, girando en el aire varias vueltas como una peonza) y para las tortugas marinas.
Desde el paraíso, besos, abrazos, amor.